Rusia admitió este martes haber destruido un satélite propio durante la prueba de un misil espacial, aunque rechazó haber puesto en peligro a la tripulación de la Estación Espacial Internacional (EEI) y calificó de “hipócrita” la acusación de Estados Unidos en este sentido.
“El ministerio ruso de Defensa ha efectuado con éxito una prueba, a resultas de la cual el aparato espacial ‘Tselina-D’, que ha estado en órbita desde 1982, fue destruido”, señaló el ejército ruso en un comunicado.
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El lanzamiento de este misil había sido avanzado en la víspera desde Estados Unidos, que acusó a Moscú de provocar una nube de escombros amenazantes para los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés).
Según Washington, los siete astronautas a bordo de la ISS tuvieron que refugiarse temporalmente en sus naves para prepararse para una eventual evacuación de urgencia.
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Sin embargo, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, tachó de “hipócritas” las acusaciones de Estados Unidos que, junto a China e India, eran los únicos países en haber lanzado hasta ahora misiles espaciales.
“Declarar que la Federación de Rusia creó riesgos para la explotación con fines civiles del espacio es, por lo menos, hipócrita. No hay ningún hecho en este sentido”, dijo Lavrov.
El jefe diplomático ruso indicó también que Estados Unidos “ignoró las propuestas de Rusia y de China para un acuerdo internacional que impida una carrera armamentística en el espacio” y agregó que en 2020 “crearon un comando espacial y adoptaron una estrategia, uno de cuyos objetivos era instaurar un dominio militar en el cosmos”.
La discordia pone de manifiesto el riesgo de una militarización del espacio, uno de los escasos campos donde Washington y Moscú todavía mantienen una cooperación relativamente estable más allá de sus numerosas discrepancias.
En la víspera, el jefe de la NASA Bill Nelson se dijo “indignado” y el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, destacó que la nube de escombros amenazaría las actividades espaciales “durante décadas”.
El martes, la agencia espacial rusa Roscosmos replicó que su “principal prioridad” era la “seguridad de la tripulación” de la ISS.
“Sólo los esfuerzos conjuntos de todas las potencias espaciales podrán garantizar una coexistencia lo más segura posible y las operaciones en el ámbito espacial”, dijo Roscosmos en un comunicado.
Según la agencia de prensa pública rusa TASS, responsables de la NASA conversarán durante la mañana con el director de Roscosmos, Dmitri Rogozin.
Militarización del espacio
El incidente reavivó los temores de ver el espacio transformado en un campo de batalla entre las grandes potencias, ávidas de experimentar nuevas tecnologías militares.
Hasta ahora, Moscú había alzado la voz contra cualquier tentativa de militarizar el espacio, donde solo Estados Unidos, China e India habían efectuado pruebas de misiles contra satélites.
Sin embargo, el experto militar ruso Pavel Felgenhauer subraya a AFP que Moscú nunca había escondido que disponía de sistemas capaces de llegar al espacio desde la Tierra.
Entre ellos figuran los sistemas de defensa S-500 y S-550, capaces según el ejército de reducir a escombros satélites, apunta.
“Rusia siempre ha dicho que estaba en contra del despliegue de armas en el espacio, pero no que estuviera contra el uso de armas en el espacio”, precisa el experto del diario Novaya Gazeta, señalando que no existe una prohibición “formal” de este tipo de armamento en el derecho internacional.
El presunto lanzamiento del lunes puede haber generado una enorme cantidad de escombros que suponen un riesgo para miles de otros satélites en órbita de los que dependen numerosas actividades como las comunicaciones o la geolocalización.
Destruir satélites de otros países o desplegar ofensivas en el espacio puede ofrecer una ventaja militar estratégica, pero el desarrollo de estas capacidades puede desencadenar una carrera armamentística de consecuencias imprevisibles.
A pesar de su habitual cooperación, las dinámicas diplomáticas en la Tierra también han salpicado la cooperación ruso-estadounidense en el espacio.
Un ejemplo es el compromiso de Moscú y Beijing para profundizar su cooperación aeroespacial frente a las potencias occidentales.
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