La segunda ola en Europa, la tercera ola en Estados Unidos, la cuarta ola en Hong Kong y la casi probable segunda ola en el Perú. En menos de un año, la pandemia del COVID-19 ha golpeado la vida de todos los que habitamos el planeta, sin excepciones. Aunque en algunos lugares parece ser solo un mal recuerdo, como en China, paradójicamente el lugar donde todo empezó, el coronavirus sigue muy presente en todo el mundo. Aunque por momentos parecía menguar en algunas regiones, luego ha vuelto y con más fuerza.
Así, entre noviembre y diciembre, los nuevos casos se han disparado en el hemisferio norte, sobre todo en Estados Unidos y Europa, donde la cifra de contagios no deja de subir, y está empezando a crecer otra vez en Latinoamérica. Aunque en algunos países europeos, como España e Italia, la curva ha vuelto a estar en descenso, en Alemania la situación es preocupante.
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Tanto que la canciller Angela Merkel se conmovió casi hasta las lágrimas para pedirles esta semana a sus compatriotas que por favor no viajen o visiten a sus familiares en Navidad para evitar aumentar los contagios. “Si ahora tenemos demasiados contactos y luego resulta que ésta fue la última Navidad con los abuelos será que tal vez algo hicimos mal. Lo siento, de corazón, por todos aquellos que sufren la dureza de la situación”, dijo el miércoles ante el Parlamento.
El viernes se llegó en Alemania al nuevo máximo diario de contagios: 32.734 nuevos casos en 24 horas, además de 598 nuevos decesos.
MIRA ACÁ LA ESTADÍSTICA DE LOS NUEVOS CASOS EN EL MUNDO: https://www.statnews.com/2020/03/26/covid-19-tracker/
¿Varias olas o una gran ola?
Como ya comentábamos, los medios de comunicación en el mundo hablan de una segunda ola europea e incluso una tercera ola en Estados Unidos, que sigue siendo el foco de la pandemia y que en las últimas semanas está padeciendo un severo rebrote. ¿Pero es realmente así?
En una fase epidémica, una ola implica un número creciente de personas enfermas, un pico definido y luego una disminución.
“En Europa y Asia se puede hablar claramente de segundas o terceras olas porque la mayoría de países en esos continentes lograron suprimir la transmisión, mientras que en Sudamérica, Estados Unidos o México solo se ha mitigado, es decir, se ha reducido la transmisión”, comenta a este Diario la epidemióloga Larissa Otero, investigadora del Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
Sobre lo que ocurre en Estados Unidos -con casi 16 millones de infectados acumulados y que desde hace semanas llega a máximos históricos en nuevos casos- coinciden varios especialistas en epidemiología y bioestadística. “No creo que el país haya tenido olas múltiples”, comenta Alessandro Vespignani, profesor de física, informática y ciencias de la salud en la Universidad Northeastern de Boston, quien modela el impacto de la pandemia. “Se trata de la misma ola que se está moviendo por todo el país”, señala a “Stat”, página especializada en ciencias y biotecnología.
“La retrospectiva histórica tendrá que decir qué forma tendrá el COVID-19, pero tal vez los futuros modeladores lo llamen jorobas. Así, Estados Unidos estaría en su tercera joroba y Europa en la segunda”, explica el bioestadístico Nicholas Reich, de la Universidad de Massachussetts.
Un referente de una pandemia con varias olas es la influenza de 1918, la llamada gripe española, y que se extendió hasta 1920 matando a cerca de 100 millones de personas en el mundo. Aquella vez, la segunda y tercera ola fue mucho más mortal que la primera ola, sobre todo porque infectó a poblaciones más jóvenes.
Desafío social
Sea que se trate de olas, jorobas o rebrotes, lo que sí es cierto es que el SARS-CoV-2 está aún lejos de abandonarnos.
Mientras que en Estados Unidos -pese a los bajones en algunos meses- los casos diarios se han contado por decenas de miles, en Europa el virus parecía haberse mitigado a mediados de año.
Desde el inicio de la pandemia, Alemania y muchos otros países europeos nunca obligaron a su población a ponerse mascarillas, algo que ya se ha comprobado reduce el nivel de contagios. Aunque en España e Italia, los países que fueron más afectados al inicio, sí se impusieron cuarentenas entre marzo y abril, la vuelta a la normalidad no tardó y para los meses del verano europeo -junio, julio y agosto- los turistas ya paseaban sin mayores restricciones, y los restaurantes, bares y gimnasios volvieron a funcionar.
Entre julio y agosto, más de 4 millones de personas visitaron España, y en muchos casos ya no se exigían pruebas de descarte de COVID-19 ni tampoco se hacían cuarentenas al entrar a algunos países. Así, se estaba preparando el escenario ideal para que el virus regresara con más fuerza.
“Obviamente, las estrategias de salida fueron demasiado rápidas y las medidas se relajaron demasiado pronto”, reconoció a finales de octubre Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE.
Las cifras de esta segunda etapa están siendo mucho más fuertes en los países europeos, sobre todo en Alemania y en varios países de Europa del Este que no se habían afectado tanto entre marzo y abril, como Polonia y Ucrania.
Aunque el Reino Unido ya empezó a vacunar a su población, los expertos han indicado que eso no significará una mitigación automática de los contagios. De hecho, un modelo del Instituto de Métricas de Salud y Evaluación de la Universidad de Washington proyecta para el 1 de febrero cerca de 400 mil muertos por COVID-19 en Estados Unidos.
Hasta el momento, las medidas más efectivas para contrarrestar la propagación es el uso de mascarillas, la distancia social, evitar los lugares concurridos cerrados y limitar nuestro número de contactos. Como señala a MedPageToday, una página de divulgación científica, el doctor Stephen Morse, de la Facultad de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, “estamos combatiendo a la primera pandemia del siglo XXI con las herramientas de 1918”.
Así lo resume el bioestadístico Nicholas Reich: “Una de las razones por las que el COVID-19 es tan difícil de predecir es que el poder cambiar la trayectoria depende de nosotros. Pero los humanos nos cansamos de estar tan atentos y es emocional y socialmente agotador. Se trata del desafío social de nuestro tiempo”.
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