El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prometió ayudar a Ucrania a obtener sistemas de defensa aérea con mayor alcance que los lanzamisiles Stinger, que se cargan al hombro y ya están en el terreno. Sin embargo, conseguir las poderosas baterías antimisiles que necesita con urgencia el ejército ucraniano parece más fácil decir que de lograr.
El presidente estadounidense, que quiere respaldar al ejército ucraniano sin entrar directamente en conflicto con Rusia, busca proveer a Ucrania con una mejor defensa contra la artillería rusa que está azotando sus ciudades.
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El armamento ideal para lograrlo sería un sistema de baterías antiaéreas del tipo Patriot, cuya efectividad ha sido ampliamente demostrada en años recientes en Irak y el golfo Pérsico.
Instalada sobre camiones, Patriot tiene un radar capaz de detectar e interceptar automáticamente una aeronave, dron o misil en un radio de más de 100 kilómetros, así como un puesto de vigilancia para tres soldados y una batería de misiles de interceptación.
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Sin embargo, el ejército ucraniano no está entrenado para operar el sofisticado armamento estadounidense. En cambio, saben maniobrar el sistema antiaéreo S-300 ruso de primera generación, competidor del Patriot, cuyo rango es más limitado pero suficiente para proteger Járkov o Kiev, dos ciudades cercanas a la frontera con Rusia, desde donde se disparan la mayoría de misiles.
¿Pero cuál sería la eficacia de los sistemas S-300 contra los misiles de más alta gama de Moscú? El ministerio de Defensa ruso aseguró el sábado que la víspera había utilizado, por primera vez, misiles hipersónicos Kinjal para destruir un depósito de armas en el oeste de Ucrania.
Según Rusia, este tipo de misiles, de muy fácil manejo, desafía a todos los sistemas de defensa antiaéreos.
Los S-300 podrían llegar desde países del antiguo bloque soviético que todavía los despliegan, particularmente Eslovaquia y Bulgaria, donde el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, estuvo de visita en días recientes.
El obstáculo es que esos países todavía dependen de los S-300 para su propia seguridad y están reclamando reponerlos - en otras palabras, con Patriot - antes de dárselos a Ucrania.
“Tenemos la voluntad de hacerlo inmediatamente cuando tengamos el reemplazo apropiado”, les dijo el jueves a los reporteros el ministro eslovaco de Defensa, Jaroslav Nad, durante una reunión con Austin en Bratislava.
“Insuficiente”
El viernes, Países Bajos dijo que desplegaría una batería Patriot hacia la base militar Sliac en Eslovaquia central, y Alemania confirmó que enviaría dos baterías más al país, lo que podría facilitar la transferencia de las únicas baterías S-300 que tiene Eslovaquia hacia Ucrania.
Sin embargo, las baterías Patriot alemanas y neerlandesas no llegarían a Eslovaquia inmediatamente - Países Bajos estima que el envío sería el 15 de abril como muy pronto- y el tiempo sigue corriendo para el ejército ucraniano.
Si bien varios países podrían estar listos para suministrar a Kiev misiles de repuesto para las S-300, Ucrania necesita muchos sistemas completos, incluyendo radares y estaciones de monitoreo.
“Una S-300 es mejor que ninguna”, dice Brent Eastwood, editor de defensa en 1945, una revista en línea sobre política exterior. Pero “todavía es insuficiente”.
Ucrania contaba con alrededor de 100 baterías S-300 antes de que el presidente Vladimir Putin lanzara la invasión el mes pasado, y el ejército ruso se atribuye haber destruido unas 40 al principio de la guerra el 24 de febrero, escribió recientemente Eastwood, exsoldado estadounidense.
El país es enorme y solo proteger a una ciudad es bastante, le dijo a la AFP. “Si yo fuera un estratega de guerra para Ucrania, quisiera cuatro baterías S-300 para cada cuadrante de Kiev. Ese despliegue me ayudaría a dormir más tranquilo en la noche”, aseguró.
Otro país de la OTAN, Grecia, tiene S-300 pero también necesitaría que le ofrecieran reemplazarlas. En todo caso, incluso si el Pentágono, cuyo inventario de Patriots es limitado, decidiera prestar sus Patriots a estos países, tomaría semanas que llegaran a destino.
Washington está trantando de convencer a aliados en otras regiones para que presten sus Patriots, pero de nuevo no será tarea sencilla.
Mark Milley, jefe del Estado Mayor conjunto de Estados Unidos, le habría pedido ayuda a Japón el jueves.
Llamó por teléfono a su homólogo para hablar del “actual ambiente de seguridad en el Pacífico y sobre la invasión en curso de Rusia a Ucrania”, de acuerdo con un recuento de su conversación publicada el viernes por el Pentágono.
Los países del Golfo tienen numerosas baterías antiaéreas para protegerse de misiles iraníes, pero no parecen tener afán de acudir en la ayuda de Ucrania.
Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, que están entre los mayores exportadores de crudo del mundo y cuyos lazos son fuertes tanto con Occidente como con Moscú, hasta ahora han evitado tomar cualquier postura contra Rusia.
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