La tensión continúa incrementándose en Venezuela de cara a las históricas elecciones que se celebrarán este domingo 28 y en las que la oposición, encabezada por Edmundo González Urrutia, parece acumular las mayores opciones de las últimas dos décadas para imponerse sobre el chavismo.
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A escasos días de la jornada electoral, la mayoría de encuestas independientes le otorgan al candidato de la opositora Plataforma Unitaria Democrática (PUD) una ventaja de entre el 20% y 30% de intención de voto frente a Nicolás Maduro, quien va por un nuevo sexenio luego de once años en el poder.
Los intentos del chavismo por restarle importancia a estos sondeos han fracasado, algo que se vio reflejado en un reciente acto de campaña celebrado por Maduro en Caracas, donde advirtió que si no resultaba vencedor Venezuela “caería en una guerra civil”.
“El destino de Venezuela, en el siglo XXI, depende de nuestra victoria el 28 de julio. Si no quieren que Venezuela caiga en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida, producto de los fascistas, garanticemos el más grande éxito, la más grande victoria de la historia electoral de nuestro pueblo”, dijo Maduro en las últimas horas.
La amenaza no solo ha aumentado las preocupaciones entre los opositores, quienes llevan denunciando los intentos del régimen por amañar los resultados y denuncian el acoso a sus líderes, comenzando por María Corina Machado, figura principal e inhabilitada políticamente por obra de los tribunales electorales y de justicia, copados por el chavismo.
Pero esta advertencia de Maduro no solo encendió las alertas en sus rivales sino también en quienes hasta hace poco eran algunos de sus aliados más cercanos.
“Efectivamente, se le va cerrando el margen de maniobra a Maduro para eventualmente enfrentarse a un escenario en el que las elecciones le resulten desfavorables o, como todas las opciones están abiertas, que haya un claro fraude electoral. Me parece que la primera opción es más posible, es decir, que el régimen venezolano termine siendo derrotado y Maduro materialice las diferentes amenazas que ha hecho”, comenta a El Comercio Juan Nicolás Garzón, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana (Colombia).
- Alto costo político -
Para Garzón “cada vez es más difícil encontrar la voz de un líder latinoamericano importante que vaya a hablar de un eventual respaldo irrestricto a Maduro”, y muestra de ello son las posturas que han adoptado en los últimos días influyentes figuras de izquierda como el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva o el expresidente argentino Alberto Fernández.
En el caso de Lula, aseguró a comienzos de esta semana que se había asustado con las declaraciones de su par venezolano. “Me asusté con las declaraciones de Maduro, de que si él pierde las elecciones habrá un baño de sangre. Quien pierde las elecciones toma un baño de votos, no de sangre”, dijo el líder del Partido de los Trabajadores (PT).
“Le dije a Maduro que la única posibilidad de que Venezuela vuelva a la normalidad es que haya un proceso electoral ampliamente respetado (...) Espero que esto ocurra por el bien de Venezuela, por el bien de América del Sur”, agregó.
Lula también señaló que no asistiría a la jornada electoral venezolana y que, en su lugar, se haría presente su asesor de política exterior y excanciller, Celso Amorim.
“Es muy difícil que un presidente, por más sintonía ideológica que haya, sobre todo si hablamos de una figura tan importante como Lula, vaya a darle algún tipo de crédito o mostrar una versión blanda ante una clara amenaza. Por más que Maduro nos tenga acostumbrados a este tipo de declaraciones, hablar de guerra civil o derramamiento de sangre dificulta que una figura respetada por la izquierda regional tenga alguna posición siquiera tibia. En esa misma vía van otros líderes latinoamericanos”, señala Garzón.
Al respecto, Maduro se pronunció el martes 23 asegurando que solo se trataba de “una reflexión” e invitando a que “quien se asustó que se tome una manzanilla porque este pueblo de Venezuela está curado de espanto y sabe lo que estoy diciendo” a través de una transmisión televisiva.
Ese mismo día, sin embargo, otro aliado habitual de Maduro tocó el tema. El exgobernante argentino Alberto Fernández señaló durante una entrevista con la emisora Radio con Vos que esperaba “que haya una elección transparente” e instó al líder chavista a “respetar el proceso democrático”.
“Si es derrotado, lo que tiene que hacer es aceptar. Como dijo Lula, el que gana, gana, y el que pierde, pierde. Punto, se terminó, así es la democracia”, puntualizó Fernández.
Estos comentarios no sentaron bien en el Palacio de Miraflores, pues el propio Fernández informó este miércoles 24 a través de su cuenta en la red social X que a pedido del gobierno de Maduro no viajará a Venezuela este domingo, cuando tenía previsto actuar de observador internacional.
“En el día de ayer, el Gobierno nacional venezolano me transmitió su voluntad de que no viajara y desistiera de cumplir con la tarea que me había sido encomendada por el Consejo Nacional Electoral”, aseguró Fernández.
