El sacerdote, Juan Eduardo Jotayan. (Foto: Twitter)
El sacerdote, Juan Eduardo Jotayan. (Foto: Twitter)
Redacción EC

¡La casa de Dios se respeta! Un cura de la provincia de , en impidió que un delincuente robara la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, ubicado en el barrio La Loma. “Nos agarramos a trompadas limpias”, dijo el ‘hombre de Dios’ tras reconocer que dejó que el malhechor escapara tras amenazarlo con un rifle de aire comprimido que tenía en su habitación.

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El sacerdote, llamado Juan Eduardo Jotayan se levantó a las 3:00 a.m. cuando se percató que un joven de 25 años aproximadamente, se había infiltrado en la casa parroquial.

“Fue alrededor de las 3 de la madrugada y yo estaba en mi dormitorio casi dormido mirando las noticias. En un momento sentí un ruido en la puerta de la entrada de la casa. que tiene las rejas y después un ruido en la puerta. Me levanté de inmediato porque es la cuarta vez que me entran a robar y uno ya vive alarmado”, relató Jotayan a .

Inmediatamente, el cura se puso sus sandalias y como un ‘agente secreto’ se movilizó sigilosamente hacia la puerta de su habitación. Fue por el pasillo hasta llegar al comedor y encendió la luz de golpe, encontrándose cara a cara con el ladrón dentro de la casa.

“El chico habrá tenido unos 25 años, tenía una gorra y una capucha. Seguramente estaba muy drogado. Nos agarramos a las trompadas limpias, fue una cosa tremenda, manifestó el sacerdote.

La vicaria Nuestra Señora de Guadalupe, en el barrio La Loma, en Salta. (Foto: El Expreso de Salta)
La vicaria Nuestra Señora de Guadalupe, en el barrio La Loma, en Salta. (Foto: El Expreso de Salta)

Entre la pelea a puño limpio, Jotayan recibió varios golpes en la cara y las costillas, pero logró defenderse con un arma poco usual: una silla. Tal como en las películas de acción, el cura agarró la silla y la partió en su espalda, esperando que se rindiera, pero el ladrón dio pelea. Logró estabilizarse.

“En ese momento aproveché para salir corriendo a la habitación y buscar un rifle de aire comprimido que era de mi hermano militar y que ya falleció. Le apunté y le grité: ‘Si no te vas de acá, te perforo la cabeza a tiros’. Todavía no puedo creer la barbaridad que le dije, él estaba paralizado y también tratado de normalizarse después del ataque con las sillas”, recordó el hombre de los hábitos religiosos.

Finalmente, el delincuente logró estabilizarse y entrar en razón de que Jotayan no iba a rendirse tan fácil, así que salió corriendo por las escaleras. “Luego salió por la cancha y huyó. Yo me fui por detrás para corroborar efectivamente que se haya ido, detalló Jotayan.

Me revisó un médico y me colocaron inyecciones. Afortunadamente no me fisuró las costillas pero tuve mucho dolor muscular. Luego radiqué la denuncia en la comisaría de Grand Bourg”, culminó el sacerdote quien demostró que está dispuesto a pelear, espiritualmente y físicamente, por la ‘casa de Dios’.

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