Si bien el Consejo de Ministros presidido por Ana Jara ha obtenido el voto de investidura que manda la Constitución, la forma y las circunstancias que lo revisten ha dejado al Gobierno un tanto debilitado y con la clara advertencia de que se viene por lo menos la interpelación de uno de los ministros, o tal vez de algunos más, en las próximas semanas.
Definitivamente, al Gobierno también le ha faltado manejo político en la crisis que motivó la caída del Gabinete Cornejo como en la forma de la elección de la nueva Junta Directiva del Congreso.
Hasta la fecha el Gobierno parece no haber entendido a cabalidad que ha perdido la mayoría parlamentaria que tuvo durante los primeros tres años y que esto lo obliga a tener que cambiar de actitud en relación con los grupos políticos representados en el Congreso, ya que necesitará llegar a acuerdos, por lo menos con alguno de ellos, si quiere llevar adelante sus programas de acción.
Sin mayoría en el Parlamento, no podrá ejecutar los proyectos en cartera ni menos aún lograr que le aprueben las leyes que requiere para superar los escollos surgidos ante la preocupante desaceleración económica que le toca enfrentar ni los retos de los problemas pendientes en los menos de dos años que le quedan por delante.
Para obtener una mayoría parlamentaria, hace falta efectuar algunas concesiones con alguno o algunos de los grupos políticos menos antagónicos y dejar de lado esa actitud poco conciliadora que ha evidenciado en los últimos tiempos.
La experiencia histórica que tiene el Perú con los gobiernos que no tienen mayoría parlamentaria es francamente mala, ya que resultan débiles y la oposición los va desgastando al punto que los puede convertir, prácticamente, en inoperativos.
Si tuviéramos dos Cámaras legislativas, podría ser diferente, ya que perdiendo la mayoría de una y manteniéndola en la otra, se pueden compensar los pesos tal como ocurre frecuentemente en Estados Unidos, donde, incluso perdiendo el gobierno su mayoría en una de ellas, como ocurrió durante la presidencia de Bill Clinton, este pudo desarrollar una política exitosa, gracias al balance de poder que permite a las Cámaras ponerse de acuerdo en aras del bien nacional.
En un sistema unicameral, la cosa es distinta, por lo que el Gobierno tiene que entender que deberá buscar negociar acuerdos con algún grupo político de los menos distantes, para permitirle tener una mayoría congresal que en los hechos le resulta indispensable. Esas son las reglas que impone el sistema democrático. Lo peor sería que el Gobierno se cierre en su propio campo y pretenda ilusamente que algún otro grupo se le adhiera porque sí y se someta sin condiciones a lo que decidan principalmente Gana Perú y los pocos aliados políticos que le van quedando.
La actuación sorda del Gobierno tanto en la elección de la Junta Directiva del Congreso hace un mes así como en la más reciente con el voto de investidura del nuevo Consejo de Ministros no podrá continuar, ya que en ambos casos ha logrado aparentemente su propósito pero a muy alto costo, a un punto tal que en ambas oportunidades ha terminado ganando las votaciones por un voto, pero con el consiguiente debilitamiento de su peso político y más bien creando un clima de inestabilidad nada edificante.
Si el Gobierno persiste en esa actitud, solamente logrará aislarse más y conseguir que la oposición busque puntos de encuentro comunes y le haga la vida cada vez menos llevadera, lo que bien puede afectar la estabilidad política que todo sistema democrático busca preservar.