Melania Trump ha mostrado una faceta diferente - alegre y menos seria - en su primera gran gira internacional sola.
Mientras derrochaba sonrisas y saludos, la primera dama también aprovechó este periplo por cuatro naciones de África para marcar con más claridad algunos límites entre sus ideas y las de su esposo, el presidente Donald Trump.
“No siempre estoy de acuerdo con lo que dice y se lo hago saber”, declaró el sábado la primera dama a la prensa con la Gran Esfinge de como fondo antes de emprender el regreso a Washington. “Pero tengo mi propia voz y mis opiniones, y es muy importante para mí expresar lo que siento”.
La primera dama recorrió algunos países de África sin el mandatario estadounidense y sin compartir los reflectores. En su papel de ella misma, Melania Trump esencialmente ofreció un ligero vistazo hacia su personalidad y se quitó el semblante serio que muestra en Washington.
Melania Trump mostró su independencia respecto de su esposo en mayor o menor medida _como conversar sobre la asistencia estadounidense al exterior que el mandatario pretende reducir e ignorar el edicto de exclusividad de Fox que impuso en las pantallas de televisión cuando él viaja en el avión presidencial.
La primera dama también hizo cosas que nunca había hecho antes, como saludar a los periodistas al ingresar a una aeronave del gobierno estadounidense para la agotadora gira de cinco días por varios husos horarios. Con una gran sonrisa, a veces acompañada de una carcajada, aspecto que no le era conocido, abrazó bebés y alimentó con mamilas a crías de elefante.
Melania Trump se pavoneó, se contoneó y bailó.
La gira, elaborada desde hace meses, fue una agradable escapada de la terrible batalla política que se libraba en la capital estadounidense en torno a Brett Kavanaugh, a quien el mandatario propuso como magistrado para la Corte Suprema. El nombramiento de Kavanaugh estaba en duda después de que lo acusaran de agredir sexualmente a una chica cuando ambos eran adolescentes.
Kavanaugh rechazó la acusación y el sábado fue ratificado como magistrado para el máximo tribunal de Estados Unidos, cargo que podrá desempeñar toda la vida.
Aunque estaba a medio mundo de distancia, la señora Trump no ignoró el asunto totalmente. La prensa le preguntó su opinión sobre el juez y respondió que estaba “muy calificado” para integrarse en la corte. De las acusadoras de Kavanaugh, la señora Trump declinó emitir opinión alguna, pero señalo que “necesitamos ayudar a todas las víctimas, independientemente del abuso” que hayan experimentado.
Esa disputa por Kavanaugh resucitó el debate sobre el trato hacia las mujeres que denuncias agresiones sexuales. La primera dama ha tenido que enfrentar ese problema debido a las numerosas mujeres que han acusado a su esposo, aseveraciones que el mandatario califica de falsas.
Siempre bajo la lupa, la primera dama experimentada en moda fue blanco de ciertas críticas debido al casco blanco británico antiguo que llevó puesto durante su visita a Kenia. Las redes sociales le censuraron el casco que algunos consideran un símbolo del pasado colonial de Kenia y el otrora dominio británico.
“Ojalá la gente se enfocara en lo que hago y no en lo que llevo puesto”, respondió la ex modelo en forma cortés cuando le preguntaron por el casco.
Fuente: AP