- El silencio también importa -
Para Garzón, este tipo de decisiones no harían más que confirmar que muchos líderes de la izquierda latinoamericana poseen “reservas sobre Maduro, nadie quiere estar del lado incorrecto de la historia cuando el chavismo salga a desconocer el resultado”.
Pero esta falta de respaldo al líder chavista no solo se ve reflejada en declaraciones en contra, sino también en muchos silencios. Tal es el caso del jefe de Estado mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien ya a fines de mayo anunció que no querría inmiscuirse en las elecciones venezolanas.
Pese a que México fue una importante plaza en el proceso de negociación entre el chavismo y la oposición, que luego se vio plasmado en el Acuerdo de Barbados (octubre del 2023), ahora López Obrador ha intentado evitar cualquier vinculación con las elecciones.
Según fuentes del diario español ABC, esto se debería a que “en la Cancillería mexicana todavía hay sospechas sobre si Maduro va a respetar el proceso electoral o si habrá algún arresto de alto nivel de último minuto, por ejemplo, contra el candidato opositor con más chances de vencer al chavismo, Edmundo González Urrutia. La canciller mexicana Alicia Bárcena tiene varios canales de información con Caracas y de ahí que la mesura adquiera mayor sentido”.
Una posición mucho más particular es la que posee el gobierno colombiano, encabezado por Gustavo Petro, ante este escenario electoral. Pese a que son confesos aliados, el presidente colombiano denunció a inicios de abril la inhabilitación de María Corina Machado de la carrera electoral.
“En el caso de la inhabilitación a María Corina Machado fue muy difícil que Petro no la respaldara porque él pidió algo muy similar en su momento, cuando fue sacado del ejercicio como alcalde de Bogotá lo llevó hasta una corte internacional. Era muy difícil que en su caso eso estuviera mal pero que se callara con María Corina”, comenta Garzón.
Petro no dudó en calificar como “golpe antidemocrático” la decisión de la justicia venezolana y no fue hasta un posterior encuentro con Lula da Silva que reveló que le propondría a Maduro un plebiscito democrático para que se respetaran los resultados. A la fecha la propuesta no ha tenido mayores avances.
“El canciller (colombiano) ha hecho algunos señalamientos muy tibios sobre lo que pasa en Venezuela, pero no hay una declaración contundente. El caso colombiano, debido a la cercanía geográfica y la agenda binacional de ambos gobiernos, es complejo y tendremos que esperar cuál será la reacción final. Hasta este punto podríamos decir que Petro ha sido relativamente prudente”, explica el analista.
- Dime con quién andas -
“La situación de Maduro queda aún más clara si vemos qué líderes quedan del lado del chavismo a estas alturas”, señala Garzón.
En ese sentido, Maduro apenas ha podido cosechar el apoyo de gobiernos señalados de autoritarios, como los de Nicaragua y Cuba, además de una promesa hondureña de acompañar al proceso que se remonta a cuatro meses atrás.
Este lunes 22 el dictador nicaragüense Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, auguraron una “gran victoria” de Maduro a través de una carta enviada desde Managua.
En la misiva, la pareja acusada de cooptar el poder en Nicaragua a través de una férrea represión a la oposición civil, expresó su plena confianza, la del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y la de la revolución popular sandinista, en la “gran victoria que seguramente alcanzarán-alcanzaremos, otra vez, este próximo 28 de julio”.
El caso cubano es aún más evidente, llegando a ver al heredero del castrismo, Miguel Díaz-Canel, viajando a Venezuela a fines de abril para apoyar a Maduro en la campaña.
Durante su visita, el mandatario cubano aseguraba, por ejemplo, que “el proceso electoral venezolano se desarrolla en un clima de paz y apego a la Constitución”, cuando organizaciones locales como Foro Penal han denunciado que ha habido al menos 102 arrestos vinculados a las elecciones en lo que va del año. Eso sin mencionar la cuestionada inhabilitación a Machado que supuso la ruptura del principal acuerdo alcanzado en Barbados, y los atentados que ha denunciado la lideresa opositora contra ella misma y su equipo.
Finalmente, la hondureña Xiomara Castro dejó clara su postura ante la situación en Venezuela desde fines de enero cuando cumplió dos años en el poder y entregó la Orden Francisco Morazán, en el grado de “Gran Cruz Placa de Oro”, a Nicolás Maduro pocas horas después de que Machado fuese inhabilitada.
Posteriormente, el 27 de marzo, Castro anunció a través de su cuenta en la red social X que enviaría una misión de observadores a los comicios venezolanos. “Mi Gobierno enviará misión de observación y acompañamiento al Pueblo Venezolano en las próximas elecciones del 28 de julio de 2024. Apoyamos procesos libres, justos, independientes y transparentes, como pilar fundamental de la democracia en América Latina y el Caribe. Sin injerencia extranjera”, escribió la mandataria.
“Los otros gobiernos no quieren asumir ese costo político que sería altísimo tanto internamente en cada uno de sus países como internacionalmente”, sentencia Garzón.