Acusaciones de espionaje vuelven a tensar las relaciones entre China y el Reino Unido: el impacto diplomático del escándalo

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Este domingo 10, el diario “The Sunday Times” reveló que los servicios de inteligencia británicos detuvieron en marzo a dos hombres acusados de espiar a favor del régimen de Beijing y que posteriormente los dejaron en libertad condicional hasta la celebración de su juicio, en octubre.

La revelación generó una tormenta de críticas contra el gobierno de Rishi Sunak, provenientes de su propio partido, donde le exigen considerar a China oficialmente como una “amenaza” al país.

Según el informe periodístico, dos hombres -de entre 20 y 30 años- fueron detenidos en marzo por los servicios de inteligencia al detectar que operaban al interior del Parlamento recogiendo información que luego enviaban al Gobierno Chino.

De acuerdo al diario británico, uno de los detenidos era bastante cercano al gobernante Partido Conservador y mantenía “vínculos estrechos” con el secretario de Estado para la Seguridad, Tom Tugendhat; además, “estaba empleado como investigador” por Alicia Kearns, presidenta de la comisión parlamentaria de Asuntos Exteriores.

Las descripciones llevaron a que Chris Cash, un joven de 28 años que hasta marzo de este año formaba parte del Grupo de Investigación sobre China, un equipo encabezado por parlamentarios conservadores y liderado por el secretario Tugendhat, fuese señalado como uno de los detenidos por la prensa local.

Por su cargo, orientado principalmente al trabajo en redes sociales, Cash no poseía acceso a información confidencial. Sin embargo, mantenía estrechos vínculos con influyentes figuras políticas.

Este lunes 11, a través de sus abogados, Cash rechazó los señalamientos en su contra y aseguró ser “completamente inocente”, tal como se declaró luego de su arresto en marzo.

“No debería verme obligado a hacer una declaración pública sobre esta información errónea que está circulando. Sin embargo, dado lo que se ha dicho, es fundamental que se sepa que soy completamente inocente”, aseguró el joven a través de su defensa.

“Hasta la fecha, he dedicado mi carrera a tratar de educar a otras personas sobre el desafío y las amenazas que presenta el Partido Comunista Chino. Hacer lo que se ha alegado contra mí en disparatadas noticias sería ir en contra de todo lo que defiendo”, agregó.

La identidad del otro detenido sigue siendo desconocida, pero trascendió que se trataría de un académico.

Por otro lado, Cash no sería el único que levantó la voz para negar los señalamientos. La embajada china en el Reino Unido calificó de “farsa política” las acusaciones de espionaje y pidió a las autoridades británicas que pongan fin a “la manipulación anti-China”.

“Cuando ocurre una cosa así, lo usual sería que se expulse a los involucrados. Esto, a la vez, generaría que el otro país tome una represalia similar. Para entenderlo mejor, si este caso fuese como la mayoría, el Reino Unido expulsaría a tres diplomáticos chinos y Beijing ordenaría la expulsión de otros tres funcionarios británicos en respuesta. Pero acá los dos investigados son británicos y el Gobierno Chino ha negado todo vínculo, por lo que tendremos que esperar a que se desarrolle el caso”, comenta a El Comercio el internacionalista Francisco Belaunde Matossian

El analista resalta, además, que el escándalo llega en medio de un cambio de postura diplomática por parte del gobierno británico hacia el gigante asiático.

“Llega en un momento en el que el Reino Unido comenzaba a cambiar su política hacia China. Luego de años de enfriamiento habíamos visto nuevos acercamientos reconociendo que si bien China es un desafío se necesita mantener líneas de contacto con ellos. Es algo que se replica en diferentes países europeos, con visitas de primeros ministros u otras autoridades a China. De alguna manera, este escándalo pone en riesgo esa nueva política”, asegura.

Una clara señal de cómo este escándalo afecta las relaciones entre ambos gobiernos fue el reclamo de Sunak al primer ministro chino Li Qiang el domingo último durante la COP 20 en la India, donde calificó de “inaceptable” su intento de interferir en “la democracia parlamentaria británica”.

En las filas del Partido Conservador, sin embargo, dicha reacción es insuficiente y un ala considera necesario para el gobierno declarar como una “amenaza” a Beijing.

“Entre los tories hay quienes buscan mantener una postura dura frente a China. El gobierno, sin embargo, estaría resistiendo esa presión interna. En caso de darse se volvería a una relación complicada, con un diálogo reducido al mínimo pero incluso entonces no habría una ruptura. El gobierno británico nunca rompería totalmente relaciones con China”, asegura el analista.

Por el momento, la Administración Sunak descartó un cambio en la clasificación que Londres mantiene para China, la misma que se define como “desafío que define a una época” en términos diplomáticos, y mantendrá canales de comunicación abiertos para colaborar en temas de interés común como el cambio climático, según el portavoz del gobierno.

Aún queda por ver, sin embargo, el impacto que tendrá el proceso contra los presuntos espías cuando empiece el próximo mes.