A partir de este miércoles, Donald Trump será otro expresidente de EE.UU., como establece la misma democracia que él puso a prueba. (Foto: Getty Images)
A partir de este miércoles, Donald Trump será otro expresidente de EE.UU., como establece la misma democracia que él puso a prueba. (Foto: Getty Images)
BBC News Mundo

A medida que su democracia caía en una de las peores crisis en más de dos siglos de historia, vivió momentos que pueden resultar familiares para muchos latinoamericanos.

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De hecho, el presidente Donald Trump, que fue elegido sin experiencia de gobierno y enfrentado al establishment, ignoró normas democráticas, apostó a la división política y desafió el veredicto de las urnas, ha sido comparado con populistas latinoamericanos de tendencia autoritaria.

Ya sabemos cómo Trump acaba su mandato este miércoles.

Políticamente aislado, enfrenta un segundo impeachment en el Congreso, acusado de incitar una insurrección en el Capitolio para detener la certificación del triunfo electoral del presidente entrante, Joe Biden.

La propia ceremonia de asunción de Biden, con una fuerte presencia de soldados armados en torno al Congreso, bien puede evocar escenas latinoamericanas de décadas recientes.

La propia ceremonia de asunción de Biden, con una fuerte presencia de soldados armados en torno al Congreso, bien puede evocar escenas latinoamericanas de décadas recientes. (Foto: Getty Images)
La propia ceremonia de asunción de Biden, con una fuerte presencia de soldados armados en torno al Congreso, bien puede evocar escenas latinoamericanas de décadas recientes. (Foto: Getty Images)

Pero también es posible ver lo que ocurre en EE.UU. como un caso peculiar donde la democracia generó anticuerpos para resistir a retos extraordinarios, algo que no siempre sucede en América Latina.

Aunque EE.UU. está peligrosamente dividido, desorientado y enfrenta varias crisis simultáneas, los acontecimientos de los últimos meses pueden ofrecer lecciones importantes a sus vecinos del sur del continente.

Aquí tres de ellas:

1. Las instituciones contienen al líder

Cuando los padres fundadores diseñaron el sistema de gobierno de EE.UU., su objetivo principal fue impedir la tiranía y garantizar la libertad.

El sistema de justicia de EE.UU. rechazó diversas denuncias de fraude electoral presentadas por Trump y sus partidarios, por considerarlas infundadas. (Foto: EPA)
El sistema de justicia de EE.UU. rechazó diversas denuncias de fraude electoral presentadas por Trump y sus partidarios, por considerarlas infundadas. (Foto: EPA)

Y para ello idearon instituciones con un sistema de controles y contrapesos, que previniera que alguna de las tres ramas de gobierno concentre un poder excesivo.

Trump puso a prueba este principio a lo largo de su gobierno y sobre todo este mes, cuando presionó a miembros del Partido Republicano para que evitaran certificar en el Congreso el triunfo de Biden.

Si bien varios senadores y representantes republicanos cedieron a los reclamos de Trump, el Congreso certificó la victoria de Biden horas después que una turba de partidarios del presidente invadiera el edificio en un ataque que dejó cinco muertos el 6 de enero.

Pero la firmeza de las instituciones en EE.UU. se apreció sobre todo a nivel de la justicia, que rechazó por infundadas diversas denuncias de fraude electoral de Trump, y en estados péndulo como Michigan o Georgia, donde funcionarios ignoraron los intentos del presidente de desconocer el resultado de la votación.

“Ahí sí que se vio una resistencia como nunca antes durante el período de Trump, en muchos casos viniendo de autoridades republicanas y en algunos casos inclusive de autoridades nombradas por Trump”, dice Javier Corrales, profesor de ciencia política en el Amherst College de EE.UU.

“Esta lección es importante para América Latina, donde hay partidos de gobierno que se dedican a querer erosionar esa norma de que el Poder Legislativo tiene que ser muy severo con el Poder Ejecutivo”, agrega en diálogo con BBC Mundo.

2. Eludir la polarización da réditos

Al igual que distintos populistas latinoamericanos, Trump incrementó desde la presidencia la polarización política de su país, hasta llevarla al límite.

