Si no hay mayores sorpresas, los resultados del referéndum de hoy confirmarán la tendencia registrada en encuestas previas. La experiencia señala, sin embargo, que nunca se pueden descartar las sorpresas porque un gran número de electores suele decidir al final. En América Latina esto ha ocurrido más de una vez, cuando el gobierno se ha enfrentado a una oposición muy bien organizada.
Uno de los casos más sonados de resultado inesperado ocurrió en 1988, cuando el dictador Augusto Pinochet convocó un referéndum para continuar en el poder en Chile y fue derrotado. El No recibió el 54,7% de los votos. El líder del No, Patricio Aylwin, fue elegido dos años después presidente de la República. Otro caso mucho más reciente fue el del plebiscito por la paz, en Colombia, en el 2016. Las encuestas previas decían que ganaría el Sí, que tenía el apoyo hasta del Papa. Sin embargo, ganó el No con el 50,2% de los votos gracias a una tenaz oposición del ex presidente Álvaro Uribe. Su candidato, Iván Duque, fue elegido dos años después presidente de la República.
En el Perú también tuvimos un referéndum hace 25 años para aprobar la Constitución de 1993. Entonces, las encuestas previas señalaban que el referéndum se aprobaría por amplio margen, en línea con la aprobación del entonces presidente Alberto Fujimori. En las últimas semanas, sin embargo, la oposición fue muy eficaz y logró acortar la distancia. Finalmente, la nueva Constitución fue aprobada por el 52% frente al 48%. Dos años después Fujimori fue reelegido presidente de la República. El desenlace de un referéndum, entonces, depende en gran medida de la fuerza relativa del gobierno y la oposición. El resultado de hoy tendrá también esa lectura. Será interpretado como una expresión del grado de respaldo popular al presidente Martín Vizcarra.
Como se ha señalado en esta columna (ver “Después del referéndum”, 11 de noviembre) y en varias otras, Vizcarra tendrá que abocarse a su gestión económica y social para sostener el apoyo popular que lo ha acompañado hasta el referéndum. El presidente parece tenerlo claro. Su mensaje en CADE la semana pasada fue muy elocuente en destacar los múltiples proyectos que tiene su gobierno en materia de infraestructura, su compromiso por reducir la anemia y mejorar la educación, y su convicción con la necesidad de promover la competitividad para acelerar el crecimiento. El inicio de las obras del aeropuerto de Chinchero y la renuncia del ministro de Trabajo este viernes son pasos en esa dirección.
Más brumoso se vislumbra el futuro del Congreso después del referéndum y en particular del partido mayoritario, Fuerza Popular. Esta semana ha sido especialmente negativa para su imagen pública: la aprobación del financiamiento ilegal de partidos, sin mayor debate, al exonerarse de segunda votación; el proyecto de derogatoria del ISC a casinos y tragamonedas; el intento inicial de apañar al congresista Moisés Mamani; y el escandaloso blindaje al congresista Edwin Donayre, sentenciado a cinco años de prisión por robo; son lamentables expresiones del deterioro de Fuerza Popular, porque todas estas iniciativas han sido posibles gracias a los votos de ese partido, que arrastra en ese desprestigio al Congreso en su conjunto.
El partido de Keiko Fujimori empezó en julio del 2016 con 73 congresistas. Su primera crisis la tuvo precisamente hace un año, cuando Kenji Fujimori lideró una ruptura. En junio recuperó algunos votos al separar del Congreso a Kenji y a dos de sus seguidores, luego de los ‘mamanivideos’, para reemplazarlos por accesitarios afines a Keiko. En los últimos meses, sin embargo, ha seguido perdiendo parlamentarios y las declaraciones de Daniel Salaverry, presidente del Congreso, calificando de nefasta la ley de financiamiento ilegal de partidos y anunciando que apoyará la reconsideración planteada por la bancada de Nuevo Perú, anticipan malos tiempos para el núcleo duro del fujimorismo.
Actualmente, la bancada de FP la integran 60 congresistas, a los que se suman los cinco parlamentarios apristas y aliados como el protegido Donayre, para conformar una ajustada mayoría. Si el resultado del referéndum favorece a Vizcarra, esto le brinda una gran oportunidad a Salaverry, como presidente del Congreso, para convertirse en el fiel de la balanza, terminando con el poder hegemónico de quienes han gobernado el Poder Legislativo hasta el momento. A ello se podría añadir, más adelante, una ruptura encabezada por Salaverry que deje mucho más débil a FP. Alan García escribió una vez un libro que se llamó “El futuro diferente”. Todo indica que el 2019 se viene un futuro diferente al que soñaron hace un par de años el Apra y Fuerza Popular.