A sus 82 años, Silvio Berlusconi sigue siendo un genio del reciclaje político. Pese a sus escándalos de corrupción, sus fiestas sexuales y sus malos resultados en las elecciones del año pasado en su país, el que fuera tres veces primer ministro de Italia ha conseguido, contra todo pronóstico, un escaño en el Parlamento Europeo, tras los recientes comicios legislativos.
Solo a inicios de mes, el viejo zorro de la política italiana tuvo que ser hospitalizado por un cólico renal agudo que ponía en riesgo su participación en las elecciones del Viejo Continente. Pese a ello, Berlusconi ha mostrado ser indestructible.
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Con varias cirugías plásticas encima, el millonario italiano celebró los resultados: "Seguimos siendo indispensables: sin Forza Italia, la centro-derecha no puede ganar. En Bruselas seguiré siendo el único obstáculo contra el nacionalismo antieuropeo".
Pese a que en los años en que gobernó Italia los líderes europeos lo miraban con absoluto recelo por sus comentarios sexistas y grandilocuentes -"Soy el Jesucristo de la política", dijo alguna vez-, ahora es considerado en Bruselas como el mal menor al lado de extremistas como Matteo Salvini.
Por ello, y a pesar de sus problemas de salud -en el 2016 fue operado a corazón abierto-, Berlusconi se preparó a su manera para su nuevo encargo: adquirió una mansión en Bruselas con piscina, gimnasio y salones para recepciones en el distrito de las embajadas, según el diario "La Stampa".
"Seré el único líder que realmente estará en Europa porque estaré físicamente en Bruselas, además de ser un parlamentario con mucha experiencia", aseguró el ex dueño del AC Milan dos días antes de la votación.
Cuentas pendientes
En marzo pasado, el Tribunal Supremo de Italia confirmó la prescricpión del juicio por corrupción y soborno que lo inhabilitaba para cualquier cargo público. El proceso se basaba en las coimas a un senador para que votara a favor de una moción de censura y provocara la caída del gobierno de Romano Prodi en el 2008.
En el 2011, Berlusconi se vio obligado a dimitir a la jefatura de Gobierno debido al colapso económico en que cayó Italia; en el 2013 fue condenado por fraude fiscal y expulsado de su escaño de senador y debió pagar la condena haciendo servicios comunitarios en albergues para ancianos.
Pero el juicio que generó más atención fue aquel relacionado a las orgías que organizaba en una de sus mansiones, para las que incluso llegó a contratar a menores de edad. Una de ellas, la marroquí 'Ruby', confesó que tenía 17 años cuando trabajó como prostituta para las llamadas fiestas 'bunga bunga'.
En el 2005 quedó absuelto, pero el proceso se reabrió en el 2010 por sospechas de haber sobornado a los jueces. Según la Fiscalía italiana, Berlusconi gastó entre finales del 2010 y principios del 2014 unos dos millones de euros en mantener a la docena de mujeres jóvenes que amenizaban sus fiestas.
Controvertido y vigente
A pesar de sus escándalos, Berlusconi ha seguido siendo un referente de la política italiana. En las elecciones de marzo del 2018 intentó hacerle frente a la extrema derecha populista de La Liga y el Movimiento Cinco Estrellas. No lo logró, pese a que en algún momento estuvo liderando las encuestas.
Su estrategia, desde aquella vez, es presentarse como una especie de 'abuelo sabio', un político experimentado entrado en años que sabe lo que realmente quiere el electorado italiano. No por gusto sigue siendo dueño de tres canales de televisión, en un país donde la influencia de los medios tradicionales sigue siendo importante, además de tener una fortuna personal estimada en unos 5.700 millones de euros.
"Hay quien explica el fenómeno de Berlusconi asegurando que los italianos somos genéticamente idiotas y tenemos propensión hacia los líderes estrafalarios, algo snob y que rezuma racismo. Hay quien asegura que la clave de su éxito es que es rico y se puede permitir cosas que otros no, pero hay otras personas que también son ricas y que no han conseguido ni de lejos en política lo que él. La única explicación plausible para mí es que Berlusconi no es un político como los demás: es el único que, desde los tiempos de Mussolini, ha incidido en la mentalidad italiana", detalló al diario "El Mundo" Alessandro Campi, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Perugia, al diario El Mundo.