Beirut (AP)
Un clérigo leyó el veredicto antes de que llegara el camión con una pila de piedras cerca del jardín municipal. Combatientes yihadistas trajeron a la mujer, vestida de negro de pies a cabeza, y la colocaron en un pequeño orificio en el suelo. Cuando se congregaron los residentes en el lugar, los islamistas les dijeron que ejecutaran la sentencia: muerte a pedradas por el supuesto delito de adulterio.
Ninguno de los residentes lo hizo, dijo un testigo del hecho en una ciudad del norte de Siria ocupada por los islamistas. Por eso los mismos yihadistas, en su mayoría extremistas extranjeros, lo hicieron y apedrearon a la mujer hasta quitarle la vida. Después se llevaron el cuerpo exánime de Faddah Ahmad.
"Aun cuando la golpeaban las piedras no gritaba ni se movía", dijo un activista de oposición que presenció la lapidación cerca del estadio de fútbol en la ciudad de Raqqa, el bastión en Siria del grupo Estado Islámico.
La ejecución del 18 de julio fue la segunda en 24 horas. Un día antes, Shamseh Abdula, de 26 años, murió apedreada en la ciudad cercana de Tabqa a manos del Estado Islámico. Ambas fueron acusadas de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio.
Fueron las primeras matanzas de ese tipo en el norte de Siria ocupado por el Estado Islámico, que ha aterrorizado a los residentes con su interpretación estricta de la ley islámica, incluso con penas de decapitación y de cortar la mano de los ladrones.
Las lapidaciones en Siria del mes pasado recién se conocen después que aparecieron fotografías en línea que parecen documentar el macabro espectáculo.
El grupo ha hecho víctimas de brutalidad a musulmanes chiíes y otros que considera apóstatas. En la vecina Iraq, los milicianos del Estado Islámico han desalojado a miembros de la minoría religiosa yazidí de una serie de pueblos y aldeas. Miles de yazidíes se han quedado aislados en la cima de una montaña durante días.