El oligarca ruso y jefe del paramilitar Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, murió ayer luego de que el avión en el que viajaba de Moscú a San Petersburgo fuese derribado por defensas aéreas pocos minutos después de despegar, según informó el servicio de aeronáutica Rosaviatsia y el grupo de Telegram vinculado a Wagner “Grey Zone”.
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A bordo de la nave viajaban en total 10 personas. Inicialmente se desconocía si el jefe paramilitar había abordado el avión, pero luego las propias agencias confirmaron que sí lo había hecho. Cabe resaltar que al cierre de este artículo ni el Kremlin ni el Ministerio de Defensa ruso habían confirmado oficialmente la muerte de Prigozhin.
El incidente sucedió el mismo día en el que se cumplían dos meses del inicio del motín de 24 horas que dirigió Prigozhin contra los jefes militares rusos por desencuentros sobre las operaciones en Ucrania. Esto ha llevado a sospechar que el accidente aéreo sería una represalia gubernamental ordenada desde las más altas esferas, es decir, por el propio presidente Vladimir Putin.
De chef a señor de la guerra
Nacido el 1 de junio de 1961 en la actual San Petersburgo, Yevgeny Prigozhin tuvo un pasado criminal que lo llevó a purgar 10 años de prisión por fraude y robos, antes de ser indultado en 1990. Una vez en libertad, montó un negocio de comida que lo acercó tanto al ejército como a la entonces naciente figura política local, Vladimir Putin.
Ya en el poder, la confianza del mandatario por Prigozhin, y la cantidad de contratos por catering que se le otorgaron tanto con el ejército como con las escuelas, llevaron a que sea bautizado como el chef personal de Putin. De esa forma, poco a poco, Prigozhin se fue convirtiendo en un nuevo oligarca que en el 2010 guiaba al presidente por su recién estrenada fábrica.
Cuatro años más tarde, sin embargo, en plena crisis por la anexión de Crimea, el chef colgó el delantal y se calzó las botas. Fundó el Grupo Wagner, una organización paramilitar dispuesta a servir a los intereses del Kremlin tanto en el naciente conflicto con Ucrania como en las campañas que mantenía en la República Centroafricana, Sudán, Libia, Mozambique, Malí o Siria.
Pese a negarlo durante años, Prigozhin terminó admitiendo en septiembre del 2022 que había fundado la empresa militar, algo ilegal en Rusia pero que justificó como un grupo de patriotas. Esta organización ha sido denunciada en múltiples ocasiones de violar los derechos humanos en los conflictos donde ha participado y, en casos puntuales como el ucraniano, se les ha señalado de mantener ideologías neonazis.
A la par de sus operaciones con Wagner, Prigozhin montó diferentes empresas que sirvieron al Kremlin, como la Internet Research Agency, sancionada en el 2018 por el Departamento del Tesoro de EE.UU. debido a que era una granja de trolls que buscó interferir en las elecciones del 2016. La misma suerte corrieron sus otras empresas Concord Management y Concord Catering.
El amigo traidor
La confianza de Putin por Prigozhin era tan grande, y la cercanía de Wagner con el Kremlin tan obvia, que a pocos sorprendió cuando el grupo de mercenarios se involucró en la invasión rusa lanzada sobre Ucrania en febrero del 2022.
El conflicto, que Putin esperaba resolver en un par de semanas y acaba de cumplir año y medio, terminó revelando sin embargo, una serie de asperezas entre Prigozhin y otros mandos militares rusos.
En febrero del 2023 se quejó de que sus combatientes no tuvieran suficientes municiones durante la invasión a Bajmut, para la que fueron clave en mayo del mismo año. Esto lo llevó a enfrentarse con el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y el jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov.
Hay un refrán ruso que dice que “no se muere dos veces si no se escapa de la muerte una vez”. La primera vez para Prigozhin sucedió el 24 de junio de este año, cuando ordenó a sus tropas marchar hacia Moscú en un desafío sin precedentes al Kremlin que puso al país al borde de una guerra civil.
Putin calificó la rebelión como una “traición” y estuvo a punto de “ordenar aplastarla” si no hubiese intervenido su homólogo bielorruso, Alexander Lukashenko, como mediador para convencer a Prigozhin de desistir en su asonada en menos de 24 horas.
El fin de la revolución incluyó el exilio de Prigozhin en Bielorrusia junto a sus tropas, o al menos las que quedaron luego de que Putin diera oportunidad a los miembros de Wagner de sumarse al Ejército ruso si no deseaban exiliarse.
Tras su exilio, Putin se reunió al menos una vez con Prigozhin, aunque nunca volvió a referirse públicamente sobre él. En cuanto al jefe del Grupo Wagner, se lo vio en un par de veces en Rusia y se sabe que mantenía una oficina en San Petersburgo. El lunes último apareció en un video presuntamente grabado en África invitando a que nuevos mercenarios se unieran a sus filas. Lo siguiente que se supo de él fue que había muerto en el accidente.
