"El efecto de tal interferencia está, en gran parte, determinado por nuestra respuesta a ella. Desafortunadamente, muchos de los sistemas en los que confiamos parecen estar fuera de sintonía con el momento actual". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"El efecto de tal interferencia está, en gran parte, determinado por nuestra respuesta a ella. Desafortunadamente, muchos de los sistemas en los que confiamos parecen estar fuera de sintonía con el momento actual". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Charlie Warzel

A pesar de todo lo que se habla desde el 2016 de la interferencia extranjera y la “intromisión” rusa, parece que pocas personas realmente entienden la guerra de información.

La semana pasada, “The Times” y otros medios informaron que funcionarios de inteligencia advirtieron a los legisladores de la Cámara de Representantes que estaba tratando de reelegir al presidente Trump. El viernes supimos que la interferencia era bipartidista: el “Washington Post” informó por primera vez que el senador fue notificado por funcionarios estadounidenses de que Rusia también estaba “intentando ayudar” a su campaña.

Ambos informes fueron comprensiblemente alarmantes y dominaron los titulares. Y, sin embargo, ofrecieron muy poca información sobre el alcance de la interferencia. Esto es todo lo que sabemos, días después: reprendió al director saliente interino de inteligencia nacional, Joseph Maguire, por realizar la sesión informativa. Una historia del “Times” decía que “los funcionarios actuales y anteriores especularon que la reunión podría haber jugado un papel” en el reciente reemplazo de Maguire como director. También sabemos que el senador Sanders condenó cualquier intromisión rusa al mismo tiempo que usaba la noticia para quitarle presión a sus seguidores en línea (un tema que surgió en el debate de la semana pasada). “Algunas de las cosas feas en Internet atribuidas a nuestra campaña podrían no provenir de verdaderos partidarios”, dijo.

Pero hay mucho más que no sabemos sobre esta interferencia rusa. ¿Qué quieren decir exactamente estos funcionarios de inteligencia con “interferencia”? ¿Es un aumento en los intentos para sembrar la discordia a través de cuentas falsas de redes sociales o grandes grupos o páginas de Facebook hiperpartidistas? ¿O es un intento más profundo y sofisticado de infiltrarse en los sistemas electorales electrónicos? ¿O ambos?

Por supuesto, la ignorancia no ha impedido que las escasas noticias sean utilizadas por las partes interesadas. El viernes, Hillary Clinton reaccionó a las noticias en Twitter al sugerir que Trump es “la marioneta de Putin” y “toma la ayuda rusa para sí mismo”. Más de 23.000 personas amplificaron el tuit.

Durante el fin de semana, la noticia de la posible asistencia rusa para la campaña de Sanders provocó su propia especulación. La campaña de Bloomberg utilizó las noticias para atacar el tipo de socialismo de Sanders como atractivo para los rusos.

Otros fueron aún más lejos. El sábado pasado, cuando quedó claro que el senador Sanders ganaría el caucus de Nevada, el estratega demócrata James Carville dijo que los caucus iban “muy bien” para el presidente de Rusia, Vladimir Putin.

Estas afirmaciones no son solo irresponsables, particularmente de políticos de alto perfil y figuras de los medios. También juegan directamente en manos de adversarios que ya buscan dividirnos.

La intromisión electoral extranjera es un proceso continuo. Ha ido y venido desde el 2016, pero nunca se ha detenido.

En un informe de seguimiento, Clint Watts, investigador en el Instituto de Investigación de Política Exterior, describió la estrategia 2020 del Kremlin como “simple, directa y abiertamente disponible para que todos la vean: asegurar la base, dividir a la oposición”. Parte de dividir a la oposición, escribió, es sembrar la división “enfrentando a los populistas contra el orden establecido”. Misión cumplida.

Como escribió Brian Barrett de “Wired” la semana pasada, parece que “nadie ha aprendido nada desde el 2016”. Sí, las noticias falsas, la desinformación y la “intromisión” vuelven a ser lo más importante en política, pero pocos parecen entender la complicada dinámica de la propaganda y cómo participar en la guerra de la información sin convertirse en participantes involuntarios. El primer error que muchos cometen es asumir que la interferencia extranjera está completamente separada de la propaganda nacional y las noticias partidistas.

Gran parte del contenido de la granja troll rusa en el 2016, especialmente el contenido dirigido a los votantes negros, ni siquiera estaba directamente relacionado con un candidato electoral. En cambio, los actores extranjeros crearon grupos de Facebook de justicia social como Black Matters US, Blacktivist y Don’t Shoot Us para tratar de amplificar las tensiones existentes.

Como dijo el desertor de la KGB Yuri Alexandrovich Bezmenov en una entrevista en 1984, el objetivo final de la intromisión es desmoralizar a los ciudadanos para que “la exposición a la información verdadera ya no importe”.

El efecto de tal interferencia está, en gran parte, determinado por nuestra respuesta a ella. Desafortunadamente, muchos de los sistemas en los que confiamos (filtraciones de inteligencia, amplificación a través de plataformas sociales y noticias por cable, política electoral) parecen estar fuera de sintonía con el momento actual. Cuando se filtran noticias de fuentes de inteligencia, posiblemente la prensa tiene la obligación de informar tales cosas, incluso si la motivación de las filtraciones no es clara o de naturaleza política. Pero los informes de noticias sin muchos detalles dejan un vacío de información. Y en nuestro universo de desinformación impulsado por plataformas, ese vacío se llena naturalmente con los medios incentivados para amplificar la controversia.

Pedir a la prensa o a los políticos que ignoren esas noticias es posiblemente erróneo y ciertamente poco realista. Pero podemos pedir que no proporcionen las condiciones ideales para que crezca la división y la información errónea.

Eso significaría que se espera que los líderes de la comunidad de inteligencia encuentren formas de divulgar públicamente y desclasificar la información sobre la interferencia electoral para que los ciudadanos tengan una comprensión realista de las amenazas que enfrenta su democracia. Puede significar el desarrollo de un vocabulario más preciso que se aleje de los términos vagos y ominosos como ‘intromisión’ e ‘interferencia’ hacia una terminología específica. Para la prensa, podría significar enumerar toda la información que no conocemos por adelantado e instar a la precaución al informar sobre fugas parciales.

Si no nos adaptamos a esta guerra de información, nuestro pánico por la intromisión podría volverse realidad. Y nos convertiremos en idiotas útiles para socavar nuestra propia legitimidad electoral.

Eso, más que elegir un líder, es el verdadero objetivo de la interferencia rusa.


–Glosado y editado–

© The New York Times

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