
Muchas de las consultas médicas que se realizan en diversas especialidades tienen al dolor como su principal motivo. En algunos casos es un síntoma transitorio y cumple una función fisiológica de protección, pero en otros puede persistir más allá de lo esperado y evolucionar hacia dolor crónico que se mantiene por más de tres meses. Hoy te explico, de la mano de los expertos, las señales que debes tener en cuenta para buscar atención médica así como las opciones que tienes para aliviar el malestar si se trata de una contractura muscular.
Pasar largas horas frente a la computadora, dormir en una mala postura, hacer un esfuerzo físico repentino o incluso el estrés diario pueden causar una contractura muscular, molestia común que se manifiesta con dolor, rigidez o sensación de “nudo” en alguna zona del cuerpo. Aunque suele ser pasajera, puede derivar en una lesión crónica si no se atiende a tiempo.
“Muchas personas conviven con el dolor muscular como si fuera algo normal, pero esta actitud puede traer consecuencias graves. No se debe normalizar el dolor crónico porque puede indicar un problema subyacente que requiere tratamiento. Ignorarlo favorece la limitación funcional, la pérdida de movilidad y el deterioro de la calidad de vida”, explica el fisioterapeuta Yheyneer Silva Seclen, docente del Instituto Carrión.

Qué hacer frente a una contractura muscular
Uno de los errores más comunes es no saber cuándo aplicar frío o calor. El especialista detalla que el frío se debe usar durante las primeras 24 a 48 horas, por ejemplo, tras un golpe o contusión para reducir la inflamación y calmar el dolor agudo. Pasado este periodo, cuando el músculo ya no está tan tenso, es momento de aplicar calor húmedo, que ayuda a relajar el músculo, mejorar la circulación y acelerar la recuperación. Pon en práctica estos consejos:
- Realiza estiramientos suaves. Los estiramientos lentos y sostenidos —manteniendo cada posición entre 20 a 30 segundos, sin rebotes— favorecen la recuperación muscular. Movimientos articulares controlados y ejercicios de respiración también ayudan a relajar la zona afectada.
- Descansa, pero no te inmovilices. El reposo absoluto no es recomendable. Según Silva, se debe descansar el primer día o hasta el segundo. Luego, es importante movilizar progresivamente el músculo con estiramientos suaves para evitar la rigidez y acelerar la recuperación.
- Usa herramientas caseras. Los rodillos de espuma, pelotas de goma o cojines térmicos pueden ser grandes aliados. Los primeros ayudan a liberar la tensión muscular y mejorar la circulación; los segundos brindan calor localizado para relajar el músculo. Siempre deben usarse con precaución y sin causar dolor.
- No ignores el dolor persistente. Si la molestia dura más de una semana o se repite con frecuencia, es importante acudir a un fisioterapeuta. Ignorar el dolor puede convertirlo en un problema crónico, con impacto no solo físico, sino también emocional. De hecho, el especialista advierte que el estrés y la ansiedad aumentan la tensión muscular, dificultando la recuperación.
- Adopta hábitos saludables. Mantener una rutina de actividad física regular, hidratarse adecuadamente, dormir bien y cuidar la postura al trabajar o estudiar son claves para prevenir nuevas contracturas. También se recomienda realizar pausas activas si se pasa mucho tiempo sentado.
Señales de alarma frente al dolor crónico
Este puede tener múltiples orígenes: musculoesquelético, neuropático, visceral u oncológico, entre otros. En algunos casos es profundamente incapacitante con un alto impacto en el bienestar de los pacientes.
El Dr. Rodrigo Diez, subespecialista en Medicina del Dolor, explica que dificulta la realización de tareas diarias; repercute en la vida laboral, social y emocional porque afecta el desempeño y el estado de ánimo desencadenando depresión, ansiedad y otros problemas emocionales; causa ausentismo laboral porque impide la asistencia y productividad; afectaciones severas en la salud mental porque impacta negativamente el bienestar psicológico general.
Ante esto, no debemos normalizar el dolor persistente y prestar atención a estas señales de alarma que requieren evaluación médica:
- Pérdida de peso no intencional.
- Fiebre persistente.
- Dolor que interrumpe el sueño.
- Dolor crónico en pacientes con antecedentes oncológicos.
- Déficit neurológico progresivo, con debilidad, pérdida de sensibilidad, incontinencia o disfunción intestinal/vesical que requieren atención urgente.
- Inicio de dolor súbito en menores de 20 o mayores de 50 años.
- Uso prolongado de corticoides o inmunosupresores.
- Trauma significativo previo, especialmente en personas mayores
- Dolor no relacionado con el movimiento o que no mejora con el reposo
- Síntomas constitucionales como fatiga extrema, sudoraciones nocturnas, malestar general.

¿Qué tratamientos se aplican para el dolor crónico?
Entre las alternativas terapéuticas mínimamente invasivas se incluyen:
- Estimulación de la médula espinal, la cual utiliza impulsos eléctricos para modular la percepción del dolor a nivel de este órgano.
- Bombas de liberación controlada de fármacos, que permiten liberar medicación directamente en el sistema nervioso central.
- Endoscopia espinal, que trata afecciones de la columna con precisión
- Crioanalgesia, que emplea frío extremo para bloquear selectivamente los nervios responsables del dolor.
Estas técnicas, junto con la rehabilitación especializada y el apoyo psicológico, “representan una alternativa eficaz para pacientes que no responden a tratamientos convencionales, mejorando significativamente la calidad de vida”, añade el Dr. Carlos Alberto Ciraolo, neurocirujano especialista en dolor crónico.
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