
Durante el reciente paso del objeto interestelar 3I/ATLAS cerca de la Tierra, el astrofísico de Harvard Avi Loeb planteó una pregunta inquietante: ¿el cometa pudo haber liberado material tóxico hacia nuestro planeta? El acercamiento ocurrió el 19 de diciembre, lo que llevó al científico a reflexionar sobre un posible “regalo” nada deseado antes de Navidad.
En una publicación realizada en el portal Medium, Loeb se preguntó: “¿Llegará a la Tierra parte del material desprendido por 3I/ATLAS?”. Su duda surge a partir de observaciones que indican que la nube de gas que rodea al objeto, vista con un brillo verdoso durante su acercamiento al Sol, contiene sustancias potencialmente peligrosas.
Según explicó, existe preocupación porque esa nube de gas es conocida por “contener cianuro y cianuro de hidrógeno”.
El propio Loeb recordó en declaraciones al New York Post que “el cianuro de hidrógeno, en grandes concentraciones, es un veneno”, destacando que esta sustancia fue utilizada como arma química durante la Primera Guerra Mundial.
El científico citó además datos del radiotelescopio ALMA, ubicado en Chile, que detectó la presencia de metanol y cianuro de hidrógeno en el objeto durante los últimos meses.

Lo anterior lo llevó a plantear si el cometa podría representar “a un asesino en serie que esparce veneno”, comparable a una “pastilla de cianuro intergaláctica”.
Sin embargo, Loeb aclaró que no hay motivos para alarmarse. Según sus cálculos, el viento solar impediría que cualquier gas potencialmente tóxico llegue a nuestro planeta.
“Dada la tasa de pérdida de masa medida por el Telescopio Espacial Webb, el gas alrededor de 3I/ATLAS sería arrastrado por el viento solar a solo unos pocos millones de kilómetros del objeto”, explicó.
Asimismo, indicó que las partículas de polvo más pequeñas serían expulsadas por la radiación solar, mientras que los fragmentos más grandes se quemarían en la atmósfera terrestre si midieran menos de un metro.

“Dada la tasa de pérdida de masa de 3I/ATLAS, hay menos de un millón de estos objetos grandes liberados en los últimos meses”, escribió, agregando que “el más cercano de ellos nunca se acercará a menos de diez veces el radio de la Tierra”.
Finalmente, Loeb dejó una nota irónica al señalar que el escenario solo cambiaría si esos fragmentos pudieran “maniobrar mediante propulsión tecnológica”.
Fiel a sus teorías previas, el científico volvió a sugerir que la extraña trayectoria del cometa podría indicar un origen artificial, e incluso afirmó que 3I/ATLAS podría estar enviando “satélites” hacia Júpiter para recolectar información para una “civilización extraterrestre”.
Qué sigue para el cometa 3I/ATLAS tras acercarse a la Tierra
Tras su acercamiento a la Tierra el 19 de diciembre, el cometa 3I/ATLAS continúa su recorrido por el sistema solar. En ese momento se encontraba a una distancia muy grande de nuestro planeta, por lo que no representó ningún peligro. Los científicos aprovecharon esa cercanía relativa para observarlo con telescopios y recopilar más datos sobre su composición y comportamiento.
Luego de pasar cerca de la Tierra, 3I/ATLAS se está alejando gradualmente del Sol. A medida que se enfría, su actividad disminuirá: liberará menos gas y su brillo se irá apagando. Esto es normal en los cometas, que suelen ser más activos cuando están cerca del Sol y pierden energía al alejarse.

El siguiente punto clave en su trayectoria será su aproximación a Júpiter, prevista para marzo de 2026. La enorme gravedad del planeta gigante podría alterar ligeramente su camino, algo que los astrónomos seguirán con atención. Estas interacciones ayudan a entender mejor cómo se mueven los objetos que llegan desde fuera del sistema solar.
Finalmente, el cometa continuará su viaje hacia el espacio profundo y probablemente no volverá a acercarse a la Tierra. Aun así, los datos recogidos durante este periodo seguirán siendo analizados durante años, ya que 3I/ATLAS es un objeto poco común y ofrece pistas valiosas sobre lo que ocurre más allá de nuestro sistema solar.
¿De dónde viene el cometa 3I/ATLAS?
El cometa 3I/ATLAS es el tercer objeto interestelar detectado en la historia, lo que significa que no nació en nuestro sistema solar. Proviene de las profundidades de la Vía Láctea, específicamente desde la dirección de la constelación de Sagitario. Su trayectoria hiperbólica confirma que solo está “de paso”, viajando a velocidades tan extremas que la gravedad del Sol no puede capturarlo.
A diferencia de otros visitantes interestelares como ‘Oumuamua, 3I/ATLAS mostró una actividad cometaria clara, con una coma de gas y colas de polvo visibles. Esto permitió a los científicos confirmar que su núcleo está compuesto de hielos y materiales orgánicos, similares a los cometas locales pero con una firma química única que refleja las condiciones de su sistema estelar de origen.
Tras alcanzar su punto más cercano al Sol en octubre de 2025 y a la Tierra en diciembre del mismo año, el cometa comenzó su viaje de salida. Actualmente se aleja hacia el espacio exterior a una velocidad de más de 240,000 km/h, por lo que nunca volverá a ser visto desde nuestro planeta.
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