El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, habla a la prensa en el Palacio Nacional de México, después de una reunión con su homólogo Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México, el 12 de marzo de 2019. (AP Foto/Marco Ugarte, Archivo).
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, habla a la prensa en el Palacio Nacional de México, después de una reunión con su homólogo Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México, el 12 de marzo de 2019. (AP Foto/Marco Ugarte, Archivo).
Agencia AP

Los señalamientos de de que el gobierno del presidente salvadoreño negoció con las poderosas pandillas callejeras del país tocaron una fibra sensible.

Gobiernos previos en la nación centroamericana, tanto de derecha como de izquierda, lo han hecho, con un costo político elevado. Actualmente, se procesa a algunos exfuncionarios por sus acciones del pasado.

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El Departamento del Tesoro de Estados Unidos informó que una investigación ha revelado que funcionarios del gobierno de Bukele ofrecieron beneficios financieros a las pandillas y sus líderes encarcelados, como prostitutas y teléfonos celulares, a cambio de reducir la tasa de homicidios y brindar apoyo político en las elecciones legislativas de este año. Washington no presentó pruebas y Bukele ha rechazado firmemente haber negociado alguna tregua con las pandillas.

¿POR QUÉ LAS PANDILLAS SON UN TEMA TAN DELICADO EN EL SALVADOR?

Las pandillas callejeras, que se originaron en Estados Unidos y se arraigaron en El Salvador luego de que sus integrantes fueron deportados a la nación centroamericana, son una fuerza significativa en la sociedad salvadoreña. Controlan vecindarios y territorios amplios. No existe una cifra confiable de cuántos miembros tienen estas pandillas, pero se calcula que decenas de miles. Extorsionan a negocios, trafican con drogas, asesinan, reclutan niños y restringen el libre tránsito de las personas. La mayor parte de sus líderes están en prisión, pero siguen dirigiendo actividades delictivas.

“El problema de las pandillas es como un cáncer”, expresó Carlos Carcach, coordinador residente de la Escuela Superior de Economía y Negocios en San Salvador. “Es algo que está tan presente en todo lo que ocurre en el país, que es difícil, si no imposible, de erradicarlo”.

¿NEGOCIAR TREGUAS CON LAS PANDILLAS ES ALGO NUEVO EN EL SALVADOR?

No. Gobiernos anteriores han sido acusados de hacer lo mismo a cambio de ganancias políticas a corto plazo.

En 2012, funcionarios del entonces presidente Mauricio Funes negociaron “la tregua” con las pandillas del país que redujo la tasa de asesinatos. Sin embargo, al mismo pacto se le atribuye haber permitido a los grupos delictivos ganar fuerza y expandir sus territorios. A las pandillas se les ofrecieron varios beneficios, como pagos a sus miembros, pero el más importante fue el traslado de líderes encarcelados de instalaciones de máxima seguridad a prisiones menos seguras desde donde podían seguir dirigiendo sus actividades delictivas.

Algunos exfuncionarios están siendo procesados por delitos relacionados con ese pacto. Funes escapó a Nicaragua, donde se le otorgó asilo. Bukele ha criticado fuertemente a gobiernos anteriores por negociar con las pandillas.

Los señalamientos más recientes del gobierno estadounidense no son los primeros contra la presidencia de Bukele. El medio noticioso local El Faro reportó el año pasado que varios funcionarios se reunían en secreto con líderes de pandillas para llegar a acuerdos, algo que el mandatario también negó en su momento.

SI RESULTA EN MENOS ASESINATOS, ¿POR QUÉ EL GOBIERNO NO DEBERÍA NEGOCIAR UNA TREGUA?

A simple vista, la idea de que un gobierno llegue a un acuerdo con la delincuencia organizada es repugnante. El gobierno es responsable por la seguridad de sus ciudadanos. Adentrándose poco más en el tema, indica quién es quien realmente manda.

Un descenso en el número de asesinatos suena grandioso, pero debe estar acompañado de buenas políticas públicas, seguridad e investigaciones y procesos efectivos, opinó Leonor Arteaga, directora de programa en la Fundación para el Debido Proceso, una organización con sede en Washington.

“Lo que ocurrió es que son las pandillas las que están poniendo las condiciones y es el gobierno quien las ha aceptado”, afirmó. “Dado que esta reducción es en realidad un pacto, una negociación, son las pandillas quienes tienen el control y quienes, así como ahora reducen los homicidios, mañana los vuelven a subir”.

Uno de los problemas son los motivos, destacó Arteaga. “El objetivo del gobierno para entrar en estas negociaciones no es lograr un beneficio para la población... sino que es obtener un beneficio político”, puntualizó.

¿ESTO PERJUDICARÁ LA POPULARIDAD DE BUKELE?

Bukele es sumamente popular. Logró un triunfo cómodo sobre partidos tradicionales de izquierda y derecha en 2019 después de que varios escándalos de corrupción los desacreditaron. Su partido Nuevas Ideas nuevamente fue vencedor por un margen amplio en los comicios legislativos de este año, cuando obtuvieron el control del Congreso.

Los simpatizantes de Bukele lo elogian por haber reducido el número de asesinatos, la adquisición temprana de vacunas contra el COVID-19 y la entrega de alimentos y computadoras a niños.

“No veo que sus niveles de popularidad se reduzcan drásticamente”, comentó Arteaga. “A la población le interesa más tener alguna forma de sobrevivir y convivir hasta cierto punto con las pandillas”.

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