La guerra en Ucrania, estancada después de 15 meses, no solo ha evidenciado las limitaciones rusas y ucranianas en el campo de batalla. También ha desnudado cuán intrincado está el escenario geopolítico actual, donde los intereses de Occidente, los desafíos de la OTAN, la aparición de nuevas naciones poderosas o las tensiones entre China y Estados Unidos convergen con el conflicto y se mezclan con él.
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Amitav Acharya, profesor distinguido de la American University en Washington D.C. y titular de la Cátedra Unesco de Gobernanza y Desafíos Transnacionales, explica cómo esta guerra nos acerca a un nuevo orden mundial, mucho más complejo y lleno de rivalidades y en el que ya no se puede hablar solo de grandes potencias occidentales.
El reconocido autor y académico visitó el Perú invitado por la especialidad de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP.
—En estos tiempos convulsos en materia geopolítica, algunas voces han dicho que vivimos una nueva Guerra Fría o incluso que estamos cerca de una Tercera Guerra Mundial. ¿Qué tan acertadas son estas ideas?
Creo que Guerra Fría no es el término adecuado para describir lo que estamos viviendo, y lo segundo menos aún. Cada período es diferente. La Guerra Fría era entre EE.UU. y la Unión Soviética, ahora Rusia. Ahora no tenemos un mundo bipolar, no hablamos solo de EE.UU. y la Unión Soviética o de EE.UU. y China, hay también nuevas potencias que tienen más influencia de forma independiente, como India y Brasil. La geopolítica es bastante diferente del período de la Guerra Fría, en el que solo había dos grandes potencias. Hoy existe mucha más rivalidad, pero no una bidireccional, sino una a tres o cuatro bandas. El mundo es mucho más complejo, por eso yo hablo de un mundo multiplex, no bipolar o multipolar.
—Usted ha afirmado que Estados Unidos se encuentra en una fase de declive. ¿Estamos asistiendo entonces a una reconfiguración del orden internacional o ya ha ocurrido?
Estamos en el período de transición, pero creo que el declive estadounidense ya se ha producido en cierta medida, sobre todo en el terreno económico. Económicamente creo que EE.UU. es mucho más débil de lo que era durante la Guerra Fría o hace 20 años. Y si nos fijamos en el PBI mundial, los países occidentales están en declive en este terreno. Hace 20 años, las cinco primeras potencias económicas eran EE.UU., Japón, Alemania, Francia y Gran Bretaña. Hoy son EE.UU., China, Japón, Alemania e India. Militarmente, EE.UU. sigue siendo el número uno, pero India y China, en particular, también son militarmente muy poderosas en comparación con la Unión Europea. Los países asiáticos tienen ahora más gasto militar que los europeos.
"Hoy existe mucha más rivalidad, pero no una bidireccional, sino una a tres o cuatro bandas. El mundo es mucho más complejo".
—¿Qué papel juega la guerra en Ucrania en este nuevo orden?
Tiene muchas implicaciones. En primer lugar, Europa fue muy pacífica después de la Segunda Guerra Mundial, no tuvo ninguna guerra importante. Hubo conflictos menores, como la intervención soviética en Checoslovaquia, pero no hubo ninguna guerra en el corazón de Europa. Es la primera vez desde 1945 que la guerra vuelve a Europa. Europa era pacífica y era el resto del mundo el que tenía conflictos. Ahora Europa también forma parte del conflicto.
Otra cosa remarcable es que esta guerra es una prueba para la unidad occidental. No es solamente una guerra Rusia versus Ucrania. Es una guerra entre Rusia, de un lado, y Ucrania y la OTAN, del otro. Así que esto va a ser una prueba de cómo Occidente va a prevalecer, si puede hacerlo, sobre sus rivales. La guerra también tiene consecuencias económicas. EE.UU. se está beneficiando al suministrar más gas y armas a Europa, pero a largo plazo también va a sufrir y si Occidente no puede derrotar a Rusia, entonces EE.UU. va a ser humillado. Si Rusia es derrotada, Rusia será humillada.
—¿Cuál cree que será el resultado de la guerra?
