El Gobierno del Reino Unido apoyó de manera encubierta a la Junta Militar liderada por Augusto Pinochet tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 contra el presidente chileno Salvador Allende, afirma un artículo publicado en la web de investigación “Declassified UK”.
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Mark Curtis, autor de varios libros sobre la política exterior británica, afirma en el texto, basado en información oficial desclasificada, que el Reino Unido estaba interesado principalmente en proteger sus intereses empresariales y en particular el acceso al cobre.
Según los datos del periodista, el 21 de septiembre de 1973 el ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno conservador de Edward Heath, Alec Douglas Home, envió un memorando oficial a varias embajadas británicas en el que constataba el apoyo británico a la nueva junta, que sin embargo se evitaba mostrar públicamente.
“Para los intereses británicos... no hay duda de que Chile con la junta ofrece mejores perspectivas que el caótico camino hacia el socialismo de Allende; nuestras inversiones deberían funcionar mejor, nuestros préstamos han de poder reprogramarse con éxito y posteriormente reanudarse los créditos a la exportación, y el alto precio del cobre (importante para nosotros) debería caer a medida que se restablezca la producción chilena”, escribió.
Curtis señala en el artículo que no solo el Gobierno de Heath “no hizo nada en público para condenar enérgicamente el golpe” respaldado por la CIA estadounidense, sino que, “en privado, su gobierno conservador lo apoyó firmemente”.
Las autoridades británicas inmediatamente se pusieron a forjar buenas relaciones con los militares en el poder, pese a la masacre y la represión, e incluso “confabularon secretamente con la junta para engañar al público británico”, a fin de aparentar que condenaban el golpe, dice el periodista.
Tres días después del asedio a Allende, el embajador británico en Santiago, Reginald Secondé, reconocía en un despacho al Foreign Office que la acción militar probablemente había causado “miles de bajas”, pero advertía de que a Londres le convenía mantener la sintonía con los golpistas.
Su propuesta era impulsar un acercamiento en secreto, pues “no beneficiaría a nadie identificarse demasiado con los responsables del golpe”, dice en sus cables.
Secondé argumentó que el Gobierno de Allende había estado llevando a Chile “a la ruina económica” y dijo que “hay muchas razones para suponer” que los nuevos gobernantes “intentarán imponer un período de gobierno sensato y ordenado”, de acuerdo con los documentos desclasificados por los Archivos Nacionales.
El embajador también dijo a Londres que “la mayoría de los empresarios británicos estarán encantados ante la perspectiva de consolidación que ofrece el nuevo régimen militar”, frente a las nacionalizaciones emprendidas por Allende, en particular en el sector del cobre.
Según el artículo, Secondé acordó con la junta chilena el contenido del comunicado que emitiría el Gobierno británico tras reconocer a la Junta Militar, a fin de “aplacar” a la opinión pública británica, donde, entre otras cosas, se aseguraba que los militares habían ofrecido garantías de que tratarían a los detenidos “con humanidad”.
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