“Prigozhin perdió el control del Grupo Wagner en Ucrania luego del motín. Quizás mantenía el control de las fuerzas que combatían en África, pero ya no en suelo ucraniano. Por eso no tendría un sentido práctico asesinarlo, ya no era un peligro para Putin. Sin embargo, podría ser un asesinato que serviría como señal de que nadie se mete con él”, comenta a El Comercio el analista internacional Roberto Heimovits, en respuesta a una de las teorías que surgieron desde el mismo Grupo Wagner, que el accidente fue una orden de acabar con quien se atrevió a desafiar a Putin.
Y es que la historia reciente ha demostrado que quienes han osado retar al líder del Kremlin no han terminado bien. Ya sea el caso del exagente de la KGB Alexander Litvinenko, muerto tras beber un té envenenado en Londres; o del exespía Sergei Skripal, quien sobrevivió de milagro a un envenenamiento con novichok también en la capital inglesa; o del activista Boris Nemtsov, asesinado a balazos cerca del Kremlin pocos días antes de liderar una protesta contra la guerra en Ucrania.
Y la lista sigue con Anna Politkovskaya, Alexei Navalny, Vladimir Kara-Murza o Viktor Yushchenko. Todos críticos de Putin que murieron, sufrieron de atentados o están recluidos en alguna prisión rusa.
“Prigozhin y Putin eran bastante cercanos, por lo que podemos pensar que el mensaje iría para todo el entorno de oligarcas. Putin quiere mostrar que si fue capaz de haber ordenado la muerte de alguien tan cercano nadie estaría a salvo si no sigue su línea”, señala el analista.
Quizás por eso la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Adrienne Watson, aseguró desde el inicio que “si se confirma (la muerte de Prigozhin), no sería una sorpresa para nadie”. El asesor presidencial ucraniano Miajilo Podoliak se refirió al incidente asegurando que “la eliminación espectacular de Prigozhin (...) es una señal de Putin a las élites rusas antes de las elecciones [rusas] de 2024″.
“Históricamente quien está a la cabeza puede intentar asustar a los demás ordenando la muerte de uno, dos o tres. Pero si el entorno llega a convencerse de que cualquiera puede morir hay dos efectos posibles: someterse a la voluntad del dictador o unirse y derrotarlo. Es discutible la eficacia de una política así”, concluye Heimovits.
El "general Armagedón"
La rebelión de Prigozhin tuvo otro nombre principal. Mientras que el líder mercenario pedía las cabezas de Shoigú y Guerásimov previo a su asonada, también se habías deshecho en elogios públicos para el general Sergei Surovikin, exencargado de las operaciones militares en Ucrania y conocido por sus brutales técnicas en el campo de batalla.
Natural de Novosibirsk, Surovikin formó parte del grupo especial Spetsnaz y sus primeras misiones fueron en la guerra afgano-soviética.
En 1991, cuando era capitán y comandante de batallón, estuvo involucrado en el intento de golpe de Estad contra Borís Yeltsin, por lo que pasó siete meses detenido durante las investigaciones de las que se terminó librando luego de que el mandatario le retire los cargos en contra por considerar que solo cumplía órdenes.
A lo largo de los años ha servido en Tayikistán, Chechenia y comandado las operaciones en Siria. Las brutales técnicas que aplicó en dicho país de Medio Oriente le valieron el apodo de “general Armagedón”.
A fines del 2017 fue nombrado Comandante de las Fuerzas Aeroespaciales y ese mismo año fue condecorado como héroe de la Federación Rusa por su papel en el conflicto sirio.
Para el 2021, Surovikin ya se había convertido en general del ejército y varios lo perfilaban como el sucesor de Guerásimov. A mediados del año siguiente se le encomendó liderar al ejército sur durante la invasión a Ucrania y en octubre Putin lo nombró comandante de todas las fuerzas rusas dentro de la misión especial.
“Surovikin no hizo un mal papel como jefe de las fuerzas en Ucrania, él ascendió cuando la situación estaba bastante mal luego del fracaso inicial de la invasión. Lo que Surovikin hizo fue evacuar Kherson, pero porque no había otra alternativa y mas bien condujo de una forma ordenada la evacuación. Así que dentro de todo, no era un jefe militar brillante pero tampoco lo hizo mal”, comenta Heimovits.
En enero de este año, sin embargo, en una sorpresiva decisión, se encomendó a Guerásimov el control total de las operaciones militares en Ucrania. Durante la asonada de junio, además, se pudo ver a Surovikin en un video donde no apareció con sus insignias militares hablándole a Prigozhin y pidiéndole abandonar su marcha hacia Moscú.
Desde entonces Surovikin desapareció de la escena pública y se rumoreaba que venía siendo investigado por posible complicidad con Prigozhin, lo que lo habría llevado a estar bajo arresto domiciliario.
“La principal razón de su destitución serían sospechas de cierto nexo con Prigozhin. Una razón sería que no fue lo suficientemente enérgico durante el motín. Si bien intento mediar o convencer a Prigozhin, Surovikin no demostró la lealtad que Putin esperaba”, opina al respecto el analista.
Ayer, finalmente, la agencia RIA informó citando a una fuente anónima que “el exjefe de las Fuerzas Aéreas y Espaciales rusas, Sergei Surovikin, ha sido relevado de su cargo, mientras que el coronel general Viktor Afzalov, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, se encuentra actuando temporalmente como comandante en jefe de la Fuerza Aérea”.
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