Joe Biden y Kamala Harris apostaron por no apelar a la polarización durante su campaña, sino centrarse en las crisis que enfrenta EE.UU. (Foto: Getty Images)
Joe Biden y Kamala Harris apostaron por no apelar a la polarización durante su campaña, sino centrarse en las crisis que enfrenta EE.UU. (Foto: Getty Images)

Esto suele complicar el funcionamiento de las democracias, sobre todo en sistemas presidencialistas.

Para la oposición demócrata de EE.UU., el gran dilema antes de las elecciones era cómo responder: ¿apelar a esa polarización? ¿O intentar romperla?

Biden y su compañera de fórmula, Kamala Harris, apostaron por lo segundo, con una campaña moderada que priorizó problemas de EE.UU. como la crisis sanitaria y económica causada por el covid-19 antes que el enfrentamiento con Trump.

Y los triunfos del demócrata en estados péndulo como Pensilvania, Michigan o Wisconsin, e incluso en bastiones republicanos como Georgia o Arizona, demuestran que evitar la polarización puede dar réditos.

“En la búsqueda del voto de los independientes, Biden-Harris le ganaron a Trump”, señala Corrales.

También destaca como lección la unidad que logró la fórmula opositora, atrayendo desde izquierdistas que preferían como candidato al senador Bernie Sanders hasta republicanos anti-Trump.

“Biden-Harris, a pesar de todas las debilidades que tenían, lograron una coalición realmente impresionante: dudo que cualquier otro demócrata hubiera podido mantenerla”, dice el politólogo.

3. Los militares apolíticos son clave

Algo que preocupaba a los críticos de Trump es que durante su presidencia buscara la lealtad política de los militares, como hicieron históricamente distintos líderes latinoamericanos.

Tras la invasión al Capitolio por parte de seguidores de Trump, los máximos líderes militares de EE.UU. ratificaron el principio de que las fuerzas armadas son apolíticas. (Foto: Getty Images)
Tras la invasión al Capitolio por parte de seguidores de Trump, los máximos líderes militares de EE.UU. ratificaron el principio de que las fuerzas armadas son apolíticas. (Foto: Getty Images)

Esa inquietud creció durante la campaña, cuando Trump sugirió usar militares en respuesta a la ola de protestas contra el racismo y la brutalidad policial en el país tras la muerte de George Floyd bajo custodia de la policía.

Incluso después de la elección, el presidente generó asombro al colocar varios aliados suyos de línea dura en altos puestos civiles del Pentágono, una purga sin precedentes recientes.

Pero tras la invasión al Capitolio por parte de seguidores de Trump, los máximos líderes militares de EE.UU. ratificaron el principio de que las fuerzas armadas son apolíticas.

“La violenta protesta en Washington D.C. el 6 de enero fue un asalto directo al Congreso, al edificio del Capitolio y a nuestro proceso constitucional”, indicó una circular del Estado Mayor Conjunto a las tropas.

“Cualquier acto contra el proceso constitucional no solo atenta contra nuestras tradiciones, valores y juramento; también va en contra de la ley”, advirtió.

Además, el Pentágono aumentó la búsqueda de extremistas de derecha y supremacistas blancos en sus filas, para apartarlos ante sospechas de que algunos pueden haber participado del ataque al Congreso.

Según especialistas, todo esto también puede servir como referencia a países latinoamericanos donde la frontera entre militares y líderes o partidos políticos suele ser más borrosa.

Alan McPherson, un experto en la historia de las relaciones entre EE.UU. y América Latina, señala que el mensaje del mando militar subrayó “el principio básico de la democracia, que es el Estado de derecho e incluye la transferencia pacífica de poder”.

“Pero también incluyó una negación del personalismo, y en la historia latinoamericana el personalismo ha sido muy poderoso: es el principio de que se sigue a una persona, más que a una ley”, dice McPherson, director del Centro para el Estudio de la Fuerza y la Diplomacia en la Universidad de Temple, a BBC Mundo.

“Los militares”, agrega, “trataron de reafirmar el principio básico de que aquí no hacemos personalismo. Y Trump tiene mucho que ver con personalismos: habría sido un perfecto dictador latinoamericano en la época en que la dictadura era la norma en América Latina”.

En cambio, a partir de este miércoles Trump será otro expresidente de EE.UU., como establece la misma democracia que él puso a prueba.

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