En un suburbio de Maputo, la capital de Mozambique, hay una pequeña iglesia de San Martín de Porres que es imposible de ignorar. Construida en la zona balnearia de Bilene, tiene las paredes color rosa y goza de una nutrida concurrencia. Su sola existencia fue suficiente para sorprender al peruano César Guedes, quien, poco después de haber llegado por primera vez al país africano, sintió la necesidad de conocer aquel lugar.
“Tiene muchos fieles porque la gente dice que nuestro santo es muy milagroso. Cuando yo fui, el párroco me dio la bienvenida. Él era de otro país africano, pero conocía muy bien la historia de San Martín. Para mí fue un orgullo y un honor”, cuenta nuestro compatriota a El Comercio desde Maputo.
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Era julio del 2019 y Guedes llevaba ya tres meses descubriendo Mozambique, donde, afirma, los peruanos residentes pueden contarse con los dedos de una mano. Él mismo no se hubiera mudado ahí si no fuera porque ese país se ha convertido en un lugar de tránsito de heroína rumbo a Europa y en reciente escenario del terror del Estado Islámico.
Guedes, nacido en Lima, ha pasado 27 de sus 59 años trabajando para la ONU. Su labor lo ha llevado a vivir en Asia, Latinoamérica y Europa, pero esta ha sido su primera vez en África. El peruano se encontraba en Pakistán cuando fue elegido para dirigir la primera Oficina contra las Drogas y el Delito (Unodc) que la ONU ha abierto en la otrora colonia portuguesa de Mozambique, un país pobre que aunque no ha sido duramente golpeado por la pandemia, sí enfrenta problemas en otros frentes.
Drogas y terror
Mozambique es el único país de habla portuguesa de su vecindario. Está rodeado de antiguas colonias inglesas, como Sudáfrica, Zimbabue, Zambia. Al frente está la isla de Madagascar que fue colonia francesa. Logró su independencia en 1975 –fue una de las últimas naciones en obtenerla– y tras ello vivió 15 años en guerra civil. La nación había alcanzado una paz más o menos estable en los últimos años, hasta que actividades inusuales vinculadas al narcotráfico empezaron a surgir.
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“Como este país tiene una enorme costa de 3.300 km de largo que tiene muy poco monitoreo, es un punto de entrada para la heroína producida en Afganistán y Pakistán. Tanto Pakistán como Mozambique están sobre el océano Índico, entonces en la época en que no hay monzones o ciclones la droga se mueve fácilmente. El mercado que recibe esta droga puede ser Sudáfrica y también Europa”, explica Guedes.
Afirma que en Mozambique casi no hay delincuencia común, aunque sí fricciones políticas, guerrillas e inestabilidad en la parte rural. En ese contexto, el flujo de drogas que transita por el país ha contribuido a que se abran nuevos espacios para actividades del crimen organizado como blanqueamiento de capitales, tráfico de personas, tráfico de especies en vías de extinción, tráfico de maderas y de piedras preciosas. Todo vinculado al dinero que genera el narcotráfico.
Su experiencia previa en Pakistán en este tema fue de mucha ayuda. “Ya conocía cómo funcionaba el flujo de heroína, los orígenes, las rutas, y siendo yo el único manager de la oficina que hablaba portugués me invitaron a venir a abrir desde cero la oficina en Mozambique. Me tocó primero dar a conocer cuáles son nuestras áreas de trabajo, nuestros planes y ganar la confianza de las autoridades para trabajar en conjunto”, cuenta.
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“Pero lo más urgente y lo más grave es que también ha surgido un brote terrorista patrocinado por el Estado Islámico. Por todo este coctel de cosas fue que las autoridades nos invitaron a abrir aquí la oficina de la Unodc, que se encarga de enfrentar problemas de drogas, crimen o narcotráfico”, señala el peruano.
Una ruta para mover heroína
Debido a que tiene una de las mayores costas sobre el océano Índico –es el punto de acceso al mar para más de cinco países–, Mozambique se ha convertido en una parada importante en el negocio del narcotráfico.
Según la BBC, la mayoría de la droga viaja desde Afganistán hasta la costa suroccidental de Pakistán, desde donde es trasladada por barcos hasta la costa norte de Mozambique. Ahí la heroína es recogida y transportada a almacenes para luego ser empacada en camiones y enviada en carretera hasta Sudáfrica. Y, desde allí, otros barcos la llevan hasta Europa.
Esta ruta está vinculada con el aumento de droga que sale de Afganistán, país que ha triplicado su producción de heroína en los últimos años. Una mayor cantidad de este producto ha hecho que se busquen más mercados y más formas de movilizarlo.
Según los expertos, al menos 40 toneladas de heroína atraviesan Mozambique cada año.
En menos de dos años, la violencia yihadista en Mozambique ha avanzado de manera indetenible por el norte del país. “Este movimiento tiene su origen en el islamismo del grupo somalí Al Shabab. Somalia es casi el nodo del terrorismo en el este de África y a través de ese nodo se han ido formando militancias que han originado movimientos locales inspirados en el Estado Islámico en Kenia, Tanzania, en Congo y ahora en Mozambique”, explica el peruano.
