Reporte para El Comercio desde Kiev, Ucrania
Al inicio de la guerra, las fuerzas militares rusas estuvieron cerca de penetrar Kiev, la capital de Ucrania, a través del bombardeo estratégico de tres ciudades cercanas: Borodyanka, Bucha e Irpin. Para evitar la escalada, las fuerzas ucranianas tuvieron que destruir un puente que configuraba uno de los principales accesos a Kiev, el cual sigue en ruinas dos años después. La infraestructura dañada es una constante en las postales de guerra cerca de la capital ucraniana.
El Comercio visitó las tres ciudades hace unos días y pudo corroborar la situación calamitosa en la que se encuentra gran parte de la infraestructura afectada por el conflicto bélico. La primera parada fue Borodyanka, donde gran parte de una cuadra entera de condominios se mantiene deshabitada tras el bombardeo y la toma de las fuerzas militares rusas en marzo del 2022.
“Los tanques y los carros blindados estaban disparando contra todo. Acá había un restaurante con dos banderas ucranianas, e iban disparando contra las banderas”, cuenta la alcaldesa de Borodyanka, Iryna Zakharchenko, tras detallar que luego los edificios recibieron dos bombas de 500 kilos.
Zakharchenko asumió el cargo de alcaldesa en medio de la guerra, a fines del 2023. Según explicó, la ciudad contaba con 26.000 habitantes y ahora tienen poco más de 20 mil. Unas 5 mil personas no han podido regresar debido a que sus viviendas están totalmente destruidas.
En la calle central hay siete edificios bombardeados, de entre cinco y nueve pisos cada uno, que forman parte de un total de 216 casas particulares destruidas. A nivel de grandes infraestructuras, suman 106 los establecimientos afectados, como colegios, escuelas de cultura y el departamento de policía, entre otras oficinas administrativas.
Expertos de Estados Unidos que han analizado el nivel de destrucción en Borodyanka han concluido que la reconstrucción costaría un total de 95 millones de euros (385 millones de soles, aproximadamente). “Es complicada la situación. Hemos entrado a un programa experimental del Estado, pero no hay fondos, podemos renovar edificios con daños superficiales, pero la mayor parte se debe desmontar parcialmente o totalmente. Incluso desmontar parcialmente un edificio representa una alto costo”, sostiene Zakharchenko.
La alcaldesa vivía en uno de los edificios bombardeados, y no pudo regresar a su casa hasta seis meses después, donde encontró todo destruido y saqueado. El Comercio ingresó a algunos edificios y corroboró que muchas de las pertenencias de las familias se encuentran destruidas y abandonadas, desde electrodomésticos hasta juguetes.
En Borodyanka, los proyectiles rusos no solo penetraron paredes. También dejaron un hoyo en la cabeza del monumento del principal poeta ucraniano Tarás Shevchenko, ubicado en una plaza de la ciudad. En una banca de dicha plaza, Hanna e Irina, dos ancianas ucranianas, pasan la tarde al aire libre para combatir el aburrimiento. Sus casas fueron destruidas y viven en casas modulares de containers. Ambas dicen que siguen a la espera de las promesas de la reconstrucción, aunque no pierden la alegría e incluso cantan al aire libre baladas de unidad.
Un puente entre la vida y la muerte
El puente de Romanivka, en la ciudad de Irpin, fue destruido el segundo día de la invasión a gran escala de Rusia cuando el ejército ucraniano lo hizo volar para impedir que el ejército invasor avanzara hacia Kiev. Su ubicación era clave, pues se encuentra a menos de media hora de la capital ucraniana.
Este puente también se convirtió en la única ruta de evacuación para los residentes de varios asentamientos ocupados por Rusia en la provincia de Kiev. Los cálculos indican que la destrucción de esta infraestructura, la cual cruza el río Irpin en Romanivka, salvó a 40.000 residentes de Hostomel, Bucha e Irpin durante la ocupación rusa. Existen varias fotografías de familias ucranianas cruzando el puente en escombros huyendo de los bombardeos enemigos.
Por el momento, las autoridades han logrado construir un puente alternativo junto a las estructuras destruidas que sirven como un recordatorio de que la guerra continúa. “La apertura [del nuevo puente] es, sin exagerar, histórica. Y aunque fue frío, difícil y aterrador, este puente permanecerá para siempre en la historia de Irpin como el camino de la vida”, afirmó el alcalde de Irpin, Oleksandr Markushyn, a fines del 2023, desde su cuenta en Facebook.
Daría, una joven de 19 años que vive en Irpin, recuerda que “el puente olía a muerte” en mayo del 2022 cuando se recuperó la ciudad y los habitantes retornaron a sus hogares.
Pero el puente no es el único recordatorio de que la guerra continúa en Ucrania. Irpin también cuenta con un cementerio de carros quemados, los cuales “rescataron” después de la toma por parte de las fuerzas militares rusas. En los autos, los jóvenes de la ciudad han decidido pintar flores, una de las señales de florecimiento del país en medio de la guerra. Algunos de los automóviles quemados también cuentan con peluches y velas en memoria a las familias fallecidas.
En abril de 2022 se informó que se necesitarán alrededor de 1.000 millones de dólares para reconstruir las viviendas y las instalaciones de infraestructura destruidos o dañados de Irpin. La teniente alcaldesa de Irpin, Tetiana Yaroshenko, recordó que el 30% de la ciudad estuvo tomada por las fuerzas militares rusas y que el daño en algunos casos es irreparable, como los 39 edificios decretados como irrecuperables.
