El Papa Francisco ha vuelto a remecer al mundo con un gesto de apertura hacia las parejas homosexuales. “Las personas homosexuales tienen derecho a estar dentro en una familia, son hijos de Dios. No se puede echar de una familia a nadie, ni hacerle la vida imposible por eso. Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil, tienen derecho a estar cubiertos legalmente. Yo defendí eso”, dice el pontífice en el documental “Francesco” que fue presentado hoy en la Fiesta del Cine de Roma.
Al respecto, conversamos con Juan Fonseca, historiador y experto en religiones, para analizar las palabras de Francisco en un tema extremadamente sensible para la Iglesia Católica y los millones de fieles en el mundo.
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- ¿Las palabras del Papa Francisco cambian la posición de la Iglesia sobre la homosexualidad?
En primer lugar, hasta que no conozcamos el contexto general en el que el Papa ha dado estas declaraciones mis comentarios van a ser tentativos. Lo que pienso es que la salida que está proponiendo el Papa se intenta ubicar en un punto medio entre el respeto al dogma católico sobre el tema, y a la vez una cierta apertura hacia el reconocimiento de los derechos civiles de la comunidad LGTBI. Es decir, no cambia el núcleo doctrinario, pero sí da un paso más adelante como ejerciendo una especie de presión muy delicada que va a tener consecuencias políticas dentro de la Iglesia.
- ¿Qué consecuencias?
Se va a poner de relieve la resistencia del sector más conservador. El Papa siempre ha jugado a avanzar un pasito y retroceder medio paso, una cosa muy bien calculada porque cambiar una institución de millones de personas de un liderazgo tan amplio y de tradiciones tan rígidas, no es tan sencillo. Si se confirman estas declaraciones en todas sus dimensiones van a causar una profunda incomodidad en el sector más militantemente conservador, pero a la vez va a avivar las esperanzas del sector más reformista.
- ¿Cuál sería la reacción más visceral de los grupos católicos más conservadores?
Por un lado, la crítica pública. La jerarquía católica siempre se cuida de no sacar los trapitos al sol. Hace unos tres años, un grupo de clérigos y académicos católicos hizo una “corrección” al Papa a raíz de unas afirmacioens sobre el matrimonio. Esto es una cosa muy inusual en una organización tan vertical como la Iglesia Católica. Probablemente esta vez ocurra algo así, y podría precipitar alguna declaración colectiva de obispos o conferencias episcopales. Todavía es algo imprevisible.
- ¿Esto podría significar que se abre más la brecha entre el conservadurismo y la manera en que Francisco dirige la Iglesia? Siempre está la discusión sobre si es efectivamente un progresista. En Argentina era considerado conservador...
Yo diría que Francisco, en términos ideológicos, es un progresista moderado. En el tema específico de la sexualidad, la mayoría de progresistas católicos está un pasito más atrás que el resto del progresismo. En relación con su estilo de manejar el poder dentro de la Iglesia, el Papa es más un reformista que un revolucionario, porque se cuida bastante de no tocar el núcleo doctrinario. En este tema concreto, no está mencionando que se está cambiando la doctrina oficial de la Iglesia con respecto a la práctica sexual o a las relaciones entre personas del mismo sexo, que todavía son consideradas intrínsecamente desviadas. Una vez que se toque ese núcleo doctrinario podríamos hablar de algo verdaderamente revolucionario. Lo que está diciendo es que se abre la posibilidad de que se reconozcan las uniones civiles, que además no están regidas por las leyes canónicas, sino por las leyes civiles, entonces está reconociendo lo que ya es un hecho en otros países. Los católicos se oponen principalmente al uso del término simbólico del matrimonio, que para ellos es sagrado, entonces él habla de una posición intermedia. Evidentemente, para el sector más conservador es demasiado y para los más progresistas es muy poco. Para el progresismo moderado que él representa quizá será suficiente.
- Francisco, cuando era el cardenal Bergoglio en Argentina, se opuso firmemente a los matrimonios homosexuales...
Efectivamente, y por lo que tengo entendido la unión civil sí la consideró viable. Lo que pasa es que para el catolicismo, a diferencia de otras iglesias cristianas, el matrimonio es un sacramento y el valor simbólico que le dan es muy potente. Francisco hace un pequeño avance pero sin tocar el núcleo mismo de la doctrina.
- ¿Y podría llegar a aceptar los matrimonios homosexuales?
Yo lo veo muy difícil. Primero, por el tiempo pues Francisco ya es un hombre bastante mayor. Las condiciones en las que la Iglesia se encuentra ahora permitiría estos avances pequeños, pero para un cambio doctrinario se tendría que pasar por un concilio, tendría que ser un gran acto de la Iglesia en su conjunto, así que lo dudo.
- Cuando se tocan estos temas se suele hablar de conspiraciones dentro del Vaticano. ¿Podría ocurrir que estos grupos ultraconservadores comploten contra el Papa?
Estamos en el campo de la especulación. El Vaticano es un estado, es un poder político, y nada se puede descartar. Yo dudo que se llegue a ello, pero sí que aparezcan presiones para que renuncie. Él es una persona con mucha sapiencia política, es un tipo muy pastoral, tiene un discurso que cuando se transmite destila cierta humanidad, aun cuando uno sea católico, pero también es una persona con bastante claridad en el uso del poder. Yo también creo que esto lo ha tenido bien pensado. Asumo que ya tiene algún plan para contrarrestar el excesivo entusiasmo de un sector y la reacción conservadora que cree que se está abriendo paso a un apocalipsis moral dentro de la Iglesia.
- ¿Crees que el Papa está manejando bien el tema del márketing a sí mismo?
Creo lo hace que mucho mejor que otros pontífice. Juan Pablo II tuvo como principal instrumento comunicativo los viajes; Benedicto XVI, los libros y la cuestión académica. El papa Francisco maneja los medios, es un Papa de la posmodernidad, del siglo XXI.
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