Gino A, Passalacqua

En las últimas semanas se ha hablado mucho del clima en el Perú y sobre lo que puede suceder durante el verano 2024. Se han mencionado términos como ondas Kelvin, el anticiclón del Pacífico Sur (APS), El Niño costero y El Niño global; inclusive se comenta en las redes y los medios sobre una batalla titánica entre el APS y El Niño costero, y el ganador sería el que determinaría el clima del Perú en los siguientes meses. Todo esto ocasiona una seria confusión en la población y, por lo tanto, una falta de atención adecuada a los peligros que nos trae un evento como El Niño y nuestro desinterés por tomar medidas de mitigación contra sus efectos negativos.

La proliferación de desinformación en los medios y redes sociales, combinada con la falta de comunicación clara y directa desde fuentes oficiales, ha contribuido significativamente a este problema. Además, la inclinación optimista de los organismos oficiales respecto de los efectos de un Niño –siempre enfocándose en el mejor escenario posible– ha generado una posición casi automática de despreocupación entre la población, tomadores de decisiones estatales y privados en relación con la adopción de medidas de mitigación frente a los impactos negativos de este fenómeno.

La confusión actual radica, en mi opinión, en la definición de lo que constituye un evento de El Niño, la falta de comprensión sobre los procesos físicos que propician su desarrollo y las interpretaciones erróneas de las variables físicas en el océano y la atmósfera que son cruciales para su seguimiento. Por ejemplo, según el informe más reciente de la comisión multisectorial responsable del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (Enfen), las magnitudes atribuidas a El Niño costero fueron del 38% para un evento moderado y del 39% para un evento fuerte. Estas evaluaciones se basan exclusivamente en el Índice Costero El Niño, que se fundamenta únicamente en las anomalías de temperatura superficial en la región Niño 1+2 (0°-10°S, 90°W-80°W). Es importante destacar que estas magnitudes no consideran las condiciones atmosféricas, el contenido total de agua en la columna atmosférica ni las anomalías subsuperficiales de la temperatura del océano. Cabe recordar que El Niño costero que vivimos en el 2017 fue calificado como de magnitud moderada, según el Enfen.

Por lo tanto, la consideración de diversas variables ambientales resulta crucial para anticipar las condiciones climáticas en los próximos meses ante un fenómeno de El Niño. Existen predicciones precisas para estas variables que proporcionan una sólida comprensión de los posibles escenarios futuros y que permiten una mejor evaluación de los efectos de estos eventos climáticos. En este contexto, resulta pertinente actualizar la definición de un evento de El Niño en el Perú, ya que esta definición desencadena la movilización de recursos y la implementación de medidas de mitigación por parte del Estado.

Durante los siguientes meses, debido al cambio de estacional, el APS va a perder intensidad y los procesos físicos que dominan El Niño global van a predominar sobre las condiciones climáticas del Perú. Las predicciones de varios modelos indican precipitaciones significativas en la costa norte, la costa central y la sierra norte a partir de diciembre del 2023, que se intensificarán en enero del 2024 y que perderán su intensidad en marzo del 2024. En la sierra sur se prevén lluvias por debajo de lo normal, principalmente en la región suroriental del país. Durante todo ese período, las temperaturas del aire van a estar por encima de lo normal en todo el Perú.

Finalmente, tenemos un factor grande de incertidumbre llamado calentamiento global, que este año ha hecho que todos los eventos climáticos sean más extremos y cuyas consecuencias no se percibe que vayan a disminuir pronto.

Gino A, Passalacqua es consultor en oceanografía con especialidad en ciencias del clima, pesquería y meteorología