Advertencia: esta nota contiene fotografías de eventos violentos y traumáticos que pueden herir la susceptibilidad del lector.
Mira con atención la foto que precede este texto. ¿La reconoces?
Es probable que la hayas visto antes. Es una imagen icónica del Holocausto.
MIRA: La mecanógrafa de 97 años condenada por su complicidad en 10.500 asesinatos en uno de los últimos juicios por el nazismo
Fue tomada cuando las tropas de las SS -la organización paramilitar del partido nazi-, de la Wehrmacht (Fuerza Armada de la Alemania nazi) y agentes de la policía lograron sofocar el alzamiento del gueto de Varsovia, ocurrido entre abril y mayo de 1943.
Durante 20 días, los judíos allí recluidos decidieron ocultarse en búnkeres improvisados y resistirse de forma organizada para evitar ser deportados a los temidos campos de exterminio.
Luego de varios días de enfrentamientos, los nazis decidieron incendiar el gueto para obligar a los resistentes a salir de sus escondites y rendirse.
MIRA: Buques de guerra nazis, bombas, pueblos perdidos y otros inesperados hallazgos que han dejado las sequías en Europa
Esa brutal estrategia funcionó y permitió la captura y deportación de unos 50.000 judíos, la mayor parte de los cuales fueron asesinados antes de finales de ese año.
Lo que quizá no sepas es que esta foto formaba parte de un álbum conmemoratorio conocido como el Stroop Report, que fue elaborado por los propios nazis.
"Encuadernado en cuero, el informe pretendía ser un álbum de recuerdo para que Heinrich Himmler (jefe máximo de las SS) celebrara la victoria ganada con tanto esfuerzo", relata en su web el Museo del Holocausto de EE.UU. en un texto publicado sobre esta imagen.
Este tipo de fotografías son conocidas como trophy photos (fotos trofeo) y, en el contexto del Holocausto, se trata de imágenes tomadas por las propias fuerzas alemanas en las que ellos mismos retrataban los crímenes y abusos que cometieron.
Durante la II Guerra Mundial se hicieron tres ejemplares del Stroop Report, uno de los cuales fue presentado durante los juicios de Núremberg, sirviendo así como evidencia para la condena de altos jerarcas nazis.
Años más tarde, la fotografía que viste más arriba también ayudó a identificar al miembro de las SS Josef Bloesche (el hombre que aparece de segundo de derecha a izquierda con una arma que apunta hacia el niño que se está entregando con la manos en alto), quien fue condenado a muerte en 1969 por crímenes contra la humanidad.
Así, paradójicamente, aquellas imágenes tomadas por los nazis y encuadernadas en un álbum para celebrar su éxito al someter el gueto de Varsovia terminaron sirviendo para demostrar su responsabilidad en delitos atroces.
Pero ¿por qué quisieron los nazis hacer estas fotos? ¿Qué pudo llevarles a querer retratar los crímenes y abusos que estaban cometiendo?
Soldados y turistas
"Los soldados en todas las guerras toman fotos de matanzas, de sus trofeos, porque sus trofeos son el enemigo. Es un trofeo, un recuerdo de la guerra. No creo que los soldados alemanes fueran excepcionales porque los soldados toman fotos en sus guerras, como hicieron los estadounidenses en Irak", dice Janina Struck -fotógrafa, investigadora independiente y autora del libro "Fotografiando el Holocausto"- a BBC Mundo.
Explica que ya desde la guerra de los bóeres, a finales del siglo XIX, los soldados tomaban este tipo de fotos que también se hicieron durante la Primera Guerra Mundial.
Lo que probablemente haya hecho diferencia en el caso del Holocausto fue la magnitud y gravedad de las atrocidades cometidas y, por otra parte, el grado de masificación que había alcanzado la fotografía.
En las décadas de 1920 y 1930, la fotografía se había vuelto muy popular en Alemania.
