Un día, el bolívar y el dólar fueron una extraña pareja en las calles de Venezuela, pero hoy, con un mes de vida, el nuevo bolívar digital -nacido de la tercera reconversión monetaria en este siglo- es un gran desconocido para la mayoría de los ciudadanos, que ya se han acostumbrado al reinado casi absoluto de la divisa estadounidense.
La nueva moneda venezolana vio la luz el pasado 1 de octubre entre mucho escepticismo y como parte de un plan para eliminar seis ceros a la que circulaba hasta entonces, que pasó de llamarse bolívar soberano a bolívar digital, pese a funcionar en formato papel, igual que la anterior.
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En las calles de Caracas, una ciudadana de nombre Nurys explica a Efe que ella no lo ha visto todavía y no sabe “ni qué forma tiene ni la imagen” de los nuevos billetes, por lo que, aunque viera uno, no podría reconocerlo.
Con ella coincide, no muy lejos, Luis García, quien afirma que, en el mes transcurrido desde que entró en vigor, solo ha podido ver un billete de 5 bolívares digitales “y nada más”.
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Ese es uno de los que el Banco Central de Venezuela ha prometido emitir junto a los de 10, 20, 50 y 100, además de las monedas de un bolívar.
Sin embargo, para acceder a ellos, es necesario un cajero y, como explica García, “la mayoría están dañados y no funcionan”.
A eso se suman los problemas perpetuos con la conexión de internet y los apagones, lo que dificulta poder pagar con tarjeta o mediante un sistema de transferencias virtuales llamado Pago Móvil.
“Lo que estamos manejando es puro dólar, como si este país estuviera dolarizado. No sé qué está pasando con el presidente Nicolás Maduro que no toma las riendas. Que tome las riendas y se ponga fuerte porque todo el mundo hace lo que le da la gana”, asegura.
COMERCIOS DOLARIZADOS
Alrededor de ellos, los comercios formales e informales exhiben los precios en dólares e, incluso, si un venezolano quiere pagar en la moneda nacional recibirá el precio, inicialmente, en la divisa estadounidense, y tendrá que amoldarse a la tasa de cambio oficial o paralela.
“La mayoría, por ahora, hace más (pagos) en dólares. En bolívares no sabría decirte, porque depende de en cuánto esté el dólar”, comenta a Efe Wineska López, vendedora en una feria escolar instalada en el comercial bulevar de Sabana Grande, en pleno corazón de Caracas.
Adriani, vendedora de helados, explica que entre el 50 y el 70 % de sus clientes pagan en dólares, pese a que sus productos no tienen unos costes muy altos, lo que favorece el uso del bolívar.
La hiperinflación que comenzó en noviembre de 2017 ha ido limando de manera progresiva la capacidad de compra de la moneda venezolana que, poco a poco, ha ido quedando limitada a montos cada vez más pequeños.
Para mantenerla a flote, los Gobiernos venezolanos han realizado tres reconversiones monetarias que han eliminado 14 ceros a la moneda. La primera, todavía con Hugo Chávez en el poder, eliminó tres ceros a la moneda, que pasó a llamarse bolívar fuerte, y entró en vigor el 1 de enero de 2008.
La segunda, ya con Nicolás Maduro en la Presidencia, eliminó cinco ceros más en 2018 y fue un prolegómeno de la tercera que entró en vigor hace un mes, al borrar seis ceros más.
La esperanza de esta última medida la encarna Carolina Chacón, una emprendedora que vende chicha (un popular dulce a base de arroz o pasta) en un puesto callejero.
Chacón explica que, “después de la reconversión, ha bajado mucho la cuestión (del pago) en divisa” y se ha incrementado “el efectivo en bolívar digital”.
En todo caso, explica que esto no le facilita el día a día “porque, si el dólar sube, todo sube”.
“En el momento en que el dólar sube, todo aumenta y, entonces, el bolívar me trae un poco de pérdida”, comenta.
Ahí reside el principal miedo que debe sortear el nuevo bolívar. La desconfianza que produce entre una ciudadanía que, acostumbrada a que sus antecesores se devaluaran casi a diario, teme que tenerlo en el bolsillo implique pérdidas cotidianas.
Mientras esa garantía no exista, todo apunta a que el dólar mantendrá su corona y el bolívar digital será apenas un convidado de piedra en las transacciones venezolanas.
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