Un centro de vacunación en el Allegheny Health Network en Coraopolis, un suburbio de Pittsburgh, Estados Unidos. (Foto: Emily Matthews / Pittsburgh Post-Gazette vía AP).
Un centro de vacunación en el Allegheny Health Network en Coraopolis, un suburbio de Pittsburgh, Estados Unidos. (Foto: Emily Matthews / Pittsburgh Post-Gazette vía AP).
/ Emily Matthews
Agencia AP

Víctor Guevara, un abogado hondureño de 72 años, conoce a varias personas de su edad que han sido vacunadas contra el COVID-19 en muchos países. Sus propios familiares en Houston han sido inoculados.

Pero él, como muchos más en el país centroamericano, sigue a la espera. Cada vez más se pregunta por qué el gobierno estadounidense no hace más por ayudar, particularmente cuando los suministros de la vacuna en Estados Unidos comienzan a superar la demanda y las dosis que han sido aprobadas para usarse en otras partes del mundo, pero no en Estados Unidos, continúan detenidas.

“Vivimos en un estado de indefensión en todos los niveles”, dijo Guevara sobre la situación en su tierra natal centroamericana.

Honduras ha obtenido cerca de 59.000 dosis, una cantidad insignificante para sus 10 millones de habitantes. África, en donde sólo se han adquirido 36 millones de dosis para los 1.300 millones de habitantes del continente, también ha pasado por un vacío similar de acceso a la vacuna, así como partes de Asia.

En contraste, casi 90 millones de habitantes de Estados Unidos —más del 25% de la población— han sido vacunados en su totalidad y hay tantos suministros que algunos estados están rechazando los envíos planeados por parte del gobierno federal.

Este acceso desequilibrado a las vacunas provoca cada vez más peticiones en el mundo de que Estados Unidos comience a enviar suministros a los países más pobres. Esto representa una de las primeras pruebas para el presidente Joe Biden, quien ha prometido restaurar el liderazgo estadounidense en el mundo y demostrar a los países recelosos que Estados Unidos es un socio confiable tras años de atrincheramiento durante el gobierno de Donald Trump.

J. Stephen Morrison, vicepresidente y director del Centro Global de Políticas de Salud del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington, señaló que conforme Estados Unidos pasa de la escasez a la abundancia de vacunas, tiene una oportunidad única de “dar forma a los resultados de forma dramática en esta próxima fase debido a los activos que tenemos”.

Los residentes del área de Chicago se dirigen a un sitio de vacunación masiva sin cita previa el lunes 29 de marzo de 2021, al otro lado de la calle del United Center, hogar de los Chicago Bulls y Blackhawks en Chicago. (Foto: AP / Charles Rex Arbogast)
Los residentes del área de Chicago se dirigen a un sitio de vacunación masiva sin cita previa el lunes 29 de marzo de 2021, al otro lado de la calle del United Center, hogar de los Chicago Bulls y Blackhawks en Chicago. (Foto: AP / Charles Rex Arbogast)
/ Charles Rex Arbogast

Biden, quien asumió la presidencia en enero, cuando el virus devastaba a Estados Unidos, ha sido cauteloso en sus respuestas a los pedidos de ayuda provenientes del extranjero.

La mayor parte de los esfuerzos de vacunación de su gobierno se ha enfocado en las necesidades a nivel nacional. Mantuvo vigente un acuerdo que aprobó el gobierno de Trump exigiendo que las farmacéuticas que recibieron apoyo de Estados Unidos en el desarrollo o la expansión de la fabricación de las vacunas vendieran al gobierno federal sus primeras dosis producidas en el país. Estados Unidos también ha usado la Ley de Producción para la Defensa para asegurar suministros vitales para la producción de la vacuna, una medida que ha bloqueado la exportación de algunos suministros.

La falta de apoyo de Estados Unidos en la vacunación en el mundo ha creado una oportunidad diplomática para China y Rusia, que han prometido a otros países millones de dosis de vacunas producidas nacionalmente, aunque las demoras en la producción han obstaculizado la entrega de algunos suministros. El canciller de China, Wang Yi, declaró este mes que China se opone al “nacionalismo de vacunas” y que las vacunas deberían convertirse en un bien público global.

El profesor Willem Hanekom, director del Instituto para la Investigación de la Salud de África y un especialista en vacunas, afirmó que los países acaudalados tienen un interés en los esfuerzos de vacunación en otras partes del mundo.

“Más allá de la obligación moral, el problema es que en caso de que no haya control de la epidemia a nivel global, con el tiempo resultará contraproducente para los países ricos, si en zonas en donde no hay vacunas disponibles surgen variantes contra las cuales las vacunas podrían no funcionar”, subrayó Hanekom.

Estados Unidos también ha sido criticado por no sólo acumular sus propias reservas, sino también bloquear el acceso a las vacunas a otros países, incluso a través de su uso de la ley que otorga a Washington facultades para ordenar a empresas privadas que cubran las necesidades de la defensa nacional.

Adar Poonawalla, director ejecutivo del Instituto Serum de India, el productor de vacunas más grande del mundo y proveedor crítico de la iniciativa COVAX respaldada por Naciones Unidas, pidió a Biden en Twitter el 16 de abril levantar el embargo de Estados Unidos a la exportación de la materia prima necesaria para la fabricación de la vacuna.

India lidia con el ritmo de propagación de contagios más rápido en el mundo. Durante varios meses, su gobierno ha bloqueado la exportación de vacunas a fin de cubrir mejor las necesidades a nivel nacional, exacerbando la dificultad de acceso a la vacuna de los países pobres.

Hay muchos a quienes culpar, dijo Marco Tulio Medina, coordinador del comité para el COVID-19 de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, al subrayar el enfoque poco entusiasta de su propio gobierno y la ferocidad en el mercado de las vacunas. Sin embargo, señala, los ricos pueden hacer más.

“Hay una falta de humanismo por parte de los países ricos”, comentó. “Están actuando de una forma egoísta, pensando en ellos y no en el mundo”.

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