"Entonces era muy fácil conseguir una cámara portátil, la leica de bolsillo, que llegó al mercado en la década de 1930, cuando la fotografía crecía como un hobby favorito entre los alemanes: 10% de la población del país poseía una cámara propia para 1939", señala Wendy Lowell, profesora de Historia del Claremont McKenna College (California) y autora de The Ravine, un libro sobre la fotografía de la masacre de una familia judía en Ucrania.
Además, los propios jefes militares alemanes estimularon el uso de la cámara fotográfica por parte de los soldados.
"Mientras se preparaban para la guerra que estalló en 1939 y, luego, para la gran campaña contra la Unión Soviética, en 1941, los líderes nazis permitían anuncios en las revistas dirigidas a los soldados y en otro tipo de medios promoviendo el uso de la cámara por parte de las tropas", dice Lowell a BBC Mundo.
"Era un objeto que podían llevar en la mochila. Los soldados iban a estar haciendo historia y esta podría ser documentada por el soldado común; y esas fotos iban a poder ser compartidas con sus seres queridos en su país para celebrar esta victoria. Eso es lo que ellos imaginaban", agrega.
Pero este panorama cambia en 1941, cuando Alemania se lanza a la conquista de la Unión Soviética.
"A partir de entonces, la guerra se libra en dos frentes: había un conflicto convencional en el campo de batalla contra el Ejército Rojo e, inmediatamente después, en las zonas que eran conquistadas y ocupadas, ellos empezaron a asesinar a la población judía en masa", apunta Lowell.
Así, cuando los soldados alemanes invadieron Polonia, muchos de ellos -que llevaban cámaras- comenzaron a fotografiar lo que hacían mientras arrasaban con ese país.
"Tomaban fotos como soldados y como turistas, porque de algún modo también lo eran. Así que hacían fotos de los paisajes y hacían fotos de las matanzas. Tomaban fotos de sus amigos, de sus novias y así", apunta Janina Struck.
"En términos del Holocausto, los soldados tomaron fotos de ahorcamientos a los que asistieron y, a veces, se paraban junto a la persona que había sido colgada para tomarse una foto a su lado. Así que eso era un trofeo. Es una forma de demostrar su poder y el del ejército invasor. Pero no creo que eso fuera muy específico solamente de los alemanes", agrega.
Juergen Matthaus, director de investigación aplicada del Centro Mandel del Museo del Holocausto de Estados Unidos, señala que muchas de estas imágenes fueron tomadas en parte por las mismas razones que se aplican a la fotografía en general. "Podía ser como 'déjame mostrarte algo espectacular' o 'aquí hay algo realmente inusual'", apunta.
En el caso concreto de las fotos que retrataban abusos y matanzas, había un tráfico constante con estas imágenes y muchas veces los soldados las intercambiaban entre sí.
"La mayor parte de estas ejecuciones, matanzas al aire libre, ocurrieron en las zonas de la Unión Soviética y de Polonia que habían sido ocupadas por los alemanes. Y desde allí había imágenes que eran enviadas por los testigos, que a veces simplemente estaban de paso por ese lugar, a sus familias en Alemania y Austria, donde la película era revelada y las imágenes incluso eran integradas en alguna colección familiar. Muchas de estas fotos terminaron en álbumes de fotos o en colecciones privadas", explica.
La victoria sobre “el otro”
Aunque los soldados alemanes tenían acceso y podían tomar fotografías de las matanzas y de los abusos, no significa que estuvieran obligados a hacerlo y mucho menos que debieran enviarlas a sus familias. Entonces, ¿por qué lo hacían?
"Aquí hay muchas cosas. En primer lugar, ellos saben que es un evento histórico, algo que merece la pena fotografiar. También hay una fascinación espeluznante con la violencia, con el sufrimiento, con el tipo de voyeurismo asociado a eso", dice Wendy Lowell.
