Luis Aguilera, trabajador del cementerio
Bajos de Mena, en Santiago de Chile, después de enterrar a una persona sospechosa de haber muerto de COVID-19. El vecino país ya tiene más de 291 mil casos confirmados. (AP)
Luis Aguilera, trabajador del cementerio Bajos de Mena, en Santiago de Chile, después de enterrar a una persona sospechosa de haber muerto de COVID-19. El vecino país ya tiene más de 291 mil casos confirmados. (AP)
/ Esteban Felix
Farid Kahhat

“En algunos casos ha habido manipulación de precios, uso abusivo de una posición dominante. En el fondo es abusar de los peruanos. Les quiero decir a esas personas que vamos a ser implacables y que tenemos las facultades […] para perseguirlas y castigarlas porque lo que están haciendo es inmoral y un atentado a la salud y la vida de todos nuestros compatriotas”.

¿Identificó al populista radical que habría hecho esas declaraciones? Si lo hizo, se equivocó. Me tomé la libertad de cambiar “chilenos” (el gentilicio original) por “peruanos”. Son declaraciones del presidente Sebastián Piñera a la televisión de su país. Las brindó luego de que, según un comunicado del Ministerio de Salud de Chile, este colocara los servicios de salud privados a disposición del sistema público de salud, para “hospitalizar un paciente independiente de su previsión, de acuerdo a la necesidad”. Además, ese ministerio tiene la facultad de nombrar delegados que tomen control médico y administrativo de nosocomios privados, lo cual se hizo por primera vez con la clínica Elqui, en la región de Coquimbo.

No es que esas políticas estuvieran exentas de críticas en Chile (por ejemplo, por el monto de las compensaciones que se pagaría a las clínicas), pero en nuestro país, tras unos dos meses de negociaciones, no se había podido alcanzar acuerdo alguno. Entretanto, pacientes que podrían haberse atendido sin costo adicional para ellos bajo un eventual acuerdo entre el Estado y las clínicas tenían que pagar cuentas de cientos de miles de soles o pagar 165 soles por un medicamento que se podía conseguir en farmacias privadas por menos de 1,30 soles. No se trata, por lo demás, de medidas inusuales en países capitalistas y democráticos bajo circunstancias excepcionales: Irlanda, otrora portaestandarte libertario para entidades como el Instituto Cato, también tomó control de hospitales privados durante la pandemia.

Lo que sí se había hecho en el Perú era conceder créditos con fondos públicos e intereses menores a la inflación, garantizados por el Estado, a empresas privadas. Cosa que es común en los países antes descritos en un contexto de emergencia (recuerde, por ejemplo, el rescate a entidades financieras bajo el gobierno conservador de George W. Bush durante la Gran Recesión del 2008 al 2009). La diferencia es que en países desarrollados esos fondos de rescate suelen implicar condiciones virtualmente inexistentes en el Perú. En la Alemania de Angela Merkel el gobierno propuso rescatar con fondos públicos a la compañía aérea Lufthansa, pero a cambio obtendría un 20% de sus acciones. En Dinamarca, las condiciones para acceder a un rescate con fondos públicos incluían que la empresa no estuviera basada en un paraíso fiscal ni repartiese utilidades hasta el 2022.

El caso emblemático es el de Donald Trump, quien inicialmente se negó a invocar el Acta de Producción para la Defensa de 1950 porque ello convertiría a su país en un émulo de Venezuela. Pero terminó por invocarla para obligar a la empresa General Motors a fabricar para el gobierno una cierta cantidad de respiradores mecánicos a un precio predeterminado. Algo similar a lo que hizo el gobierno conservador de Boris Johnson con la empresa Dyson, siguiendo una tradición británica que, durante la Segunda Guerra Mundial, obligó a empresas privadas a participar en el proceso de producción de los aviones caza Spitfire.

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¿Qué es el coronavirus?

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).

El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.

El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.

Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.

Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.

¿Cuánto tiempo sobrevive el coronavirus en una superficie?

Aún no se sabe con exactitud cuánto tiempo sobrevive este nuevo virus en una superficie, pero parece comportarse como otros coronavirus.

Estudios indican que pueden subsistir desde unas pocas horas hasta varios días. El tiempo puede variar en función de las condiciones (tipo de superficie, la temperatura o la humedad del ambiente).

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