Mujeres afganas vestidas con burka caminan por una carretera en Kandahar. EFE/EPA/Qudratullah Razwan
Mujeres afganas vestidas con burka caminan por una carretera en Kandahar. EFE/EPA/Qudratullah Razwan

Ante la mirada atónita y la escasa inacción del mundo entero, el gobierno de facto de Afganistán ha endurecido en los últimos días sus posturas extremistas con la promulgación de una ley de 35 artículos y cuatro capítulos que abordan cuestiones como el velo integral o hiyab para las mujeres, la vestimenta de los hombres y las regulaciones de los medios de comunicación.

El documento es una especie de establecimiento de las líneas rojas que, según el movimiento talibán, no se deben cruzar en el país. “No podemos negociar con nadie sobre estos asuntos”, advirtió Mohammad Khalid Hanafi, uno de los altos funcionarios del régimen a la agencia de noticias afgana Tolo.

El Ejecutivo afgano ha dado incluso un paso más allá en las últimas horas con su decisión de dejar de cooperar con la misión de las Naciones Unidas  destacada en la nación asiática, que expresó su profunda preocupación por las tan rigurosas leyes islámicas puestas en vigor. España, por su parte, ha dicho que planea empezar una ronda de actuaciones en la Unión Europea y otros organismos internacionales para abordar la lucha por los derechos humanos conculcados en Afganistán.

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Tres años en tinieblas

Se acaban de cumplir tres años desde que el movimiento talibán volvió al poder en Afganistán y aún tenemos en la retina las imágenes de miles de personas llegando al aeropuerto de Kabul en aquel agosto del 2021 y pugnando desesperadamente por trepar a cualquier avión (trágicamente literal en algunos casos) que los sacara del infierno que veían avecinarse. Ninguno exageraba un ápice, pero si hay un grupo que ve especialmente desolador el presente y el futuro ese es el de las mujeres.


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Más privaciones

Pensar que el régimen talibán se iba a moderar era muy ingenuo. Acaba de promulgar la Ley para la Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio que ratifica restricciones vigentes como el veto de la educación superior femenina y la obligación del velo integral, y que impone unas nuevas rayanas en la locura, como ,el impedimento de que las mujeres miren a hombres con los que no están emparentadas por sangre o matrimonio y la prohibición del sonido de la voz femenina porque ““la voz de una mujer se considera íntima y no se debe escuchar cantando, recitando o leyendo en voz alta en público”.


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Rechazo inmediato

Decenas de mujeres afganas publicaron en las últimas horas en redes sociales varios videos en los que se las aprecia cantando. “Nuestra voz no es privada y tentadora, son tus ojos los que fabrican tentaciones”, es una de las frases más repetidas en las melodías. En los videos, según consigna la agencia EFE, también se ve a las mujeres sostener carteles con el rostro tachado del líder supremo de los talibanes, el mulá Hibatullah Akhundzada, que acaban partiendo por la mitad en señal de protesta.


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Decisión extrema

Más allá de esta valiente postura, la ONU ya advirtió a fines del 2023 del incremento de suicidios entre las mujeres jóvenes de Afganistán y el trato a ellas ha sido calificado un ‘apartheid’ de género. Citado por la cadena BBC, un psiquiatra de un hospital público de Kabul dijo a comienzos de este año que la situación era catastrófica y que si bien no se le permitía manejar un registro o estadística de suicidios, le resultaba muy difícil encontrar una familia en la cual “una mujer no esté padeciendo una enfermedad mental” sometida por el régimen fundamentalista.


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