"¿Por qué alguien llegaría al lugar donde ha ocurrido un asesinato en masa y decidiría tomar fotos? También se debe al antisemitismo. Es por una sensación de triunfo porque si tú apoyas plenamente esa ideología y ese es tu espíritu de lucha, entonces estás viéndolo hacerse realidad en esta escena horrible. Si tú eres tan antisemita y crees en la ideología nazi, entonces estás fotografiando esto como un momento de triunfo", añade.
Janina Struck señala que una escena "muy popular", muy fotografiada, era la de los soldados alemanes humillando a los hombres judíos, sometiéndolos y cortándoles los bucles de la cabellera o la barba como se ve en una de las fotografías que acompañan este texto.
Esa imagen fue captada en Polonia en 1939 y está disponible en la biblioteca digital de Yad Vashem, el Museo del Holocausto en Israel.
Quienes aparecen riendo en grupo mientras le cortan la barba a un judío son soldados de la Wehrmacht.
"Al constatar que un soldado del ejército tomó esta foto, y no las SS, que tradicionalmente eran mucho más antisemitas, podemos entender que la propaganda generalizada creada por los nazis también pasó factura entre los 'hombres comunes'", apunta en el texto que acompaña esa imagen en la web de Yad Vashem.
Y es que desde la llegada al poder de los nazis en 1933, la población alemana comenzó a recibir grandes dosis de propaganda y de adoctrinamiento antisemita, cuya figura más emblemática eran los ostjuden, los judíos orientales, quienes a diferencia de los judíos que vivían en Viena o Berlín no se habían asimilado completamente a las culturas locales.
"Los judíos orientales, los de Polonia y la Unión Soviética, parecían confirmar los estereotipos antisemitas que los nazis usaban en su propaganda. Muchos (…) eran judíos religiosos y vestían ropa tradicional, incluidas largas gabardinas negras y vestimentas rituales como los chales de oración (talit), junto con barbas pobladas y rizos largos de cabello a los costados de la cabeza. Parecían 'diferentes'.
"Muchos vivían en condiciones de pobreza impuestas a lo largo de los siglos por gobernantes indolentes y gobiernos antisemitas. Hablaban un idioma extraño y gutural llamado yiddish. Ellos realmente eran el 'otro'", escribe la educadora sobre el Holocausto, Liz Elsby, en un texto sobre la fotografía en el frente oriental de la II Guerra Mundial publicado en la web de Yad Vashem.
Agrega que entonces, a partir de la invasión de Polonia y de la Unión Soviética, esos alemanes que habían sido objeto durante años de la propaganda antisemita nazi se convirtieron en los policías y soldados del territorio habitado por estos judíos a quienes odiaban y temían.
"Al pueblo alemán se le enseñó no solo a odiar a los judíos, también se les enseñó a temerlos. Los judíos eran malvados. Eran amenazantes. Eran parte de una conspiración para apoderarse del mundo. Entonces, cuando estos soldados se encontraron con los judíos orientales y fueron capaces de humillarlos primero y, luego, fotografiarlos, la fotografía se convirtió en un trofeo, una prueba de que ellos, miembros de la raza aria superior, se habían encontrado con el enemigo, lo habían sometido, humillado y dejado sin poder", apunta Elsby.
"Las fotografías fueron tomadas para una audiencia que, teniendo un fondo antisemita, habría apreciado, disfrutado y probablemente admirado los esfuerzos de sus camaradas por subyugar a su víctima judía y todo lo que representaba", agrega.
De “trofeos” a evidencia
Además de estimular a sus soldados para que hicieran fotos, la Alemania nazi desplegó un verdadero ejército de fotógrafos oficiales que registraban lo que ocurría en la guerra tanto con fines de propaganda como con fines de documentación.
"Los nazis estaban obsesionados con la documentación. Básicamente, con fotografiar sus crímenes. Ellos querían documentar casi todo lo que hacían", comenta Janina Struck, quien distingue entre este tipo de imágenes como las del Stroop Report de las trophy potos hechas por los soldados.
