Hasta que sucedió: tuvieron que pasar varias semanas para que las autoridades peruanas hablaran sobre el sector cultural, una de las tantas industrias afectadas por el coronavirus. Y aunque lo dicho fue tibio, queda la esperanza de que pronto se empiecen a ver las ayudas económicas para los gestores independientes y para las asociaciones que han tenido que poner freno a las actividades que les daban de comer.
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Aun así, es preocupante que ni las señales más evidentes –como el cierre del emblemático Museo del Prado por primera vez en 80 años, que Broadway apagara sus luces como no lo hacía desde el 11/9, o que los trabajos para recuperar la catedral de Notre Dame se suspendieran– hayan motivado una acción rápida por parte de las autoridades nacionales encargadas del bienestar de las artes. De hecho, hace poco recién se publicó una encuesta on line para conocer la situación de los artistas en el Perú; una iniciativa que, sin embargo, ya se venía llevando a cabo gracias al aporte y gestión de productores y artistas que hace rato decidieron tomar el toro por las astas.
La Asociación Cultural Playbill fue una de las que rápidamente se pusieron las pilas para saber cómo la crisis estaba afectado su quehacer, el teatro. Otros gestores (como el Movimiento Independiente de Fomento de Público Teatral) se sumaron a esta campaña que llegó a recopilar datos de 173 personas/organizaciones de varias partes del Perú, en una encuesta que se llevó a cabo del 24 al 30 de marzo. Si bien no se trata de una muestra representativa, el estudio sirve para mostrar una fotografía del momento.
“La data que recogimos representa, sobre todo, a gestores independientes y empresas y asociaciones pequeñas, además de salas que tienen sus propias producciones”, comenta Pedro Iturria, CEO de Playbill.
Las cifras de este estudio revelan que la crisis del coronavirus causó que 2.310 profesionales fueran afectados directamente, que se cancelaran 3142 funciones, y que esto generó que casi 1 millón de soles (que jamás se recuperarán) fueran desembolsados para aliviar gastos de producción y administración causados por la crisis. Aquí el detalle:
–La realidad de 5390 personas–
La Red de Creadores y Gestores Culturales Independientes Perú también llevó a cabo una encuesta por cuenta propia: fueron 5390 personas –dedicadas a las artes escénicas (teatro, danza, circo), musicales, tradicionales (artesanos), visuales (fotografía, pintura, escultura), educación del arte y a la gestión cultural– de las 25 regiones del país encuestadas de manera virtual. Los resultados revelan la fragilidad del sector ante la crisis del COVID-19 (el 73% trabaja de manera independiente y no pertenece a ningún colectivo u organización) y el poco vínculo entre los involucrados y el Estado (el 64.6% no está inscrito en el Programa de Puntos de Cultura del Ministerio de Cultura, el intento del Estado por crear una base de datos del sector).
Los resultados también indican que el 72% no está afiliado a ninguna AFP u ONP, y que el 55,4% no cuenta con ningún tipo de seguro de salud (el 27,4% está con el SIS y el 13,8% con Essalud).
Pero quizás lo más revelador del estudio sea la urgencia del sector para acceder al bono de S/380 destinado a los independientes. El 93,4% considera que lo necesita y se entiende: la mayoría tiene que asumir carga familiar (72,7%), el alquiler del espacio en el que viven (72,8%), todo en medio de una coyuntura en la que no puede llevar a cabo su trabajo como artistas o gestores (el 91,2% dependen económicamente de ello).
–Los que están en la cancha–
El Comercio se contactó con algunos de los gestores y asociaciones que fueron parte de ambos estudios, para saber más sobre cómo afrontan esta crisis y sus opiniones sobre el futuro de sus laborales.
De los siete gestores de varias partes del Perú con los que se conversó para conocer su situación, la mayoría se inclina a pensar que los proyectos que se venían presentando o que se estaban ensayando no se llegarán a realizar (55,6%), que durante esta crisis el Estado no se ha preocupado por el sector cultural (60%), y que están luchando para mantenerse a flote (100%).
“Mi preocupación se va incrementando, porque me doy cuenta que cuando estábamos bien no había ayuda, y ahora que estamos en una crisis, tampoco”. Roberto Palacios Torres, de la Asociación Cultural Teatrando, afirma que antes de que todo esto sucediera y con todas las trabas que existían para desarrollar correctamente su trabajo, había logrado desarrollarse en Arequipa, pero que el contexto actual lo conflictúa.
Las obras que tenía en agenda eran buenas apuestas. Estaba, por ejemplo, “La cautiva” –que se suspendió en medio de la temporada y cuyas entradas vendidas todavía tiene devolver–, y luego vendrían “Mimí y el monstruo de la noche” (que ya se estaba ensayando) y el clásico nacional “¿Quieres estar conmigo?”.
Así como Palacios, el dramaturgo Miguel Ángel Vallejo Sameshima debió cancelar las funciones de su obra "1997, 14 de noviembre", a la que le restaba ocho funciones programas en el Teatro Julieta. "Solo llegamos a presentar dos. Teníamos agendadas otras cuatro funciones en la Universidad de Ciencias y Artes de América Latina (UCAL), que serían en setiembre, y, hacia noviembre, cuatro en el Icpna. Pero ahora no hay certezas al respecto", comenta.
Vallejo considera que sí existe preocupación del Estado por el sector cultural, por lo menos, “más que hace veinte años”. En la actual crisis, agrega, nota voluntad política de los mandos medios. “Y existe también un presupuesto asignado que va a redistribuirse. Sin embargo, es complicado prever tanto los presupuestos del ministerio como las políticas de acción a mediano y largo plazo”, sentencia.