Mi sensación es que esta guerra continuará durante un tiempo, luego habrá un alto el fuego y esto creará una especie de tensión permanente en Europa. Ninguno de los dos bandos ganará, lo que significa que Rusia tendrá el control sobre Ucrania como quería en un principio. Y la OTAN no va a derrotar a Rusia, excepto que impidan que Rusia se quede con los objetivos que quería controlar sobre Ucrania. Así que es un empate, terminará en un punto muerto. Será un conflicto permanente y duradero, un conflicto sin fin.
Ahora, hay que recordar que este es un problema de Europa, no de América Latina, África o Asia. Europa tendrá que enfrentarse a esto durante mucho tiempo, deberá lidiar con la rivalidad geopolítica, como sucede ahora con la expansión de la OTAN, con Finlandia y Suecia entrando a sus filas. Siempre va a haber tensión en el corazón de Europa, por eso esta guerra es realmente mala para Europa.
"Si Occidente no puede derrotar a Rusia, entonces EE.UU. va a ser humillado".
Nacimiento
1962 (India)
Nacionalidad
Canadiense-estadounidense
Trayectoria
Es el primer académico no occidental en ser elegido presidente de la International Studies Association (ISA), la red global más grande e influyente en estudios internacionales. Algunos de sus últimos libros son “Reimaginando las relaciones internacionales” (2022), “La formación de las relaciones internacionales globales” (2019), “Construyendo un orden mundial” (2018) y “El fin del orden mundial estadounidense” (2018).
—¿Cuáles son los eventos que evidencian la transición a un mundo multiplex del que habla usted?
Creo que la principal razón por la que lo llamamos un mundo multiplex es porque antes de la Segunda Guerra Mundial el mundo era multipolar, pero en un mundo multipolar, todas las grandes potencias eran occidentales. Rusia es en realidad una potencia occidental, forma parte del sistema de grandes potencias occidentales. Ahora en el mundo hay muchas grandes potencias emergentes que no son occidentales. Japón nunca tuvo el mismo estatus que otras potencias europeas, ahora China e India son grandes potencias, están entre las cinco primeras economías del mundo, la relación es muy diferente.
Tenemos conexiones económicas entre países que antes no teníamos. Antes de 1945, muchos países estaban bajo dominio colonial y ahora no hay colonialismo, así que los países del sur global tienen mucha más voz y muchos más recursos. Por eso no me gusta la palabra multipolar, sino multiplex, porque es un mundo muy diferente, con relaciones más complejas, con más relaciones económicas. Por tanto, se trata de un escenario geopolítico muy diferente y no es un simple mundo multipolar.
—¿Hacia dónde se encamina Rusia como actor geopolítico? ¿La situación cambiaría sin Putin en el poder?
Rusia es un país muy testarudo, es la nación más grande del mundo y la mayor potencia nuclear. La forma en que Occidente está describiendo a Rusia es arrogante e ignorante. Rusia puede perder, los rusos pueden ser humillados en Ucrania, pero Rusia no va a ir a ninguna parte y no es solo Putin. Putin, por supuesto, es un extremo, pero creo que otro líder ruso que se enfrentase a la misma situación habría hecho algo similar, porque Occidente está rodeando a Rusia y cualquier gran potencia reaccionaría a eso. No estoy excusando a Rusia, la invasión a Ucrania no debería haber ocurrido, pero no creo que sea solo Putin.
—¿Qué opina de la posibilidad de que Donald Trump vuelva al poder en EE.UU.?
Donald Trump ya ha sido presidente una vez, sabemos qué tipo de políticas seguirá. Creo que dará marcha atrás en muchas de las políticas de Joe Biden. Creo que no apoyará a Ucrania tanto como lo está haciendo Biden. Y, por supuesto, hará un trato con Rusia. Y puede que también con China. Trump no apoyará tanto las alianzas con los europeos, como es el caso de la OTAN o incluso con Japón y Corea del Sur. Ahora bien, para Biden multilateralismo significa solo la OTAN y sus cercanos, no el sur global, la alianza global. Así que no creo que haya mucha diferencia cuando vuelva Trump.