Al final, la circulación constante de las imágenes captadas por los soldados alemanes de los crímenes que estaban cometiendo terminó convirtiéndose en un problema, por lo que los jerarcas nazis intentaron prohibir estas fotografías.
"No estaba permitido retratar estas ejecuciones masivas, pero en la práctica no había forma de hacer cumplir esa prohibición. Estos crímenes no se cometían en secreto, prácticamente cualquiera que estuviera allí podía verlos, no solamente los alemanes sino también la población local", cuenta Juergen Matthaus.
Señala que algunas de estas imágenes se volvieron muy conocidas entre la población en Alemania, tanto porque las personas las habían visto como por los rumores que circulaban en relación con estas.
"Es posible encontrar incluso en diarios de judíos en Alemania entradas en las que mencionan que ellos habían escuchado hablar sobre estas imágenes y que soldados alemanes habían sido testigos de estas matanzas. Así que este era una suerte de secreto oficial muy bien conocido", agrega el experto.
Muchas de estas imágenes llegaron hasta la resistencia clandestina y fueron puestas en circulación e incluso llegaron hasta los Aliados.
"Algunas fotos cayeron en manos del movimiento de resistencia y se convirtieron en una forma poderosa de evidencia documental que inspiraba a la gente, a través de la indignación y del miedo, a luchar con más fuerza contra los nazis", comenta Wendy Lowell.
Se trataba, justamente, de la reacción que los jerarcas nazis querían evitar.
Pero muchas imágenes como la que retrata la de muerte de Sorella Epstein, publicada en esta nota, tuvieron que esperar hasta el final de la guerra para tener un efecto distinto al previsto por los nazis.
Entre el 15 y el 17 de diciembre de 1941, miles de judíos de la ciudad de Liepaja, en el oeste de Letonia, fueron detenidos y enviados a una zona de dunas próxima al mar Báltico. Allí, junto a una larga zanja, fueron obligados a desvestirse y fueron ejecutados bajo las órdenes del comandante de las SS Fritz Dietrich. Se estima que entre 2.700 y 2.800 judíos fueron ejecutados allí. La mayor parte eran mujeres y niños.
Una de esas víctimas fue Sorella Epstein, una niña de 10 años de edad, que fue asesinada junto a otras mujeres de su familia.
Esa ejecución fue presenciada por un oficial de las SD -el cuerpo de inteligencia de las SS- llamado Carl Strott, quien fotografió al grupo de mujeres momentos antes de su muerte.
Tiempo más tarde, esas imágenes fueron descubiertas en la casa de Strott por David Zivcon, un electricista judío que trabajaba en los cuarteles de las SD, cuando fue llamado a reparar un problema en la vivienda del oficial nazi.
Zivcon se llevó los negativos consigo, los copió con la ayuda de un amigo y, luego, poniendo como excusa un supuesto problema eléctrico volvió a la casa y reintegró los originales.
Las copias que hizo las escondió en una caja que enterró en un establo, donde permanecieron hasta que las fuerzas soviéticas liberaron esa localidad, cuando Zivcon les entregó las imágenes que finalmente fueron usadas como evidencia en los juicios de Núremberg.
En las décadas que siguieron al Holocausto, miles de trophy photos siguieron apareciendo, aunque muchas de ellas no han servido para castigar a los responsables de las muertes y abusos ocurridos.
"El problema es que, con frecuencia, los actores alemanes que estaban cometiendo estos crímenes no son identificables. Entonces, a menos que hubiera elementos que permitieran relacionar esos eventos claramente con una persona específica, tenías evidencia de un crimen sin criminal", explica Juergen Matthaus.
Pese a todo, más de siete décadas después del Holocausto, prosiguen los esfuerzos por identificar no solamente a los criminales, sino también a las víctimas presentes en esas fotografías.
Una forma no solo de hacer justicia sino de mantener vivo el recuerdo de una tragedia de tal magnitud que dio pie a la invención del término genocidio.