Hay quienes han visto con buenos ojos la propuesta de Juan Guaidó para dialogar con el gobierno de Nicolás Maduro, tras meses de negativa a posibles conversaciones con el régimen chavista. El presidente de Venezuela -aunque con cierta sorna- ha dicho que también le interesa sacar adelante la propuesta del llamado Acuerdo de Salvación Nacional, pero en sus términos.
Ahí está el detalle.
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“Por eso me sorprende que algunos analistas hayan dicho que existe una solución política en el camino. ¿Solución política para qué? No hay salvación política para la crisis nacional”, sostiene tajantemente Luis Salamanca, profesor asociado de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
El abogado y politólogo venezolano no cree que la hipotética reunión entre Maduro y Guaidó vaya a dar frutos. Desde su perspectiva, cualquier diálogo es infecundo, y pone en duda la verdadera capacidad negociadora de la oposición.
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“Guaidó depende de lo que el régimen quiera considerar, como dos rectores de oposición en el Consejo Nacional Electoral, pero no más”.
Salamanca continúa con el ejemplo: el Consejo Nacional Electoral (CNE) ofreció revisar las inhabilitaciones de dirigentes políticos y la ilegalidad de algunos partidos, pero, cuando las papas quemaron, sostuvo que quien verdaderamente tenía que dirimir eran otros poderes del gobierno.
“Lo que te están diciendo es: ‘Bueno, vamos a simular que nos interesa el asunto, pero quien finalmente decide es el Tribunal Supremo’. Es un juego macabro”, agrega el especialista.
Porque, claro, incluso para llegar a ese punto, habría primero que ganar una elección en el CNE, siendo que la mayoría allí es del gobierno, que tiene tres votos.
Entonces, ¿qué buscan Guaidó y Maduro con este supuesto acercamiento?
La base para entender la situación del líder opositor, y reconocido presidente interino por una treintena de países, es destacar que una “franja importante de venezolanos le ha retirado su confianza y ahora lo critican”.
“Comparado con el del 2019, Guaidó ha perdido el glamour, la presencia. Ya no es el mismo líder porque los años han pasado sin haberse logrado ningún avance. Ahora le están pasando la factura”, anota Salamanca.
Aun así, es el “único político venezolano con cierta proyección, sobre todo internacional y, en menor medida, nacional”. Para revertir la situación, para aumentar su capacidad de convocatoria y de impacto político, ha tenido que dar su brazo a torcer.
No importa que antes se haya negado al diálogo, ahora lo que busca es recobrar su prestigio.
“Lo que hay que evaluar es si lo está logrando o no. En todo caso, esta jugada lo puso en la palestra de la opinión pública, para bien o para mal”, cuenta el analista.
Pero no es lo único a tener en cuenta. También es preciso constatar la viabilidad política de lo que plantea. Salamanca, sobre ese tema, afirma que hay muchas dificultades para que se concrete, si se tienen en cuenta los intereses reales de Nicolás Maduro.
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MADURO Y SUS ASPIRACIONES
Luis Salamanca explica que, cualquier atisbo de democracia o apertura a la oposición en Venezuela, responde a que Nicolás Maduro se quiere zafar de las sanciones de la comunidad internacional.
Con la economía tan golpeada, el régimen necesita, por lo menos, flexibilizar los castigos.
Así, por ejemplo, se puede entender que –y regresando al ejemplo del inicio- hayan dos puestos de la oposición en el CNE, una supuesta señal de cambio y apertura.
En esa lógica, puede ser que se legalicen algunos partidos, pero la cuestión real es observar quiénes se benefician. ¿Serán los de mayor peso político? Salamanca anota:
“Como Maduro quiere mostrar que está siendo flexible y que sabe dialogar, estuvo buscando mayor participación de ciertos grupos para las elecciones regionales y locales. Pero estos no son significativos. Los ‘caballos’ siguen siendo ilegales”.
Salamanca dice que eso es como revolverse en arenas movedizas porque el mantra del mandatario sigue siendo el mismo: “Discutan lo que quieran, negocien lo que quieran, pero el poder político soy yo, y eso no se discute”.
Es en ese sentido que el Acuerdo de Salvación Nacional propuesto por Guaidó -que busca “unas elecciones democráticas, libres y pulcras”- no tendría un futuro esperanzador. Se trata de un objetivo diametralmente opuesto a lo que busca Maduro.
“Ya tenemos experiencia con la negociación y con el diálogo, y no ha sucedido nada. Hubo momentos en el que se ha avanzado y se ha le ha dado una solución al gobierno, pero ellos crean una crisis para levantarse de la mesa y dejar morir todo”.
¿Hay alguna forma de cambiar el sistema? El abogado venezolano sostiene que es preciso que los partidos políticos participen de las elecciones aun cuando se sabe que estas no son democráticas. Él argumenta:
“Yo propongo un cambio de enfoque. Sí, se exigen esas condiciones, se presiona, pero como sabemos que no las van a dar, se plantea un plan alternativo, que puede ser participar en las elecciones”.
Y agrega:
“Eso es lo que hizo la oposición chilena frente a Pinochet. Esperar unas elecciones democráticas no puede ser lo único que platee un líder”.
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