Agotados tras trabajar largas horas durante la pandemia de covid-19 y resentidos porque sus jefes no comparten ganancias, a veces enormes, decenas de miles de enfermeras, empleados de fábricas y otros trabajadores se declaran en huelga en todo Estados Unidos.
Unos 31.000 empleados del grupo de atención médica Kaiser Permanente en los estados occidentales de California y Oregón están listos para ir a la huelga.
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Desde el jueves, 10.000 empleados de la compañía de maquinaria agrícola John Deere están en huelga, mientras que 1.400 trabajadores abandonaron sus labores en la compañía de cereales Kellogg’s el 5 de octubre. Y más de 2.000 empleados del Mercy Hospital de Buffalo, Nueva York, comenzaron una huelga el 1 de octubre.
En Hollywood, se evitó a último momento un paro que amenazaba con paralizar desde este lunes la industria cinematográfica gracias a un acuerdo sobre las condiciones de trabajo de los empleados técnicos, anunció este domingo el principal sindicato del sector.
Pero más allá de este acuerdo, la repentina ola de conflictividad laboral de este mes llevó a algunos a acuñar la palabra “striketober” (huelgoctubre), un neologismo adoptado en las redes sociales incluso por la congresista demócrata progresista Alexandria Ocasio-Cortez.
Sacrificios pandémicos
Los trabajadores argumentan que durante la pandemia debieron soportar una carga adicional para compensar el trabajo de los que se quedaban en casa.
“Sacrificamos tiempo con nuestras familias, nos perdimos los juegos de pelota con nuestros hijos y las cenas y las bodas, para mantener las cajas de cereal en los estantes”, dijo Dan Osborn, mecánico de Kellogg’s durante 18 años.
“¿Y así es como nos pagan? ¿Pidiéndonos que hagamos concesiones en momentos en que el director general y los ejecutivos reciben aumentos en sus compensaciones?”
Osborn, presidente de una rama local del sindicato de Panaderos, Confiteros, Trabajadores del Tabaco y Molineros de Granos (BCTGM), dijo que se oponen a un sistema de pago de dos niveles que deja a algunos empleados nuevos ganando mucho menos que el resto.
“No estamos pidiendo aumentos salariales” y a los empleados no les importan las largas horas de trabajo, dijo.
Pero se oponen a que algunos trabajadores ganen menos por la misma tarea y a que se quiten los ajustes automáticos de salarios por inflación, agregó.
“La huelga durará el tiempo que sea necesario”, dijo Osborn. “Todo lo que tenemos que hacer es aguantar un día más que la empresa”.
Éxito contagioso
La mayoría de las huelgas están motivadas por demandas de mejores condiciones laborales, dijo Kate Bronfenbrenner, especialista en temas sindicales y laborales en la Universidad de Cornell, Nueva York
“Las empresas están obteniendo más ganancias que nunca, y los trabajadores están siendo presionados a trabajar más duro que nunca, a veces arriesgando sus vidas para volver a trabajar en el contexto del covid”, dijo.
Entonces, cuando los empleadores se niegan a comprometerse, agregó, “los trabajadores están menos dispuestos a ratificar contratos que sienten que no satisfacen sus necesidades”.
Es difícil saber el número exacto de huelgas en curso, ya que el gobierno hace un seguimiento solo de las que afectan a más de 1.000 empleados.
Pero “cuantas más huelgas tienen éxito, más huelgas siguen, porque los trabajadores comienzan a creer que realmente pueden ganar algo y están dispuestos a correr el riesgo de que no les paguen, de perder su trabajo”, dijo Josh Murray, profesor de sociología de la Universidad de Vanderbilt.
La huelga de Kellogg’s siguió a otro paro en julio de 600 trabajadores de la fábrica de bocadillos Frito-Lay, subsidiaria de PepsiCo, en Kansas.
Esa huelga de 19 días resultó en tiempo libre semanal y en aumentos salariales.
Y después de un paro de cinco semanas de 1.000 empleados de la fábrica de snacks Nabisco, subsidiaria del gigante Mondelez International, la firma abandonó un plan de pago de dos niveles.
Movimientos sociales
Para muchos trabajadores, la pandemia ha sido un momento de empoderamiento.
“Algunos trabajadores empezaron a ver que, ‘Oh, vaya, en realidad somos esenciales, la economía se apaga sin nosotros’”, dijo Murray.
Los sindicatos también se han beneficiado en los últimos años de los crecientes movimientos sociales con intereses similares, como cuando un sindicato de trabajadores hoteleros de Arizona se alió con grupos de inmigrantes.
Pero Murray no espera que las empresas se rindan fácilmente.
“Eventualmente habrá una reacción”, dijo. “Las corporaciones no están en el negocio de regalar o dejar que aumenten los costos laborales”.
La dinámica actual refleja algo que economistas y sociólogos han visto a lo largo del tiempo, dijo Murray: “Cuanto más ajustado es el mercado laboral, más poderosa es la mano de obra, más probabilidades hay de que haya huelgas”.
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