Hace unos años, en el estado de Florida, un grupo de ciudadanos reunió firmas y solicitó al gobierno federal que convocara a un referéndum para determinar qué idioma debería ser el oficial: el inglés o el español. Hecha la consulta, la mayoría votó por el inglés. Entonces los hispanohablantes pidieron la nulidad del referéndum argumentando que era inconstitucional. El juez les dio la razón porque en la Constitución estadounidense no existe un idioma oficial.
En la ciudad de Boulder, situada en Colorado, muy cerca de las famosas Rocky Mountains, unos ciudadanos le pidieron al gobierno municipal que realizara un referéndum para que una empresa energética fuera recomprada por el municipio. La iniciativa fue aprobada por un estrecho margen. Esto sucedió en el 2011. Dos años después, en el 2013, la coalición ciudadana que había ganado el referéndum anterior volvió a ganar otro promovido por la empresa. El tema central que motivó ambas consultas fue la contaminación ambiental.
El domingo 23 de setiembre los suizos votaron en un referéndum relacionado con el uso de la bicicleta en todas las ciudades del país. El 72% se manifestó a favor de que esta práctica se incorpore en la Constitución para que tenga el mismo rango legal que tienen las vías y los senderos pedestres. Además de este punto, también votaron sobre el uso favorable del comercio de alimentos producidos localmente, a fin de alentar las condiciones de trabajo justas en esa actividad comercial y de reducir el desperdicio de alimentos. En esta iniciativa, el 63% votó en contra, y el 70% también votó en contra de otra iniciativa sobre la soberanía alimentaria para favorecer a las empresas locales en este rubro. Según los defensores del No, este pedido iba en contra del libre mercado.
Cuatro casos. El primero sobre la discriminación de un idioma, que no prosperó. El segundo a favor de que una entidad pública administre la energía de un condado. El cuarto a favor del libre mercado. Sin embargo, el que más llama la atención es el tercero, que buscaba que el uso de la bicicleta adquiriese rango constitucional. Cuestión de suizos.
He aquí lo más destacable de la cultura hispanoamericana. El diputado Pablo Iglesias, líder del partido político español Podemos, que se identifica con el color morado de nuestro Señor de los Milagros, ha presentado una iniciativa de referéndum para que se determine la continuidad de la corrida de toros en el país europeo. Más allá del debate que se dará entre los españoles –y que seguramente llegará hasta las naciones taurinas de Latinoamérica, como el Perú, México, Colombia, Venezuela y Ecuador, aunque la iniciativa en sí no nos afecte–, el tema ha sido planteado porque, nunca como ahora, en nuestros países y en España la oposición a las corridas de toros tiene cada vez más partidarios. En Cataluña, por ejemplo, se prohibieron hace años.
¿Más datos curiosos? En un referéndum de 1948 los suizos se opusieron al ingreso al mercado de la penicilina. En la década del 70, en una consulta cantonal, la mayoría –incluidas las mujeres– se manifestó en contra del voto femenino. Increíble que en el país de la democracia semidirecta (por esto el politólogo italiano Giovanni Sartori afirmaba que la democracia suiza es una democracia de referéndum) haya tenido lugar una votación tan discriminatoria. Pero estas cosas a veces suceden.
Cabe advertir que en todos los casos mencionados los referéndums han sido democráticos (y si llegara a realizarse el de España también lo sería). Pues tuvieron lugar en el marco de sus respectivas constituciones o normas especiales, y dentro de las reglas del juego democrático.
Y decimos esto porque han surgido voces que están asociando el potencial referéndum para reformar parcialmente nuestra Constitución con el autoritarismo y el populismo. Falso. Esta convocatoria a un referéndum no es autoritaria porque, como en los otros ejemplos, la consulta se realizará dentro de una, aunque débil, genuina democracia. Tampoco es populista, porque un referéndum populista lo es solo si el estilo político de la autoridad es de esta naturaleza y el estilo político del presidente Martín Vizcarra se asemeja más al de un presidente demócrata-tecnócrata.
Por eso, las cuatro reformas deben ser debatidas entre los ciudadanos. Para que a la hora de votar lo hagamos bien informados y con un amplio conocimiento del impacto que tendrán esos artículos, en el caso de que la mayoría se pronuncie a favor de la reforma (como parece ser la tendencia).