Horas después de que el líder opositor venezolano, Juan Guaidó, aterrizara en Miami tras ser expulsado de Colombia, hablé con él extensamente sobre la iniciativa del presidente colombiano, Gustavo Petro, de mediar en la crisis política de Venezuela y sobre la política de Estados Unidos hacia la dictadura de Nicolás Maduro. Lo que me dijo merece ser escuchado con atención.
Guaidó fue expulsado de Colombia poco después de su llegada a la capital colombiana el 25 de abril. Había cruzado la frontera con Colombia por tierra secretamente para reunirse con diplomáticos extranjeros que estaban en Bogotá para participar en una reunión sobre Venezuela convocada por Petro.
Pero una vez que llegó a Bogotá, Guaidó se enteró a través de diplomáticos estadounidenses de que el gobierno de Petro amenazaba con deportarlo a Venezuela a menos que se fuera del país de inmediato. Simultáneamente, el régimen venezolano había llamado a sus familiares en Caracas, amenazando con tomar represalias contra ellos a menos que él saliera inmediatamente de Colombia, me dijo.
El presidente Petro dijo que Guaidó no fue deportado, pero un comunicado de la cancillería colombiana admitió que funcionarios del servicio de migración lo habían “conducido” al aeropuerto de Bogotá porque había ingresado al país sin papeles.
Sin embargo, el argumento del Gobierno Colombiano no solo fue contradictorio, sino también ridículo, porque Guaidó y otros líderes opositores venezolanos tienen una prohibición de salida de Venezuela impuesta por Maduro. Hasta que Petro asumió la presidencia el año pasado, Colombia los dejaba entrar al país mediante un trámite especial.
Cuando le pregunté a Guaidó si se puede confiar en Petro como un negociador neutral en las conversaciones para lograr elecciones libres en Venezuela en el 2024, Guaidó me dijo que “Petro fungió más como interlocutor de Maduro que de la democracia”.
Guaidó señaló que Petro se ha reunido varias veces con Maduro en Venezuela, pero nunca se ha reunido con líderes de la oposición venezolana durante esas visitas. “Su agenda habla por sí sola sobre cuáles son sus prioridades”, me dijo Guaidó. El plan de mediación de Petro propone que Maduro tome medidas hacia elecciones libres en Venezuela “en paralelo” con el levantamiento gradual de las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela. Pero Guaidó dice que Colombia está presionando mucho más para que Estados Unidos levante sus sanciones para que Maduro permita elecciones libres.
En cuanto a lo que debe hacer Estados Unidos, Guaidó me dijo que “cualquier levantamiento de sanciones sin avances hacia elecciones libres sería ceder ante la dictadura”. Y agregó que Estados Unidos “tiene que ser mucho más duro con el régimen de Maduro y fijar términos, condiciones y plazos” para levantar sus sanciones.
En términos prácticos, esto significa que el presidente Biden deje intactas las sanciones de Estados Unidos a menos que Maduro, entre otras cosas, libere a los presos políticos, establezca un calendario electoral, permita una elección primaria libre de la oposición y la libertad de prensa. “No estamos pidiendo nada que no esté en la Constitución”, agregó Guaidó.
Las sanciones actuales de EE.UU. prohíben que las empresas estadounidenses exporten petróleo venezolano, con algunas excepciones que no involucren pagos al Gobierno Venezolano.
El gobierno de Biden ha dicho que no descarta relajar las sanciones de Estados Unidos, pero que solo lo hará “en respuesta a los pasos constructivos del régimen de Maduro” hacia elecciones libres. Sin embargo, aún no ha especificado qué pasos específicos tendría que dar Maduro para que se empiecen a levantar las sanciones.
Guaidó tiene razón en que Petro ha demostrado más claramente que nunca ser un aliado de la dictadura de Venezuela. La expulsión de Guaidó de Colombia por parte de Petro, sabiendo que el líder opositor venezolano no podría haber ingresado a Colombia con documentos válidos, fue un ejemplo vergonzoso de su cercanía con Maduro.
Y Guaidó también tiene razón al exigir que Biden y la comunidad internacional aumenten la presión sobre Maduro.
A diferencia del expresidente Trump, a quien no le importaba mucho la democracia en Estados Unidos ni en el extranjero, Biden prometió que la defensa de la democracia sería un pilar de su política exterior. Venezuela es una gran oportunidad para que lo demuestre.
–Editado–
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