El 24 de febrero, Rusia decidió lanzar su “operación militar” sobre Ucrania con una serie de argumentos, desde la amenaza de la OTAN hasta derrotar a los neonazis del país. Ya han pasado tres meses, y no hay ni vencedores ni vencidos. La guerra está empantanada, mientras la opinión pública parece cada vez más cansada de un conflicto que sigue teniendo consecuencias en la economía global y la crisis alimentaria.
“Todo el mundo pensó que sería una victoria relámpago para los rusos. Se está cumpliendo una vez más el viejo adagio de que todos saben cómo empiezan las guerras, pero nadie sabe cómo terminan”, comenta a El Comercio el analista internacional Roberto Heimovits.
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Tres meses después, hemos entrado a una especie de guerra de desgaste, donde el objetivo es cansar al enemigo con ataques constantes y sin tregua. ¿Pero a quién favorece un desgaste de esta magnitud? ¿El tiempo juega a favor de Rusia o de Ucrania?
“La guerra comenzó como una guerra de maniobras en que los rusos intentaron avanzar profundamente dentro del territorio ucraniano de forma rápida, pero fracasaron en grande”, señala Heimovits. “Pero ahora los rusos han adoptado la estrategia de desgaste contra los ucranianos, y probablemente tienen razón, porque hasta ahora ellos tienen más aviación y más artillería, que es lo más importante en una guerra de desgaste”, agrega.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, informó que el Ejército ruso ha disparado contra su país un total de 2.275 misiles y ha llevado a cabo más de 3 mil ataques aéreos.
Por más que el ejército de Ucrania ha sorprendido al mundo con su capacidad de resistencia y pudo contener el inicial avance ruso, que en pocos días quería conquistar Kiev, tampoco se puede decir que los ucranianos están en ventaja. De hecho, siguen perdiendo el control de territorios.
Según Euromaidan Press, un portal de noticias independiente ucraniano, antes de que se iniciara la guerra, las fuerzas separatistas prorrusas en la región del Donbás ocupaban 43 mil kilómetros cuadrados del territorio ucraniano, lo que representaba el 7% de la extensión total del país. Tres meses después de iniciada oficialmente la invasión, la ocupación rusa ya se extiende sobre 125 mil kilómetros cuadrados.
Como recuerda la agencia AP, Rusia ha tomado extensiones considerables de territorio en torno a la Península de Crimea, que ya se había anexionado en el 2014; y también consiguió tras un asedio sangriento controlar el puerto estratégico de Mariúpol. Sin embargo, ha tenido que ceder en Jarkóv, la segunda ciudad más grande de Ucrania, y ha apostado por controlar el este ucraniano donde está la región del Donbás.
Para Mykola Sunhurovskyi, experto militar del think tank Razumkov Center, en Kiev, los ucranianos también están empleando la técnica del desgaste: “El plan de Ucrania es sencillo y evidente: desgastar todo lo posible a las fuerzas rusas en los próximos meses, ganar tiempo para recibir armas occidentales y la instrucción sobre cómo utilizarlas, y después lanzar una contraofensiva en el sureste”, dijo también a la AP.
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Más armas para Ucrania
¿Qué podría inclinar la balanza? Para Heimotivs, la clave es la cantidad y calidad del armamento que Occidente y, sobre todo, Estados Unidos, le tiene que dar a Ucrania.
“Es cierto que Estados Unidos está dando bastante armamento, pero no está dando todo lo que debe dar. Esta guerra es muy importante y hay muchísimo en juego”, agrega.
Los combates en el Donbás -donde están las ciudades de Donetsk y Luganks- se han convertido cada vez más en duelos de artillería “y podría continuar bastante tiempo sin mucho movimiento en las líneas”, señaló a la AP Phillips O’Brien, profesor de estudios estratégicos en la Universidad de St. Andrews, en Escocia.
El éxito, explica, sería para el que “pueda aguantar el aluvión”.
“Hace poco, Estados Unidos completó la entrega de 90 piezas de artillería de 155 mm. Se trata de la primera potencia, y dado lo que está en juego, no hay motivo para que no mande 360 o 450 piezas de artillería, o un sistema antiaéreo de largo alcance como los misiles Patriot para evitar que los rusos sigan dominando el espacio aéreo sobre Ucrania”, señala Heimovits.
“Ucrania ha demostrado que sabe luchar y puede ganar, pero para ganar necesita más armamento, sobre todo en esta guerra de posiciones”.
¿Y qué pasa del lado ruso? ¿Una guerra larga y desgastante no se volverá un búmeran para Putin? Según el Gobierno Ucraniano, ya son más de 29 mil soldados rusos fallecidos.
“La información en Rusia está muy controlada, pero si Ucrania recibe más armamento, y la cantidad de pérdidas sigue aumentando para los rusos, entonces la guerra se va a volver más impopular. Y algo que va a contribuir a eso será cuando los ucranianos tengan misiles de largo alcance que les permitan alcanzar blancos en territorio ruso”, enfatiza el experto.
En medio de estas tácticas, la geopolítica también tiene un peso muy relevante. Así, mientras Estados Unidos sigue monitoreando la guerra y apoyando a Ucrania, sus rivales en China, Irán y Corea del Norte están a la expectativa del destino de la guerra y el papel que está adoptando Washington, pues cualquier pestañeo o signo de debilidad puede jugar en contra de los países occidentales.