Por el momento, Yaroshenko explicó que se apoyan en la solidaridad de gobiernos de otros países como Lituania, que ayudó a reconstruir una guardería. En total, 23 centros de educación, entre guarderías, escuelas, centros polideportivos y otros, fueron destruidos. Sumado a todo esto, el municipio aún continúa realizando labores de desminado, tanto en tierra como en agua.
La primera dama de Ucrania, Olena Zelenska, explica que existen programas de reconstrucción pero que se están priorizando a las zonas más afectadas y a las infraestructuras más urgentes como hospitales. En ese sentido, indicó que esperan el apoyo de otros Estados, y puso como ejemplo a Dinamarca, cuyo gobierno viene apoyando programas de reconstrucción en Mykolaiv. “Estamos buscando también a los socios para otras localidades, porque por nosotros mismos no conseguimos hacerlo rápidamente”, reconoció.
Una iglesia convertida en cementerio
En Bucha, hasta las iglesias fueron dañadas por las fuerzas militares rusas durante el arranque de la guerra en el 2022. “A los rusos no les importó disparar contra la iglesia. Además, murieron dos sacerdotes, uno fue fusilado y otro pisó una mina”, cuenta Andrii Halavin, cura de la iglesia ortodoxa St Andrew.
Los cuerpos de 119 víctimas ucranianas fueron enterrados, en marzo de 2022, en una fosa común en los terrenos de la iglesia, de los cuales 115 eran civiles, entre ellos 30 mujeres y dos niños. Posteriormente, tras la liberación de Bucha, los cuerpos fueron exhumados para realizar exámenes forenses y luego sus familias los volvieron a enterrar.
Al costado de la Iglesia, el cura Andrii Halavin ahora tiene placas con los nombres de todas las víctimas. Mientras que en el interior de la Iglesia, cuenta con una exposición fotográfica con lo peor que vivieron en Bucha con el ingreso de las tropas rusas.
“Vivimos entre alertas, pero ahora somos libres y podemos vivir pero con muchas memorias. La iglesia es un refugio espiritual, pero no físico, porque a los rusos no les importa disparar contra la iglesia”, dice el sacerdote tras mostrar los orificios de balas en las paredes de la Iglesia. “Si los rusos dejan de disparar, se acaba la guerra. Si los ucranianos dejan de disparar, mueren”, añade Halavin mientras aprieta el crucifijo que lleva colgado en el pecho pero a la vez enrollado entre sus manos.
Elías Farías Garriga, ingeniero civil chileno experto en estructuras y construcción, quien vive en Kiev.
-¿Cómo funciona en Ucrania el tema de la construcción? Hemos visitado ciudades como Borodyanka, donde las casas están totalmente destruidas.
Existen varias aristas. A la gente hay que dotarla de casas, con ciertas condiciones de habitabilidad mínimas que requiere el país. Además de proveerlas de refugios. El tema es que un 20% del territorio ucraniano está ocupado (por las fuerzas militares rusas) y eso ha ocasionado que las familias vengan hacia la capital Kiev. La reconstrucción de los hogares se vuelve prioritaria para que esta gente pueda seguir viviendo. A diferencia de Perú donde el clima es más benévolo y puedes sobrevivir en invierno sin calefacción, acá en Ucrania no puedes.
-¿Qué otro tipo de infraestructuras se deben reconstruir?
A nivel de infraestructura es distinto. Hemos visto que con el desarrollo de la guerra, el tipo de objetivo de bombardeo ruso ha ido cambiando. Hoy en día, los ataques se centran en energía e infraestructura. A nivel energético, el país tiene que seguir funcionando, y se tiene que priorizar esas reparaciones. Pero no puedes reconstruir totalmente, porque pueden volver a atacarlo y tendrías que reconstruir sobre lo que ya estabas reconstruyendo. Se busca mantener operativo el sistema.
-¿Solo existe demanda de casas? ¿O también existe demanda de otro tipo de establecimientos?
En general, una de las cosas que uno esperaría en una guerra es cómo se ha comportado el mercado. Ha subido el precio de los alquileres y la compra de las viviendas, así como los arriendos para los locales comerciales.
-¿De cuánto aumento estamos hablando?
Los arriendos están un 50% más elevados respecto al periodo anterior a la guerra. Y con la devaluación que ha tenido la moneda local, es un aumento importante. Pero volvemos al punto que las personas que dejaron sus negocios en las zonas ocupadas, llegan a Kiev a querer seguir sus negocios. Toda esa gente viene a demandar un mercado que estaba ajustado. Ves que todos los días se abren restaurantes y cafés nuevos contra todo pronóstico y los precios siguen subiendo. Y no hay turismo, el mercado interno lo permite. Ahora, también es verdad que en este último año he visto abrir y cerrar en un mismo lugar dos negocios distintos. La gente quiere seguir teniendo sus negocios pero el mercado se satura.
-¿Qué tipo de negocios se han empezado a abrir en medio de la guerra?
El tema inmobiliario no se ha detenido, la cadena de suministros está creciendo también. Lo que me llama la atención desde que llegué a Ucrania es que ha aparecido la palta peruana, uva peruana, los mangos y la pitahaya. Hoy son productos asequibles.
-¿Se sabe cuánto tiempo costará la reconstrucción?
Es difícil saber porque la guerra continúa. Pero a nivel de infraestructura, la central de energía de Járkov que fue destruida, costará unos cuatro o cinco años en reconstruir.
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