Sobre este último punto, Mary Julissa Paredes Ramírez de La Negra Asociación Cultural de Puno, difiere. Ella dice: “Siento que se han demorado mucho en pronunciarse por la situación y eso, además de no considerarnos parte del sector vulnerable, ha hecho que se sienta que no tenemos soporte a nivel nacional, y menos a nivel regional”.
El gestor independiente y dramaturgo Daniel Mariani, es optimista sobre las acciones del gobierno, aunque siente que no hay nada concreto. “Creo que como gremio estamos muy dispersos y hay demasiadas iniciativas para pedir ayuda, pero tampoco he visto una petición concreta que me represente”, señala. Mariani reconoce que no tiene un plan de contingencia per se, pero que está dispuesto a trabajar nuevamente en oficinas, con un empleo regular, y, sobre todo, está listo para reinterpretar el teatro bajo las nuevas perspectivas que ofrezca la realidad postcuarentena.
Las herramientas virtuales, cuenta Mariani, no han sido las mejores aliadas para estos tiempos. “Creo que son maravillosas, pero no he encontrado consuelo en ellas. Lo único que me entusiasma es poder ver teatro de otros lugares. Ver obras on line es mejor que nunca tener la posibilidad de verlas y me estoy nutriendo mucho de cosas que se hacen en otros lugares. Pero a mí no me entusiasma crear cosas de teatro para digital. Siento que eso no es teatro. Lo siento como un lugar muy frío”, indica.
En ese punto, Mariani coincide con Paredes, quien revela una problemática mayor que se desprende del lugar en el que desarrolla su actividad. “En la región en la que trabajo ya es muy complicado atraer público para las temporadas teatrales, por lo que hacerlo virtualmente parece una realidad muy lejana”, comenta Paredes.
Desde Trujillo, Hipólito David Mingol Terrones la Asociación Cultural Dreams Imagination se suma a la consideración. “A pesar de que he visto a los grandes teatros o productoras de artes escénicas compartiendo obras, lecturas, y archivos de grandes producciones (La Tarumba, por ejemplo), nuestro trabajo es más local, hasta regional. La mayoría de actividades que ofrecemos son para estudiantes de bajos recursos que vienen de instituciones educativas nacionales y, en otros casos, para pueblos de nuestros alrededores, a los que llegamos luego de hablar con directivos de los colegios. En este caso las herramientas virtuales no sirven de mucho pues nuestro público objetivo no es el que está prendido de un computador o un celular todo el día”, anota.
–La luz al final de camino–
Basados en las encuestas de la Asociación Cultural Playbill y la Red de Creadores y Gestores Culturales Independientes, se hace evidente que el Estado necesita tomar acciones rápidas para asegurar el bienestar de los que participan en el sector cultural. Es bueno que el Ministerio de Cultura haya creado una nueva encuesta virtual para conocer la situación de cada uno de los casos, pero quizás exista algún tipo de desconfianza (generada porque su primera versión no era la adecuada) sobre si ello llegará a buen puerto y, si de hacerlo, de cuándo el estudio empezará a dar resultados concretos.
Valdría, entonces, citar el caso de la Asociación Cultural Arena y Esteras, una organización de artistas y educadores comprometidos con su comunidad que se desarrolla desde hace casi 30 años en Villa El Salvador. Ellos, así como tantos otros, sienten el Estado jamás lo ha apoyado, por lo que aprendieron a guardar pan para mayo. Lucía Janeth Quispe Castillo, su promotora, anota: “Siempre hemos estado al margen del Estado. Casi nunca esperamos que nos den algo. Durante años nos hemos mantenido funcionando gracias a la autogestión y a las formas que establecimos dentro de la organización: como no sabemos si el otro mes tendremos ingresos, creamos el concepto de ahorro y bolsa común”.
Por el momento, la encuesta que maneja el Ministerio de Cultura (https://bit.ly/EncuestaCulturalCOVID19) seguirá circulando hasta el 12 de abril. Entonces, habrán cifras más concretas y se podrán aterrizar esfuerzos para ayudar a los más vulnerables.
Sobre las encuestas virtuales utilizadas en este artículo
1 La que manejó Playbill y el Movimiento Independiente de Fomento de Público Teatral se llevó a cabo del 24 al 30 de marzo. La contestaron 173 personas relacionadas a las artes escénicas en el Perú.
2 La realizada por la Red de Creadores y Gestores Culturales Independientes estuvo disponible del 27 de marzo al 3 de abril, y fue contestada por 5390 creadores y gestores independientes de las 25 regiones del país.
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¿Qué es un coronavirus?
Los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden llegar a causar infecciones que van desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, que se pueden contagiar de animales a personas (transmisión zoonótica). De acuerdo con estudios, el SRAS-CoV se transmitió de la civeta al ser humano, mientras que el MERS-CoV pasó del dromedario a la gente. El último caso de coronavirus que se conoce es el covid-19.
En resumen, un nuevo coronavirus es una nueva cepa de coronavirus que no se había encontrado antes en el ser humano y debe su nombre al aspecto que presenta, ya que es muy parecido a una corona o un halo.
¿Qué es la covid-19?
La covid-19 es la enfermedad infecciosa que fue descubierta en Wuhan (China) en diciembre de 2019, a raíz del brote del virus que empezó a acabar con la vida de gran cantidad de personas.
El Comité Internacional de Taxonomía de Virus designó el nombre de este nuevo coronavirus como SARS-CoV-2.
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