La peor parte se la ha llevado la provincia de Cabo Delgado. Y eso no es casualidad. “Mozambique ha descubierto las reservas de gas más grandes de toda África, justo en Cabo Delgado. El Estado Islámico va siempre olfateando dónde está el dinero”, dice el representante de la Unodc que ha logrado poner en funcionamiento una oficina que lucha contra esos problemas y que ya cuenta con recursos y respaldo local y regional.
Guedes dice que el avance del fenómeno yihadista en el país africano le recuerda en cierta forma al Perú de los 80, “cuando se pensaba que el terrorismo estaba solo en Ayacucho y nadie en Lima le prestaba atención”.
“Acá vemos que el terrorismo está empezando a crecer y la gente no le está prestando la debida atención. Las áreas de ataque del Estado Islámico se han triplicado y por eso es también la presencia de mi oficina aquí”, apunta.
El peruano pasa sus días entre su oficina y las reuniones con las autoridades locales. Cuenta que ha logrado trabajar bien con los funcionarios del país por el interés que hay en buscar soluciones a los temas que maneja y porque ha logrado proveer mucha asistencia técnica a través de expertos y equipo. Destaca también que la cooperación regional ha jugado un papel clave en su labor.
Su labor incluye mucho trabajo de cooperación regional porque el narcotráfico, el tráfico de personas, el tráfico de personas, el blanqueamiento de dinero y la corrupción tienen mucho que ver con instancias regionales. Otra cosa interesante es que Mozambique es la salida al mar de varios países. “Si ves el mapa notarás que Mozambique es la costa para Zambia, Zimbabue, parte de Sudáfrica, Zuazilandia, Congo, Malawi. La cooperación regional, a pesar de que hablan otro idioma, es importantísima para que a ambos lados de la frontera se pueden manejar los problemas en el marco de la ley y de una manera ordenada identificar los puntos flacos”, señala.
Coincidencias
Guedes cuenta que pudo conectar con el país gracias a su fluidez en el portugués y la cercanía que Mozambique tiene con Latinoamérica por su herencia colonial.
La primera impresión que tuvo del país fue bastante positiva. Le sorprendió lo hermoso y colorido que era, así como la sensación de libertad y la amabilidad de la gente. Todo muy diferente a lo que había visto en Pakistán. “También me impactó el tema de la seguridad. Aquí uno puede caminar tranquilamente por la calle, nadie te asalta, nadie te roba. Es un país muy pobre, un país del cuarto mundo, pero no hay ese nivel de violencia urbana, de crimen que se ve en otros lugares”, nos cuenta.
“A mí me causó gran impresión que, a diferencia de Pakistán, acá sí conocen del Perú. Incluso pasan novelas peruanas y se habló de nuestra clasificación al Mundial de Fútbol de Rusia”, agrega el peruano que comenta que la influencia de Latinoamérica en el país africano es tremenda. La conexión con Brasil es evidente, la programación de Rede Globo y otras expresiones culturales cuentan con bastante aceptación.
Tal vez es por la nostalgia, pero dice que su rutina en Mozambique le hace acordar a la vida en la Lima de antaño. “La ciudad de Maputo tiene mucha similitud a un Miraflores antiguo, es una ciudad muy bonita con buenas avenidas, jardines, parques, tráfico mesurado. De mi casa a la oficina son unos 10 minutos en auto. Todo funciona bien, teléfono, internet, agua, luz, lo que, debo reconocer, fue una sorpresa para mí. Pero claro, Maputo es la capital, el resto de Mozambique es mucho más pobre y más difícil”, comenta.
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Uno de los momentos más felices de su estancia en Mozambique tuvo lugar en octubre del 2019, cuando cocinó una cena para más de 50 personas en honor de la comida peruana.
“Antes de la pandemia, y en realidad hasta hace seis meses porque el COVID-19 no fue grave acá hasta ese momento, el mejor chef de Mozambique solía cocinar para un grupo de amigos y conocidos cada dos semanas. Alguien me invitó, lo conocí y, consciente de la fama culinaria de nuestro país, me propuso hacer una noche peruana”, cuenta Guedes.
El resultado fue un festín compuesto por cebiche hecho de un pescado parecido al lenguado, langostinos y pulpo; anticuchos con papas doradas y crema volteada. “Todo quedó fabuloso. La cena fue la hecatombe, hasta había lista de espera. Hubo 65 comensales e incluso se tuvo que poner más sillas”, recuerda el peruano.
Guedes dejará Mozambique a fin de mes. Volverá a Canadá para reencontrarse con su familia que, como él, lleva en las venas la internacionalidad. “Mi esposa está en Ottawa, mi hijo en Bangkok, mi hija en Vancouver, yo en Maputo y el resto de mi familia y de mi corazón en el Perú”, afirma.
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