Más allá de los delicados grabados de Angkor, el recinto religioso más grande del mundo, los secretos del fin del Imperio angkoriano yacen escondidos bajo tierra, a la espera de que la arqueología los destape.
Entre la densa jungla en la provincia de Siem Reap, en el centro de Camboya y que acoge el famoso complejo, un grupo de arqueólogos liderado por la australiana Alison Carter se agrupa en torno a un objeto circular y plano, descubierto en la zanja de un yacimiento.
Se trata de la simple tapa de una vasija, que la arqueóloga sitúa entre los siglos XV, XVI y XVII y una de las evidencias de que existían comunidades viviendo dentro de los muros del recinto después de la invasión del Reino siamés de Ayutthaya en el siglo XV.
"Probablemente la idea del colapso completo de Agkor no es verdad, la gente permaneció aquí y nunca se olvidaron de Angkor, este mito de que los franceses lo descubrieron y fue olvidado por los camboyanos no es cierta", asegura Carter a Efe en la excavación.
El Imperio jemer de Angkor dominó la mayoría del Sudeste Asiático entre el siglo VIII y el XV, incluyendo gran parte de la actual Tailandia, Laos y el sur de Vietnam, y tuvo su auge en el siglo XII, cuando se construyó Angkor Wat, el principal templo del perímetro.
Sus reyes dieron una gran importancia a la religión, cambiando el culto hinduista por el budista durante los años dorados del Imperio.
Pero la relevancia de Angkor excedente a la de sus templos.
Damian Evans, Christophe Pottier y otros antropólogos estimaron en 2007 que alrededor de un millón de personas vivían en un territorio de 1.000 kilómetros cuadrados en la capital, lo que supondría "el complejo urbano más extenso del mundo preindustrial".
Tras estos descubrimientos, en 2010 nació el proyecto Greater Angkor (GAP en inglés) de la Universidad de Sidney para estudiar la organización urbana y social de la metrópoli y determinar el "por qué, cuándo y cómo" del "abandono de Angkor", indica su web.
Rodeada de cubos de tierra, rasquetas y palas, la experta australiana, que dirige una de las iniciativas de GAP, asegura que ahora descartan el éxodo total de Angkor, aunque reconoce que varios factores pudieron provocar su declive.
"Una combinación de fuertes sequías y lluvias monzónicas pudo colapsar los canales de irrigación", apunta.
"Luego el aumento del comercio con China atrajo a la gente hacia Phnom Penh, que es una localización ideal por la confluencia de tres ríos, y también pudieron influir los conflictos con otros poderes regionales", resume la arqueóloga.
Parte de sus argumentos se apoyan en la tecnología Lidar, una combinación anglosajona de las palabras luz y radar, que reveló mediante un estudio aéreo en 2012 los desniveles que la espesa jungla había ocultado bajo tierra durante siglos.
"Revolucionó nuestra idea de lo que estaba pasando", explica con entusiasmo Carter mientras muestra el mapa Lidar de Angkor Wat y señala a su alrededor casas y carreteras hace tiempo perdidas.
La asimismo doctora en antropología se muestra esperanzada con el proyecto, que cuenta con muchos camboyanos que aprendieron el oficio décadas atrás junto a arqueólogos extranjeros, ya que "solo se conoce un uno por ciento de la sociedad angkoriana".
"Hay investigaciones sobre Angkor que se centran en la elite, la arquitectura, los templos, los reyes, las inscripciones, nuestro objetivo es el resto de la sociedad", dice la arqueóloga mientras las termitas y la exhuberancia vegetal dificultan su trabajo.
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