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Papa Francisco
Redacción EC

En la zona más golpeada por el largo conflicto armado colombiano, el pidió el viernes a las víctimas que den el primer paso al perdonar a sus agresores y advirtió que sin compromiso sincero la reconciliación será un fracaso.


“¡Siempre!”, repitió el pontífice para dar a entender que cualquier acto sin franqueza caerá en saco roto durante una masiva misa a campo abierto ante gente que cargaba como collares sobre su pecho retratos de familiares muertos en la guerra.

Fue la primera actividad de Francisco en esa zona donde también rezó por los caídos en el conflicto armado en la segunda jornada completa de actividades de su visita de cinco días y considerada probablemente el momento cúspide del viaje.

“¡Basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona!”, destacó el papa en su homilía frente a unas 400.000 personas, según los cálculos de los organizadores. “Eso no significa desconocer ni disimular las diferencias y los conflictos. No es legitimar las injusticias personales o estructurales”.

Una mujer que vestía un polo alusivo a la visita papal y un rosario exhibió durante la misa una fotografía con el rostro de una desaparecida. “Sandra Isabel Gómez Garcés. Enfermera desaparecida en el Hospital de Miraflores en el año 2000”.

Otros mostraban pancartas con mujeres con el cuerpo desmembrado para recordar la violencia de la guerra.

Muchos en Colombia creen que la reconciliación en un país dividido tras la firma de la paz -que desactivó el conflicto más viejo de América Latina- no será tarea fácil. Probablemente eso lo sabe el papa, pero el obispo de Roma se propone de todas formas calar en el corazón de víctimas y victimarios.

Antes de llegar a Villavicencio, Francisco tuvo palabras de agradecimiento para los militares que lucharon por la paz y saludó a uno de ellos en silla de ruedas. El papa argentino también beatificó a dos sacerdotes colombianos asesinados durante episodios de violencia política y guerrillera, tras declararlos mártires por defender la fe.

Miles de víctimas de toda clase acudieron al acto de oración y reconciliación por la tarde: soldados que sufrieron mutilaciones cuando retiraban minas terrestres, madres que vieron a sus hijos reclutados a la fuerza por los rebeldes para no volver jamás y campesinos expulsados de sus tierras por grupos paramilitares de derecha.

También asistieron antiguos rebeldes.

Entre los asistentes estaría Lucrecia Valencia, que perdió a su esposo y a su hijo, además del brazo derecho y la pierna izquierda, cuando buscaban leña cerca de su casa. Su pueblo pasó años castigado por la violencia y ella dijo que quiere que el mundo sepa que la paz en Colombia es frágil.

Valencia señaló que es probable que la mina terrestre que trastocó su vida en el 2009 fuera colocada por otro grupo rebelde, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que sigue activo en muchas partes del país.

“Estamos hartos de esa gente”, dijo la mujer, de 40 años. “Yo soy una mujer de buen corazón, no tengo nada que reclamar. Solo quisiera decirles que no queremos más guerra”.

Presidiendo el evento destaca una estatua mutilada de Cristo rescatada de una iglesia bombardeada hace 15 años, quizá el más poderoso recordatorio de la violencia política que dejó más de 250.000 muertos y millones de desplazados. Varios residentes de la empobrecida ciudad de Bojayá viajaron durante días en bote, avión y autobús para llevar la modesta escultura de yeso a Villavicencio para que el papa pueda bendecirla.

La estatua procede de una iglesia destruida por un mortero de las FARC donde 300 personas se habían refugiado durante tres días de combates entre rebeldes, ejército y paramilitares. Al menos 79 personas murieron y 100 resultaron heridas en el ataque del 2002.

Villavicencio es también un lugar elegido para reflexionar sobre otra de las preocupaciones del Papa durante su estancia en Colombia: el medioambiente.

Situada al borde del bosque amazónico, la zona antes rural se vio transformada por un auge económico cuando el declive del conflicto y un aumento en los precios de las materias primas atrajeron el interés de empresas petroleras y multinacionales agrícolas a zonas antes vedadas. Con la paz se espera que la transformación de terrenos se intensifique, poniendo aún más presión sobre el delicado entorno colombiano, uno de los más diversos del mundo y que tiene más especies de aves que ningún otro país.

Fuente: AP

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