"No es difícil pronosticar lo que viene si el Gobierno mantiene el rumbo actual" (Foto: Presidencia Perú).
"No es difícil pronosticar lo que viene si el Gobierno mantiene el rumbo actual" (Foto: Presidencia Perú).
Alejandra Costa

Entre la segunda vuelta y el cambio de mando, se reunió con gremios, analistas y bancos para asegurarles que, lejos del ideario de , un eventual gobierno de Pedro Castillo buscaría mantener la estabilidad macroeconómica y promover la inversión privada.

Ese mensaje de tranquilidad y el apoyo de a la continuidad de Julio Velarde al frente del Banco Central de Reserva (BCR), lograron que los agentes económicos le otorgaran un precavido beneficio de la duda y que el dólar atenuara su carrera hacia los cuatro soles.

Pero el escenario cambió la noche del jueves, cuando la ausencia de Francke en la juramentación del gabinete –por razones que aún no se aclaran– llevó a muchos al pánico. La cauta confianza había sido traicionada.

Y ese sentimiento se trasladó inmediatamente al tipo de cambio, que desde el 30 de julio se mantiene tercamente por encima de los cuatro soles por dólar y que ayer rompió un nuevo récord histórico. Esto, pese a que Francke, ya como ministro de Economía, aprovecha todas las ocasiones para repetir lo que, en teoría, el mercado quisiera escuchar: rechazo al control de precios y de cambio, restablecimiento de las metas fiscales y que Velarde está “considerando favorablemente” quedarse en el BCR.

Pero, como dicen, una cosa es con guitarra y otra con cajón. En campaña, las palabras sirven como moneda corriente. En el gobierno, estas ya no valen para generar confianza y, menos, para reconstruirla, especialmente si las acciones y anuncios del resto del gobierno las contradicen.

Así, mientras Francke insiste en el discurso de la estabilidad, es parte de un gabinete que –salvo excepciones– parece diseñado para que el Congreso les niegue el voto de confianza. Mientras busca dar tranquilidad a los mercados e inversionistas, el presidente evidencia que sus motivos para cambiar la Constitución son aumentar la participación del Estado en la actividad empresarial y poder cambiar las reglas de juego a la inversión privada. Mientras trata de convencer a Velarde de quedarse, el gobierno le entrega puestos estratégicos a quienes atacan al BCR por no vender más dólares, pese a que el ente monetario está interviniendo activamente con otros instrumentos para moderar el alza del tipo de cambio.

No es difícil pronosticar lo que viene si el Gobierno mantiene el rumbo actual. La inversión privada crecerá menos de lo previsto y, por lo tanto, se generará menos empleo. La tendencia al alza del dólar podría mantenerse y seguir incrementando los precios de la energía y de los alimentos, alimentando las expectativas de que la inflación siga subiendo.

¿Qué se necesita para acabar con la incertidumbre y evitar ese escenario? Que no sea solo Francke el que dé mensajes tranquilizadores, mientras otros funcionarios responsabilizan a los empresarios de generar “inseguridad económica”. Que todo el gobierno se comprometa a generar la estabilidad que se necesita para impulsar la inversión y descartar los temores sobre la futura fortaleza del sol peruano. Que las palabras se traduzcan en políticas públicas de calidad, ejecutadas por los funcionarios mejor calificados, y que se busquen consensos con otras fuerzas para reducir la posibilidad de vacancias y/o cierres.

Y, tal vez, verdaderamente esforzarse para que sus acciones convenzan a Velarde de quedarse. Quizás no lo logren, pero sería un buen filtro para empezar a tomar decisiones que lleguen a persuadir al resto.

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