Tras seis años a cargo de la embajada de Chile en nuestro país, el diplomático Roberto Ibarra termina su misión y realiza un repaso sucinto de su paso por el Perú, analiza el estado de las relaciones bilaterales, señala los aspectos que debemos reforzar y alude también a la pandemia que hoy castiga al mundo, y especialmente a nuestra región.
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- ¿Con qué sensación se va después de seis años y qué balance hace de su paso por nuestro país?
Me voy del Perú enriquecido por una experiencia profesional y humana de calidad. He tenido el honor de representar a dos gobiernos de orientaciones de política diversa, pero concordantes en asignar una alta prioridad a nuestra relación con este vecino estratégico. Me ha correspondido implementar la agenda bilateral pos La Haya. He sido testigo de momentos importantes en la vida del Perú y he tenido la suerte de cultivar una amplia red de amigos y conocer gran parte de una nación muy diversa y siempre impresionante por su patrimonio cultural y hospitalidad de su gente. Un balance muy positivo, que impulsará a retornar muchas veces a un país al que respeto y quiero mucho.
- Suele ser una frase cliché aquello de que la relación entre determinados países atraviesa su mejor momento. Si usted cree que Chile y el Perú se encuentran en tal situación, ¿qué hechos apuntalan tal aseveración?
Más que hablar del mejor momento, diría que nuestra relación ha ingresado a un período de madurez y consolidación. Hemos sabido resolver pacíficamente el diferendo de La Haya, contra los agoreros que ponían en duda nuestra capacidad de hacerlo. A partir de entonces, hemos desarrollado una vinculación sólida, basada en principios compartidos y percepciones similares de una realidad internacional cada vez más compleja. Tenemos la instancia de los Gabinetes Binacionales, que cubren áreas determinantes para nuestro desarrollo y establecen compromisos concretos en cada una de ellas. El intercambio comercial y las inversiones recíprocas siguen creciendo. La integración fronteriza presenta una dinámica extraordinaria. Nuestras expresiones culturales son apreciadas a ambos lados de la frontera. La vinculación entre representantes de la sociedad civil de ambos países es cada vez más intensa y la inmigración y el turismo nos están permitiendo conocernos cada vez mejor y derribar prejuicios. Tenemos que cuidar lo que hemos alcanzado y seguir trabajando en una agenda mutuamente beneficiosa, que nos permita aprovechar nuestro potencial. Pero también pensar más allá de la coyuntura e imaginar la relación bilateral que queremos a veinte o treinta años de plazo.
- ¿Qué aspectos considera usted podrían reforzarse todavía más en la relación bilateral entre nuestros países?
En el actual escenario de pandemia diría que debe tener prioridad la cooperación en materia de salud, así como el combate a los desastres naturales que periódicamente nos afligen. Pero además de ello hay mucho por hacer todavía en medio ambiente, recursos hídricos, ciencia y tecnología, minería, protección de recursos y facilitación fronteriza, por citar algunas áreas. Debemos persistir asimismo en fomentar una cultura y una educación para la integración que, sin desconocer los conflictos que nos separaron en el siglo XIX, permita contextualizar los mismos, destacar el camino de convergencia recorrido desde entonces y formar a las nuevas generaciones en el respeto recíproco y en la conciencia de que vale la pena enfrentar juntos los desafíos de este mundo globalizado y cambiante.
- ¿Cómo ve la relación entre las FF.AA. de ambos países?
Dotadas de un dinamismo y confianza crecientes, que se expresan en un diálogo franco y directo entre sus cúpulas, en visitas y reuniones de alto nivel, intercambios de oficiales y cadetes, coordinación en el campo multilateral, (operaciones de paz de la ONU), cooperación en materia de desminado, presencia destacada en actos conmemorativos de efemérides históricas y permanente intercambio de información para el combate de flagelos comunes como el terrorismo y el narcotráfico.
- ¿Considera que la sentencia del tribunal de La Haya en torno al diferendo por la frontera marítima dejó definitivamente atrás todas las controversias entre Chile y Perú?
La sentencia de La Haya es un ejemplo de solución pacífica de las controversias. Los países que tienen relaciones maduras no aspiran a que desaparezcan todas las diferencias entre ellas, sino que estas se puedan resolver de forma pacífica. Ese es el legado de la experiencia en La Haya. Nuestras diplomacias así lo han entendido.
- Si bien la comunidad peruana en Chile dejó de ser ya la más numerosa de todas las colonias extranjeras, continúa siendo importante. ¿Cómo catalogaría hoy la situación de ella dentro de la sociedad chilena?
Creo no equivocarme al afirmar que se trata de una comunidad no solo plenamente integrada a la sociedad chilena -con un creciente número de parejas binacionales- sino que valorada y respetada por su capacidad de emprendimiento y trabajo, conducta cívica y el aporte cultural en diversos ámbitos, destacando el de la gastronomía, que muchos apreciamos en mi país.
- El COVID-19 aflige hoy a todos los países de nuestra región. En Chile también hay inquietud por el alto número de infectados y fallecidos, aunque con cifras menores que en el Perú. ¿Debería imitar o tomar algo como modelo el Perú de la estrategia chilena para enfrentar el coronavirus?
La pandemia que nos está azotando se ha revelado tan imprevisible y cambiante que nadie puede dar recetas. El Perú y Chile están combatiéndola con políticas adaptadas a sus respectivas particularidades y recursos, lo que no inhibe la observación recíproca de las experiencias. Lo que si debemos hacer es tender a coordinar esfuerzos a nivel regional y en este sentido apoyar lo que Prosur está intentando hacer al respecto.
- El alcalde de Arica se quejó el mes pasado ante la alta comisionada de DD.HH. de la ONU por la situación de los peruanos varados en Arica y habló de violación de los DDHH por parte del Gobierno Peruano. ¿Teme que la agresividad del COVID-19 pueda crispar las relaciones y la situación en nuestras fronteras?
La realidad de nuestras fronteras es siempre sensible y requiere de supervisión permanente. La emergencia del COVID-19 acrecienta este desafío, pero hemos sabido enfrentarlo apropiadamente. Piense usted en la exitosa operación de repatriación recíproca que tuvo lugar en Santa Rosa/Chacalluta hace tres semanas, implicando a más de 2.000 ciudadanos peruanos que retornaron al país, así como a 260 ciudadanos chilenos que estaban todavía varados en diversas regiones del Perú. Todo un gran esfuerzo de coordinación de cancillerías, gobiernos regionales, FF.AA., policías y diversos servicios de ambos países.
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