Juego de locos, por Federico Salazar
Juego de locos, por Federico Salazar
Federico Salazar

El gobierno anterior tiene el mérito de haber obtenido para Lima la sede de los XVIII Juegos Panamericanos. El mérito de una locura o, al menos, una insensatez.

Hasta el momento el costo estimado será de 1.200 millones de dólares. 

Se calcula que se gastarán 470 millones de dólares en infraestructura deportiva (estadios, pistas de atletismo, tribunas), 180 millones se destinarán a la Villa Panamericana (varios edificios para albergar a 10.000 atletas). Los gastos de organización son de 430 millones de dólares. Imprevistos, 106 millones.

El Perú no es rico. Los hospitales en Lima han sido declarados en emergencia sanitaria. No hay suficientes gasas, no hay suficientes medicamentos, no hay suficientes citas, no hay suficientes médicos. La salud pública hace agua: cambian bebes, amputan piernas equivocadas, hay camillas en los pasillos.

También faltan comisarías y muchas no tienen equipamiento. No están integradas en línea, los policías no están todos bien capacitados, los patrulleros recientemente adquiridos no sirven para patrullar la ciudad.

¿Nos sobran escuelas? Las que tenemos, ¿están todas bien equipadas? ¿Todas tienen servicios higiénicos y techos de concreto? Eso, para no hablar de pizarras, material didáctico y capacitación docente.

También nos faltan cárceles. No una o dos, probablemente 20 o 30. Hasta ahora no funcionan los bloqueadores de celulares en las cárceles. Son tierra de nadie.

¿Tenemos supercarreteras en el país o un transporte ordenado y eficiente en la capital?

1.200 millones de dólares sería un presupuesto soñado para quien quiera resolver uno solo de estos problemas o parte de los principales. Si el gobierno tuviera esos recursos, lo racional sería usarlos en lo que se necesita.

La política, y los gobiernos, por supuesto no son áreas de la razón, sino muchas veces de la irracionalidad. Esto sucede con estos Juegos Panamericanos.

Deshacer la locura en la que nos metió el gobierno anterior no es fácil. Hay una ilusión, los deportistas y aficionados reclaman lo suyo con razón. También hay intereses y expectativas de negocio. Por 1.200 millones de dólares.

El gobierno tendría que hacer el esfuerzo titánico de parar la locura y volver a poner las cosas en su sitio. Puede tener un costo político, pero no hay salida.

Quienes defienden la realización de los Juegos Panamericanos creen que esa inversión se va a trasladar en beneficios mayores. Piensan en la transformación de Barcelona a raíz de las Olimpiadas de 1992.

Esa comparación es una fantasía. Barcelona no tenía los problemas que tenemos nosotros. Barcelona tenía una base y un planteamiento de transformación de la ciudad antes del evento.

En Barcelona 92 el dinero público financió casi el 40% del gasto. El 60% fue financiado con derechos de televisión y auspiciadores, más de 1.300 millones de euros, o sea bastante más que el presupuesto actual de Lima 2019.