La necesaria y compleja agenda de salud,por Midori de Habich
La necesaria y compleja agenda de salud,por Midori de Habich
Midori de Habich

Si bien el sistema de salud peruano se ha venido reformando a lo largo de la última década y media, es claro que los retos de garantizar el derecho a la salud siguen siendo enormes. Estando ad portas de la elección del gobierno que conducirá al país al bicentenario de la independencia, es oportuno reflexionar sobre algunas prioridades del sector Salud.

El primer lugar, debemos mirar más allá de las fronteras del sector: aumentar en forma efectiva y sostenible el acceso a servicios de agua y saneamiento es de primera importancia para reducir significativamente enfermedades que son prevenibles y que afectan principalmente a los niños. Otras medidas indispensables están referidas a la promoción de alimentación saludable y el control del tabaco, ambas estrechamente asociadas a enfermedades crónico-degenerativas. Estamos a tiempo de actuar con decisión para evitar los efectos devastadores de estas enfermedades en las personas y en la sostenibilidad del sistema de salud.   

El aseguramiento en salud ha tenido una cobertura creciente en el país y ha alcanzado, según cifras oficiales, al 80% de la población. El principal motor ha sido el Seguro Integral de Salud (SIS); debe continuar su fortalecimiento institucional y una creciente provisión de recursos. Tanto el SIS cuanto EsSalud requieren actuar como verdaderos aseguradores, poniendo a disposición de sus asegurados una red de servicios más amplia e introduciendo incentivos a los prestadores de estos servicios para una atención más oportuna y de calidad.

Y justamente la otra cara de la moneda del aseguramiento es la cantidad y calidad de la oferta de servicios de salud. Por un lado, es indispensable que el sistema de prestación de servicios se reestructure para privilegiar la atención primaria de salud, entendiendo esta en su sentido original: la garantía de la atención de las necesidades esenciales de salud de la población. Para ello, requerimos seguir repotenciando y ampliando la inversión en el nivel primario y secundario en una lógica de red basada en medicina familiar.

Por otra parte, no queda duda de que nuestros hospitales de nivel regional y nacional también necesitan de nuevas inversiones y la modernización de su gestión para ganar en calidad y eficiencia. Vale la pena poner en la fórmula de solución a los esquemas de asociaciones público-privadas. El requerimiento de recursos para la mejora de la oferta es muy significativa: solo una estrategia de desarrollo de los recursos humanos en salud y un plan de inversiones –ambos de largo plazo con compromiso de sostenibilidad y continuidad en varios períodos gubernamentales– la hará posible.

Para vigilar que aseguradores y prestadores actúen en conformidad con los derechos de los ciudadanos, se debe seguir respaldando a la Superintendencia Nacional de Salud (Susalud), manteniendo su autonomía y ampliando su alcance nacional. Una tarea asignada a Susalud es la conducción de la acreditación de los prestadores del sistema; es decir, el proceso mediante el cual se certifica que el servicio que recibe el usuario cumple con estándares de calidad y seguridad. Es indispensable seguir en esta ruta.

Nada de esto será posible si no contamos con un Ministerio de Salud que siga reforzando su rol rector y ejerza la conducción estratégica del sistema de salud (y no solo la parte pública). Asimismo, que sea garante de la protección de la salud de las poblaciones, ejerza eficazmente regulaciones adecuadas de los mercados con efectos nocivos sobre la salud, entre otras funciones esenciales. Este ministerio rector es muy diferente a un ministerio “hospitalocéntrico”, es decir, preocupado sobre todo por la atención hospitalaria.

¿Cuál es el requisito indispensable para llevar a cabo estos complejos cambios? Ciertamente, las normas proporcionan condiciones que permiten actuar en determinadas formas, pero son solo las personas las que se comprometen en la ardua labor de realizar los cambios. La tarea es incrementar sustancial y rápidamente las capacidades de nuestros gestores: nada menos que llevar a cabo una verdadera revolución en la gestión del sistema a todo nivel.