Londres. El grupo británico de telecomunicaciones BT y tres universidades australianas, la Bond University de Queensland y las universidades Murdoch y RMIT de Melbourne, decidieron romper sus relaciones con el príncipe Andrés, después de una entrevista realizada por la BBC al hijo de la reina, sobre el escándalo de Jeffrey Epstein.
En la entrevista difundida el sábado por la noche, el príncipe justifica su amistad con el magnate estadounidense acusado de tráfico sexual.
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BT se mostró hoy a favor de que se le retire al príncipe el patrocinio de iDEA, una organización que ayuda, además de a las empresas, a mejorar las posibilidades de empleo de la gente.
“Hemos estado trabajando con la empresa desde su lanzamiento en 2017 y nuestras relaciones han sido con sus directores ejecutivos, no con su patrón, el duque de York”, indicó un portavoz de BT.
“Como proveedor líder de capacitación en habilidades digitales, iDEA era un socio natural” de BT, dijo el portavoz, y agregó que, “a la luz de los recientes acontecimientos, estamos revisando nuestra relación con la organización y esperamos que podamos seguir trabajando con ellos, si hay un cambio en su mecenazgo”.
El príncipe Andrés ya ha perdido el apoyo del grupo contable KPMG, que ayer informó la decisión de no renovar su apoyo al proyecto empresarial del príncipe, llamado Pitch@Palace y destinado a ayudar a empresarios.
Durante su conversación con la cadena BBC, el duque de York negó categóricamente haber tenido relaciones con una menor de 17 años asociada a Epstein, a pesar de que hay una fotografía de ambos juntos.
Las respuestas del príncipe han dejado numerosos interrogantes sobre su amistad con el empresario y muchos comentaristas cuestionan que el hijo de la reina no se acordase de Virginia Giuffre, la mujer estadounidense que le acusa de haber tenido relaciones sexuales con ella.
El príncipe Andrés, de 59 años y octavo en la línea de sucesión al trono, reconoció en su entrevista que sus relaciones con Epstein han podido poner a la familia real en aprietos, pero cree no haber perjudicado la reputación de la reina Isabel II.