La semana pasada, el presidente Pedro Castillo tuiteó sobre el precio del dólar y adjudicó su reciente caída al trabajo que viene realizando su gobierno. Según el mandatario, el sol se ha fortalecido como reflejo de “la mayor confianza de nuestros empresarios en la correcta conducción que [vienen] gestionando desde el #GobiernoDelPueblo”.
Leído con atención, lo que escribe el mandatario es solo una verdad a medias. Desde que empezó este “Año del Fortalecimiento de la Soberanía Nacional”, como pomposamente ha nombrado al 2022 el Ejecutivo, la moneda verde ha caído en más de 3%. Con ello, pasó de S/3,967 por dólar el 6 de enero a S/3,865 al cierre de ayer. Y eso que venía de un 2021 en el que rompió su precio récord 20 veces, alcanzó un valor de S/4,14 y tuvo su mayor alza porcentual en seis años.
Pero, ¿es cierto que este retroceso se debe a la mayor confianza en el gobierno de un presidente que solo se quita el sombrero para dormir y visitar la casa de Breña? No tanto.
Por un lado, si bien los indicadores de confianza empresarial han mejorado, estos siguen en terreno negativo desde hace meses. Y aunque el Ministerio de Economía y Finanzas quiere presentar el referido avance como un logro de la actual administración, este sería parcial mientras las cifras se encuentren en niveles menores a los que se tenían antes de las elecciones.
No es, entonces, que el dólar haya bajado porque los empresarios decidieron como parte de sus propósitos de Año Nuevo que, ahora sí, confiarán en la palabra de maestro. Lo que ha ocurrido es que han necesitado soles para pagar impuestos, se está respondiendo a los cambios en la tasa de referencia del BCR y el cobre sigue engordando un superávit comercial que supera todo récord nacional.
Ahora, es justo afirmar que la incertidumbre política sí es menor a la que se vivía en julio, aunque eso apenas significa que no estamos camino a ser los nuevos integrantes del socialismo bolivariano. Lo que también es cierto es que todos los meses el Ejecutivo genera escándalos que hacen tambalear cualquier intento de estabilidad.
Por otro lado, no es que el Perú sea el único país cuya moneda se ha apreciado en las últimas semanas. Se trata, más bien, de un fenómeno regional. En México, Brasil, Colombia y Chile, por ejemplo, las monedas locales también han mejorado su posición. Todo esto, mientras se vive en un relativo estado de calma en el extranjero porque la Reserva Federal de Estados Unidos ha adelantado que subirá sus tasas recién en marzo.
Sumado a lo anterior, resulta llamativo que el jefe del Estado solo se considere responsable de la variación del dólar cuando esta juega a su favor. En ese sentido, habría que recordar lo que dijo apenas unos meses atrás: “El costo del pan no es porque Pedro Castillo ha llegado al Gobierno. La subida del dólar no es porque haya llegado un hijo del pueblo al Gobierno. El costo del gas no es porque hemos llegado al Gobierno”. ¿En qué quedamos? ¿La variación del dólar solo le salpica cuando le conviene?
Además, ya que estamos recordando frases, bien se podría acomodar otra expresión del mandatario para responder al tuit que dio inicio a esta columna. Y es que en octubre, durante una visita a Jaén, Castillo dijo: “¿Ustedes son capaces de dejarse engañar? […] No [nos] van a confundir, ya estamos cuajados en eso”. Y la verdad es que, después del año que pasó, mis deudas en dólares también lo están.
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