Con la tradicional apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, el papa Francisco inició esta Nochebuena el Jubileo 2025, un “Año Santo” al que se le ha dado el nombre de “Peregrinos de la esperanza” y que el pontífice espera sirva para que los fieles recuperen la fuerza en una era afligida por los espectros de la guerra, las epidemias y el cambio climático.
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“En esta noche, la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo”, indicó el pontífice en las últimas horas. “En esta noche, Dios dice a cada uno: ¡también hay esperanza para ti! Dios perdona siempre y lo perdona todo”.
Más de seis mil personas pudieron ver el inicio del Jubileo 2025 desde la basílica, mientras que otras 20.000 se congregaron en la plaza de San Pedro para seguir los sucesos, los cuales se desarrollaron en medio de estrictas medidas de seguridad.
¿Qué es el Jubileo?
Se trata de una celebración importante para la Iglesia Católica -y también para sus pares ortodoxos- al ser un año donde la gracia de su deidad está más presente que nunca. La celebración tiene raíces en la tradición judía, tomando su nombre del yobel, el cuerno de la cabra que se utilizada para dar inicio a un año declarado santo y en el que según la ley mosaica la Tierra vuelve a su verdadero propietario Dios.
“El jubileo es un año especial propiciado por la Iglesia Católica desde hace varios siglos que se basa en una idea bíblica desarrollada en el texto de Levítico que implica básicamente un periodo de remisión plenaria de pecados”, indica Juan Fonseca, profesor de Teología de las Religiones en la Universidad del Pacífico, en diálogo con El Comercio. “Un año en el que todas aquellas cosas incorrectas que han caracterizado a la vida humana durante un periodo determinado llegan a su fin y se abre la posibilidad de que la sociedad vuelva a empezar de nuevo, lo que implica cuestiones como perdonar pecados y ofensas, así como dar libertad a las personas que estaban oprimidas bajo alguna tradición”.
Una tradición que pasó al Nuevo Testamento, con Jesucristo describiendo su misión en Lucas 4, 18-19 como “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”.
Pero no fue hasta el año 1300 d.C que la fiesta fue formalmente adoptada oficialmente por la Iglesia Católica bajo el mandato del papa Bonifacio VIII, quien estableció que debía celebrarse cada 100 años, un intervalo que fue modificándose a lo largo del tiempo para pasar a los 50 años, 33 años y finalmente a cada 25 años desde 1470 bajo el mandato de Pablo II.
Cabe señalar que esto se aplica solo a los llamados Jubileos ordinarios, y es que la Iglesia Católica también celebra lo que llama Jubileos extraordinarios basándose en circunstancias especiales. Es así que si bien el último Jubileo ordinario fue celebrado a inicios de este milenio por Juan Pablo II, el Jubileo más reciente fue el llamado Jubileo de la Misericordia, que Francisco estableció entre el 8 de diciembre del 2015 y el 20 de noviembre del 2016.
Sea ordinario o extraordinario, el “Año Santo” mantiene las mismas propiedades y propósito, de instar a los fieles a la reflexión y la redención. Quizás por eso su acto más famoso es la apertura de la sellada Puerta Santa de la basílica de San Pedro, la cual se convierte en motivo de peregrinaje para miles de creyentes al otorgar una “indulgencia plenaria”, el perdón de los pecados según la tradición, a todos los que cruzan su vano.
Una tradición particularmente importante, ya que como resalta Fonseca, si bien el perdón de los pecados es una misión que la Iglesia Católica debe llevar a cabo de manera incondicional, estos gestos sirven para “animar a los fieles a retomar esta tradición a veces ignorada, al simbólicamente decir que la iglesia abre las puertas a todos sin que nadie será excluido”.
“Por otra parte, hay determinados pecados como el quitar una vida que pueden ser vistos como complejos de procesar, si bien no de perdonar, porque en la práctica todo pecado se puede perdonar”, añade Fonseca. “Entonces este año se abre la posibilidad para el confesor de una indulgencia plenaria, es decir el perdón sin ninguna condición, aunque esto ya entra en el tema de la teología moral de la que no tengo tanto conocimiento. De todos modos, vamos nuevamente en esta idea de empezar de nuevo, de volver a empezar la vida estando con Dios sin cargar ningún pecado.”
Peregrinos de la esperanza
Además de eso, cada Jubileo tiene un tema que se convierte en el norte de los fieles ese año y que en esta ocasión ha sido establecido como la esperanza, con el pontífice quizás considerando esta virtud como más necesaria en un mundo cada vez más golpeado por los conflictos bélicos, la desigualdad social y las catástrofes climáticas.
“Debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras”, escribió el papa Francisco en el 2022 en una carta pública a monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. “El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente”.
Este esfuerzo será ejemplificado cuando el pontífice visite la cárcel romana de Rebibbia este jueves 26, lugar donde abrirá una simbólica Puerta Santa en un llamado a la redención que esperan reviva la esperanza de los reclusos.
Pero mientras más cosas perduran, más cuestiones cambian y este Jubileo tendrá algunas novedades respecto a años anteriores, incluyendo el establecimiento de una mascota llamada Luce (“luz” en latín) y el desarrollo de una aplicación gratuita para teléfonos inteligentes que proporcionará a los fieles información práctica, mapas interactivos, horarios y códigos QR, pasos que parecen tener la intención de llevar a la milenaria institución a conectar con los más jóvenes.
No es coincidencia que uno de los puntos más destacados de este evento sea la canonización de Carlo Acutis, un adolescente de 15 años apodado el ‘influencer de Dios’, quien se convertirá en el primer santo ‘millenial’ durante el Jubileo de los Adolescentes que el Vaticano celebrará entre el 25 y 27 de abril del 2025.
“Esto va en línea con lo que el papa Francisco ha planteado de enriquecer la fe con los medios tecnológicos que la gente ahora concibe como parte de su vida cotidiana”, considera Fonseca. “De señalar que la tradición y la espiritualidad de la Iglesia Católica no choca, sino que se articula de manera sana y constructiva con la manera de vivir de la gente joven, a pesar de la perspectiva de algunas personas de mi generación y mayores. Me parece una estrategia no solo muy astuta y necesaria, sino además muy acorde a la concepción que tiene el papa Francisco del lugar de la Iglesia Católica en el mundo.”.
Todos los caminos llevan a Roma
La Santa Sede no será la única locación que se estará preparando para este 2025, año en que la ciudad de Roma espera recibir alrededor de 32 millones de peregrinos de todos los rincones del globo.
Una preparación que no ha gustado a todos, ya que sus habitantes han sufrido dos años de obras públicas que han congestionado el tráfico con miras a preparar a la Ciudad Eterna para la carga en sus servicios de transporte, salud y otros componentes vitales.
Es una preparación que no se ve tan completa como sus promotores quisieran, donde solo un tercio de los 323 proyectos planeados han sido completados. De todos modos, los visitantes de la capital de Italia podrán disfrutar de monumentos conocidos como la Fuente de Trevi y la Fuente de los Cuatro Ríos, así como la esperada inauguración del ‘Passetto’, un corredor amurallado de 800 metros de largo que une el Vaticano con la fortaleza romana de Castel Sant’Angelo que por siglos sirvió como ruta de escape para los papas en caso de invasión.