El plus representativo, por César Delgado Guembes
El plus representativo, por César Delgado Guembes

En el Perú los congresistas son elegidos en circunscripciones o distritos electorales. El origen de la representación tiene arraigo en el territorio en que vive el pueblo. Las recientes propuestas para ampliar el número de congresistas de manera que quienes viven en el exterior tengan la opción de votar por quienes los representen pone en la agenda del debate público la naturaleza territorial del mandato. Se propone que todos los peruanos con domicilio en territorio no nacional tengan la opción de elegir a quienes representen sus intereses ante el Congreso nacional.

La cuestión no es sencilla. Sea que el número de congresistas aumente a tres o a cinco, la pregunta es qué tan válido es el criterio de reconocer un tipo de origen del mandato representativo que disloque el actual mecanismo de elección. El argumento principal parece ser los poco menos de 900.000 electores peruanos residentes en el extranjero. 

La idea pareciera ser que el aumento de congresistas remediaría la ausencia de equidad en el actual sistema representativo, permitiendo que los peruanos no residentes en el Perú cuenten con representantes ante el Congreso. Las propuestas de reforma constitucional no indican si los tres o cinco congresistas adicionales representarán globalmente a todos los electores en el extranjero, o si cabrá la representación según distritos continentales.

Según la primera opción, si bien pudieran existir intereses comunes entre todos los electores residentes en el extranjero, cabe distinguir la diversidad de esos mismos intereses según se trate de América, Europa, Asia, Oceanía o África. Los matices en las distintas condiciones de vida y modelos culturales o económicos en cada continente justificarían que los tres o cinco congresistas adicionales representen proporcionalmente las diversidades según el volumen de electores en cada continente. En este esquema, si hay tres congresistas más, uno representaría a los electores residentes en el continente americano (que llegan a 600.000), otro a los residentes en Europa (donde hay alrededor de 300.000 peruanos) y el último al grupo de electores de los tres continentes restantes, que juntos suman alrededor de 68.000.

Plantear la modificación del esquema representativo a partir de las supuestas ineficiencias del mecanismo de representación de los peruanos en el exterior obvia el problema representativo central, que es la calidad de la representación política en el Perú, pero también problemas menores que no dejan de tener importancia y trascendencia. Así como cabe cuestionar la base típicamente territorial en el origen del mandato, ¿no habrá otro tipo de problemas representativos dentro del Perú que justifiquen la evaluación de la relación entre la población y sus representantes?

La relación entre nuestra población y nuestros representantes ha sido materia de dudas, discrepancias y cuestionamientos, en especial a partir de la comparación entre los 130 representantes del Congreso unicameral con los 240 que existían en el bicameral de hace casi 25 años. Los índices de la relación entre habitantes y representantes dejan algunas aristas sin conciliar. En el Perú, cada congresista representa a cerca de 250.000 habitantes. En Alemania a 120.000, en España a 76.000, en Francia a 70.000 y en Bolivia a 67.000.

¿Qué beneficios genera que el Congreso tenga más representantes y que la población tenga una mejor relación de representación? ¿Cuál es la finalidad de que una mayor proporción de habitantes tenga más posibilidades o disponibilidad de acceso a un representante? Frente a estas interrogantes, nuevamente, ¿es una prioridad en la agenda nacional enfrentar la cuestión de los cerca de 900.000 electores peruanos en el exterior, teniendo en consideración los déficits cualitativos y cuantitativos en el desempeño del sistema representativo?

Mientras queden sin atender los problemas más graves del actual rendimiento representativo y del concepto de representación política en el Perú, al parecer la discusión de la representación de los peruanos en el exterior tiene carácter comparativamente adjetivo, no obstante la presión que, indudable y probablemente, sepan ejercer sobre el Congreso quienes, en nombre de su propio bienestar personal y familiar, decidieron migrar fuera del Perú. ¿De qué distrae el planteamiento de esta iniciativa cuando la cuestión principal queda sin atenderse con convicción?