—¿Qué tanto peso se encamina a tener China en la escena internacional? Mientras la guerra en Ucrania sigue, Beijing mantiene la disputa económica, geopolítica y tecnológica con Washington…
China no puede seguir creciendo económicamente de la misma manera. Se está ralentizando y se está estabilizando, pero sigue teniendo muchos recursos y un poder militar cada vez mayor. Incluso si la economía de China disminuye un poco, seguirá siendo un actor importante en el mundo y un importante rival para EE.UU. Lo que pasa con China, a diferencia de Rusia, es que se ha convertido en un proveedor de infraestructura tecnológica y tiene privilegios comerciales, acceso comercial, a todo el mundo, no solo a Asia oriental. China todavía va a ser un jugador muy importante y EE.UU. tiene que vivir con ese hecho. El problema de EE.UU. es que no ve a China como a un igual y hasta que no lo haga seguirá existiendo esta competencia entre China y EE.UU.
—En este contexto complejo se habla del riesgo nuclear. Usted ha dicho que Europa es el lugar más peligroso del mundo debido a la expansión de la OTAN. ¿Qué tan grande es la amenaza nuclear?
Una guerra nuclear siempre es difícil de imaginar porque hay mucho en juego. Nadie quiere una guerra nuclear, ni siquiera los rusos. Pero pueden ocurrir cosas, accidentes, tal vez una rápida escalada por algo que se salga de las manos. Ahora, si los rusos son humillados, si, por ejemplo, Ucrania intenta apoderarse de Crimea con el apoyo directo de la OTAN, creo que Rusia puede estar realmente tentada de usar armas nucleares y eso puede llevar a una escalada. Esa es una posibilidad, incluso si nadie lo quiere, no es algo inconcebible.
—¿En este mundo volátil, cuáles son los tipos más importantes de poder? ¿El económico? ¿El militar?
Creo que en el sentido tradicional la gente piensa en el poder militar y económico, pero luego tenemos el poder blando que es el atractivo de nuestro país y la ideología de nuestro país. Pero también hay un poder que llamamos “poder interior”, que es la capacidad de un país para reducir la desigualdad económica, las tensiones raciales, los conflictos religiosos y las diferencias de género. Así se liberaría mucho poder que de otro modo se desperdicia o se suprime. Yo lo llamo poder interior. La mayoría de las veces se habla de poder entre Estados y de cómo conseguir más poder militar, económico y cultural. Lo que yo pienso es cómo tener poder construyendo resiliencia doméstica y reduciendo las divisiones raciales, económicas, de clase, de género y religiosas.
—Las elecciones presidenciales en Latinoamérica mostraron en los últimos años una tendencia favorable a los candidatos de izquierda. ¿Cómo podría interpretar esa realidad?
Hasta cierto punto es algo cíclico en todas partes. Así que tienes izquierda y luego derecha y luego centro izquierda. No soy un gran experto en América Latina, pero siempre hubo tendencias latentes en América Latina hacia la izquierda y hay mucho populismo. El populismo aquí puede ser de izquierdas, pero también hay una especie de reacción al dominio de EE.UU. en América Latina entre la población. Por eso se puede ver el fenómeno de una especie de inclinación hacia la izquierda, pero no creo que estas cosas sean permanentes, son cíclicas y puede que cambien de nuevo dentro de 15 o 20 años. Hace 20 años pensábamos que todo el mundo se estaba democratizando, pero ahora ya nadie dice eso.
—Más allá de las ideologías, en el Perú hemos tenido una seguidilla de crisis políticas y seis presidentes desde el 2016. ¿Con qué imagen deja eso a un país ante la comunidad internacional?
Japón tuvo en un punto un primer ministro al año. Así que este tipo de cosas no son infrecuentes, incluso en los países desarrollados. Gran Bretaña ha tenido cerca de cinco primeros ministros en los últimos cinco años, así que no le doy demasiada importancia porque no es algo extraordinario, tenemos este tipo de cosas en los países desarrollados. Sin embargo, esto refleja el hecho de que la política democrática en general puede ser muy volátil e inestable. ¿Cómo ve la comunidad internacional al Perú? No creo que la comunidad internacional preste mucha atención al Perú porque todavía no es una potencia emergente, como sí lo es Brasil. Todo el mundo presta atención a Brasil, en cierta medida a México, pero eso es todo en América Latina.