Para los peruanos que creemos en la trascendencia de la acción educativa y tenemos fe en ella, a pesar de las dificultades que hoy nos toca vivir y frente a la crisis que nos agobia, ha sido muy grato recibir el 28 de julio el histórico anuncio del presidente de la República referido a la aprobación del Proyecto Educativo Nacional 2036, versión ampliada del anterior Proyecto Educativo Nacional 2021.
En mi calidad de miembro del Consejo Nacional de Educación, me siento profundamente satisfecho y, al mismo tiempo -al igual que los demás consejeros y consejeras-, experimento el hondo anhelo de que lo aprobado no quede sólo en un enunciado escrito en papel, sino que, trascendiendo su condición, se convierta en una herramienta efectiva. Ello requerirá un gran compromiso de las autoridades y, ciertamente, de toda la población para hacer realidad aquello de que la educación es “tarea de todos” y, principalmente, porque el documento promulgado no es propiedad de ningún gobierno o grupo, sino que pertenece a la nación de la que todos formamos parte.
El proyecto pretende ser un documento orientador que rompa la improvisación política en educación y que permita dar continuidad a la acción gubernamental. No se trata, en consecuencia, de un plan de gobierno atribuible a tal o cual sector político, sino un marco estratégico y una brújula que -bien implementada- nos guiará en el campo de la educación y de la formación de nuestra población.
El Proyecto Educativo Nacional 2036 tiene como objetivo contribuir a la construcción de una ciudadanía plena, en la que los peruanos podamos ejercer los mismos derechos. El nombre del proyecto enfatiza el concepto de la educación como un proceso que se desarrolla y cobra sentido, durante toda la vida, más allá de los espacios académicos.
El Perú necesita personas sanas, felices, útiles, capaces de encontrar y dar sentido a sus vidas y que se sientan habilitados -con derechos y capacidades- para poder construir sus proyectos personales y comunitarios, contribuyendo así al bien común.
Se tiene que educar para la discrepancia, el diálogo, la tolerancia y la valoración del otro. Es indispensable que los peruanos aprendamos a lo largo de nuestras vidas, con libertad para construir proyectos, en una convivencia democrática, equitativa e inclusiva, que valora al individuo al mismo tiempo que acoge la diversidad en busca de la equidad y la justicia social.
Cuando terminábamos de formular el Proyecto Educativo Nacional 2036, venían a mi mente varios personajes, ya históricos, cuyos sueños parecen reflejados en nuestro proyecto. Quiero traer a la memoria -aun a riesgo de omitir alguno- algunos de ellos. Me imaginaba contemplando a don Jorge Basadre poniendo en marcha su Inventario de la Realidad Educativa Nacional, para saber qué teníamos en educación y ahora, desde la gloria, podrá decir que lo aprobado forma parte de su sueño de la “promesa de la vida peruana”. Veo al Dr. Francisco Miro Quesada Cantuarias y al Dr. Carlos Cueto Fernandini, dando sustento doctrinario y un horizonte esperanzador a la tarea educadora y sobre todo a la dignificación del profesorado. En tiempos anteriores vienen a mi recuerdo los inolvidables José Antonio Encinas, Luis E. Valcárcel y Juan Mendoza, preocupados del campesino andino y, luego con ayuda del Instituto Lingüístico de Verano se abocaron al estudio y educación bilingüe de las etnias amazónicas, labor iniciada años atrás por las misiones católicas.
De los años setenta es justo recordar, como pioneros del tema abordado, las figuras de Emilio Barrantes, Augusto Salazar Bondy, Walter Peñaloza y el P. Ricardo Morales SJ.
También recuerdo que en la época del quiebre constitucional de los noventa, un grupo de maestros, sociólogos, psicólogos y de otras profesiones, convocados por el P. Ricardo Morales SJ, con el afán de impulsar el desarrollo educacional, fundamos Foro Educativo, en cuyo seno vimos la necesidad de la creación de un Consejo Nacional de Educación y de la elaboración de un Proyecto Educativo Nacional. Ambas iniciativas se lograron a lo largo de los años.
Me parece justo, en este día, mencionar tan notable número de peruanos que desde Foro Educativo o de sus tiendas de trabajo ayudaron a hacer realidad los instrumentos necesarios con que hoy contamos para el bien de la educación de los peruanos y peruanas.
Han sido necesarios tres años de trabajo sostenido en el Consejo Nacional de Educación para llegar a la actual la formulación del Proyecto Educativo Nacional 2036. Esta tarea se sustenta, además, en el apoyo de miles de maestros, alumnos, padres de familia, empresarios y técnicos.
Resalto la encomiable labor de César Guadalupe quien, desde la dirección del Consejo Nacional de Educación, impulsó con decisión las tareas que fueron necesarias para sacar adelante el proyecto. No podría dejar de mencionar al ex ministro de Educación Daniel Alfaro y a la ex ministra de la misma cartera, Flor Pablo, quienes apoyaron, con gran apertura, diversas iniciativas. Le ha correspondido al ministro Martín Benavides impulsar la parte final del trabajo y la inclusión del Proyecto Educativo Nacional 2036 en la agenda del Consejo de Ministros y, así, lograr su aprobación.