Ucrania apoyó este miércoles el envío de cascos azules de la ONU a su central nuclear de Zaporizhzhia, ocupada por tropas rusas, al día siguiente de que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) pidiera crear allí una “zona de seguridad”.
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“Desplegar el contingente de mantenimiento de paz y sacar a los militares rusos puede ser uno de los medios de crear la zona de seguridad en la central nuclear de Zaporizhzhia”, declaró Petro Kotin, jefe de Energoatom, el operador nuclear estatal ucraniano.
El OIEA, que la semana pasada realizó una misión de inspección, urgió a crear una “zona de seguridad” para evitar un accidente nuclear en la central, cuya situación es “insostenible” debido a los bombardeos.
Las tropas rusas tomaron el control de la planta a principios de marzo, poco después de invadir Ucrania.
Desde hace semanas, la instalación ha sido blanco de bombardeos de los que se han acusado mutuamente Moscú y Kiev.
El lunes, el último reactor en funcionamiento fue desconectado de la red de energía ucraniana, a causa de un incendio causado por un ataque.
El jefe interino de la agencia de seguridad nuclear de Ucrania, Oleg Korikov, alertó además de que un accidente en la central de Zaporizhzhia, la más grande de Europa, tendría consecuencias no solo para Ucrania, sino también “más allá de las fronteras”.
A contracorriente del informe del OIEA, el presidente ruso, Vladimir Putin, aseveró que Rusia no desplegó en Zaporizhzhia equipamiento militar.
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Rusia propone referendos de anexión
El partido de Putin, Rusia Unida, propuso organizar referéndums de anexión en los territorios de Ucrania controlados por los rusos, el próximo 4 de noviembre.
“Donetsk, Lugansk y otras ciudades rusas podrán por fin volver a su puerto de origen. Y el mundo ruso, actualmente dividido por fronteras formales, recuperará su integridad”, afirmó el secretario del Consejo General del partido, Andrei Turchak.
Turchak aludió a las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk (en el este) y a las regiones de Jersón y Zaporizhzhia, ocupadas en gran parte por el ejército ruso.
Donetsk y Lugansk están controladas en su mayor parte por separatistas prorrusos desde 2014. Antes de lanzar su ofensiva, el 24 de febrero, el gobierno ruso reconoció su independencia.
El comandante en jefe del ejército ucraniano, Valery Zalujny, reconoció por primera vez que Ucrania bombardeó la península de Crimea -anexionada por Moscú desde 2014- y amenazó con seguir llevando a cabo ese tipo de operaciones.
El pasado agosto se registraron explosiones en un aeródromo de Crimea, que causaron un muerto y varios heridos y destruyeron municiones destinadas a la fuerza aérea.
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Putin responde a acusaciones sobre el gas
La guerra ha causado decenas de miles de muertos y millones de desplazados.
También ha desatado una crisis energética mundial y una crisis en el suministro de granos, de los que Ucrania y Rusia son grandes exportadores.
Putin negó que su país use la energía como un arma y argumentó que la suspensión desde la semana pasada del suministro de gas ruso a Europa a través del gasoducto Nord Stream se debió a una penuria de piezas de recambio provocada por las sanciones occidentales contra su país.
Por culpa de esas sanciones, afirmó, “nos hemos metido en un callejón sin salida”.
Igualmente anunció que Rusia no exportará más gas ni petróleo a los países que pongan topes a los precios de los hidrocarburos rusos, tal como se plantean hacer los países de la Unión Europea (UE) europeos para castigar las finanzas del Kremlin.
“No entregaremos nada en absoluto si es contrario a nuestros intereses, en este caso económicos. Ni gas, ni petróleo, ni carbón (...) Nada”, dijo Putin en un foro económico en Vladivostok, en el extremo oriente ruso.
El portavoz de la diplomacia ucraniana, Oleg Nikolenko, advirtió que “Putin avanza hacia la segunda etapa de una guerra híbrida, amenazando la estabilidad de los hogares europeos”.
Putin afirmó que las exportaciones de cereales desde los puertos ucranianos del mar Negro, reactivadas gracias a un acuerdo en julio entre Moscú y Kiev, están yendo a países de la UE y no tanto a los países más pobres.
“Eso podría llevar a una catástrofe humanitaria sin precedentes”, afirmó.
Ucrania rechazó esas acusaciones, que tildó de “mentiras”, y su ministro de Relaciones Exteriores, Dmytro Kuleba, aseguró que “en total, los dos tercios de los barcos enviados se dirigen a Asia, África y Oriente Medio”.
Entre los países que, según él, recibieron grano ucraniano, Kuleba citó China, Egipto, Irán, India, Somalia y Libia.
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