El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, reconoció esta semana que su país acaba de sobrevivir al “invierno más difícil de su historia”. La primavera, que según el calendario ucraniano empezó en marzo, plantea ahora nuevos desafíos para la guerra con Rusia, que, por varias semanas, ha dado la sensación de estar estancada.
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“Hacía frío y estaba oscuro, pero fuimos inquebrantables”, dijo el mandatario, que felicitó los esfuerzos para suministrar a Ucrania energía y calefacción.
Para Ucrania, el invierno estuvo protagonizado por una serie de cortes masivos de electricidad causados por incontables ataques rusos contra instalaciones energéticas. La peor parte se vivió entre noviembre y principios de febrero, cuando los bombardeos con misiles y drones arreciaron y millones de personas tuvieron que soportar unas temperaturas glaciales sin calefacción.
En los últimos meses, Occidente le ha sumistrado sistemas de defensa antiaérea y Rusia ha disminuido la magnitud de sus ataques. Aunque Ucrania se acerca a la primavera casi sin cortes de luz, Zelenski reconoció días atrás que “la amenaza para el sistema energético permanece”.
En el campo de batalla, los últimos días la atención se ha centrado en el este del país, donde las fuerzas ucranianas están bajo presión en la ciudad de Bakhmut, en la cuenca industrial de la región del Dombás, por los ataques incesantes de Rusia.
“El invierno congeló significativamente las operaciones y los dos lados han tratado de prepararse para poder escalar”, dice a El Comercio Román Ortiz, analista español del Centro de Seguridad Internacional de la Universidad Francisco de Vitoria (Madrid).
Para el experto, si bien es cierto Rusia mantiene una fuerte ofensiva en Bakhmut, esta ha sido un esfuerzo básicamente de desgaste que ha sido enormemente costoso para las fuerzas rusas. “Han hecho avances muy pequeños a un costo humano terrible que ha sido soportado por el grupo Wagner y sus mercenarios que han tenido unas bajas espantosas para conseguir avances muy limitados”, afirma.
"El invierno congeló significativamente las operaciones y los dos lados han tratado de prepararse para poder escalar"
Nuevo escenario
El final del invierno plantea un problema especialmente para Rusia pues da lugar a un periodo de deshielo que conduce a la aparición de una enorme cantidad de barro, lo que los rusos llaman la rasputitsa y que bloquea las vías y dificulta la movilidad y las comunicaciones terrestres.
El diario español “El Mundo” afirma que “el fango negruzco que llega con el deshielo de marzo imposibilita ofensivas blindadas y ya frenó en su momento a Hitler y Napoleón”.
Esa es la razón por la que Putin lanzó la invasión exactamente hace casi un año. Por estos días el terreno aún es muy duro y no se mueve porque todavía está helado, lo que facilita mucho el movimiento de las unidades mecanizadas, de los tanques. Sin embargo, el barro irá haciendo su aparición en las próximas semanas.
Por ello, Ortiz señala que la clave fundamental en este periodo se centra en quién va a poder acumular más recursos antes de que llegue la oleada de barro. “Yo creo que la ventaja está del lado ucraniano, pero lo que viene depende también de si Rusia es capaz de acumular suficientes fuerzas como para frenar la ofensiva ucraniana cuando lleve. En este momento la discusión es si Ucrania va a conseguir recuperar más terreno del que perdió o, por el contrario, Rusia va a mantener lo que tiene”, apunta.
El analista internacional Roberto Heimovits explica que tras el final del invierno y el deshielo llegará la etapa que presuntamente es más favorable para operaciones ofensivas. Es ahí que ambas partes van a tener un dilema: si es que lanzan una ofensiva, o si esperan a que el otro ataque primero, lo desgastan y después contraatacan.
“En el lado ruso, Putin necesita una victoria tanto para su prestigio personal como para impedir que las fuerzas armadas ucranianas sigan absorbiendo todo el material de guerra que les ha prometido Occidente -lanzacohetes con el doble de alcance, los tanques Leopard y M1, etc. Por otro lado, Ucrania necesita evitar que la ocupación rusa de sus territorios se haga permanente. Ahora, lanzar una ofensiva contra un enemigo que está bien atrincherado puede ser muy difícil y puede fracasar. Ambos deberán definir si atacan o esperan que el otro ataque primero”, agrega.
"Putin necesita una victoria tanto para su prestigio personal como para impedir que las fuerzas armadas ucranianas sigan absorbiendo todo el material de guerra que les ha prometido Occidente"
Juego de estrategias
Entonces, ¿qué estrategias se esperan de Ucrania y Rusia a este punto? ¿y quién llega mejor preparado? Es difícil saberlo. Heimovits destaca que los rusos han hecho un esfuerzo para mejorar sus fuerzas armadas después de los grandes fracasos que tuvieron en el 2022 y, probablemente, están mejor preparados en el plano defensivo.
Sin embargo, considera, es poco probable que los rusos estén mejor preparados para atacar que el año anterior.
Sobre este punto, Ortiz enfatiza que el problema fundamental de Rusia es que su Ejército tiene una serie de limitaciones estructurales y es muy difícil que pueda escapar de ellas en el corto plazo.
“Una es que la industria de defensa rusa produce una cantidad de equipo mucho más pequeña de la que demandan las Fuerzas Armadas y, por otra parte, estas fuerzas tienen muchas dificultades para controlar las tropas cuando operan. Y, por el lado del factor humano, han perdido a sus mejores unidades y las están reemplazando por reclutas que no tienen ninguna experiencia de combate y eso es un lastre muy grande. En este momento Rusia está a la ofensiva, pero los avances que está realizando son muy limitados por eso tenemos la sensación de que no está pasando nada, porque no hay rupturas ni avances importantes”, explica.
Por otro lado, Ucrania también persiste en el esfuerzo de reforzar sus posiciones. Por un lado está tratando de reemplazar las pérdidas que ha tenido y de construir una reserva de fuerzas que pueda utilizar en una ofensiva. También está intentando reunir más equipo militar.
“Para eso depende de Estados Unidos y de los países europeos, por eso hemos visto todo ese esfuerzo diplomático en torno a los tanques y a los equipos blindados en general, que son fundamentales para poder realizar operaciones ofensivas. Ucrania también está preparándose para lanzar su propia ofensiva, aunque todavía no lo ha hecho”, dice Ortiz.
En el corto plazo, consideran los expertos, la estrategia ucraniana probablemente sea esperar a que Rusia se desgaste con su propia ofensiva y luego pasar al contrataque en algún lugar donde encuentre un punto débil. También hay que considerar que las fuerzas ucranianas necesitan un tiempo para aprender utilizar e integrar a sus fuerzas todas las nuevas armas que están recibiendo de Occidente.
Heimovits cree que Rusia va a seguir con lo que está haciendo a escala mediana en Bakhmut, es decir, va a tratar de encontrar un punto débil y va a lanzar un ataque fuerte para ver si le resulta.
“En el caso de Ucrania es más difícil saberlo, probablemente traten de encontrar un lugar para atacar donde logren sorprender a los rusos, como hicieron en la zona de Járkov en setiembre pasado, que les significó un éxito importante. Por otro lado, el interés de los ucranianos está en aprender a utilizar e integrar bien en sus fuerzas todo el equipo nuevo que están recibiendo de Estados Unidos y Europa para hacerse más fuertes y atacar después de unos meses, quizá no en primavera, pero sí en el verano”, concluye.