Gracias a su gran discreción y sencillez, el padre Armando Nieto gozó de gran confianza por parte de personalidades como el doctor Víctor Andrés Belaunde. (Jesuitas.pe)
Gracias a su gran discreción y sencillez, el padre Armando Nieto gozó de gran confianza por parte de personalidades como el doctor Víctor Andrés Belaunde. (Jesuitas.pe)
Félix Picasso

A las 4:43 p.m. del 30 de marzo del 2017, en la cuenta de Facebook de la parroquia Nuestra Señora de Fátima de Miraflores, apareció la siguiente nota:

“A todas las personas que nos están preguntando –y a las demás personas interesadas– les informamos que los restos del P. Armando Nieto SJ descansan ya en el Columbario de nuestra Parroquia, donde sirvió tan piadosa y discretamente a tantas personas. Asimismo fue una gran satisfacción comprobar el enorme cariño de la gente y el agradecimiento de tantas instituciones peruanas por su fecunda labor, que se tradujo en el acompañamiento de numerosos discípulos, amigos y representantes de diversas entidades públicas, privadas y de la academia durante la Misa funeral el día de ayer, concelebrada por 74 sacerdotes. El féretro salió del Templo en medio de aplausos y muestras de cariño, en hombros de estudiantes ”.

Este es el más práctico ejemplo sobre la plena y positiva aplicación de ese conocido refrán de uso generalmente peyorativo. El pasado 27 de marzo, físicamente se alejó de nosotros Armando Rafael Nieto Vélez S.J. Digo así ya que mientras lo recordemos y tengamos presente su positiva y vasta obra continuará a nuestro lado. El olvido siempre ha significado muerte.

Abogado y sacerdote, Armando abrazó esta última causa, la de Dios, unida a la labor intelectual. Realizó labor social y perteneció a muchas entidades culturales y oficiales capitalinas.

No fue tampoco ajeno a esta casa periodística, que en todo momento acogió sus colaboraciones históricas. La primera, sobre José de Acosta y su obra peruanista, fue publicada el 6 de octubre de 1972 y recordaba al cronista y naturalista jesuita lúcido antecesor del planteamiento darwiniano. La última, del 11 de octubre del 2015, fue titulada “Testimonios chilenos sobre Grau” y exponía algunos de los reconocimientos que hacia nuestro máximo héroe naval ha realizado el vecino sureño.

Esta acogida por propios méritos tuvo sólidos antecedentes familiares, ya que al fallecimiento de su tío materno José Miguel Vélez Picasso, El Comercio, en una nota necrológica, precisó el 25 de noviembre de 1971 que este “fue uno de los redactores principales de este diario y gozó de especial consideración y afecto por sus dotes de caballerosidad”.

Gracias a su gran discreción y sencillez, el padre Nieto gozó de gran confianza por parte de personalidades como el doctor Víctor Andrés Belaunde (de quien fue su secretario). Tanto así que le confiaba al iniciar sus viajes hojas firmadas en blanco a fin de ser utilizadas en el debido momento.

Asimismo, tuvo en vida diversos reconocimientos, como el que le tributasen el Instituto Riva Agüero de la PUCP en su Boletín N° 19 (1992) y el de la “Revista teológica limense” de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima en su volumen XLVIII (2014). También el que con el título “Un sacerdote ejemplar” le hiciese público el historiador José Agustín de la Puente Candamo en el suplemento El Dominical del 21 de setiembre del 2014 con motivo de los 50 años de vida sacerdotal del renombrado jesuita, o el artículo que en igual sentido publicase la periodista Rossana Echeandía. Y el que, en especial y espontáneo homenaje, le ofrecieron esos 74 sacerdotes que, concelebrando la misa de cuerpo presente con templo repleto en Fátima, quisieron despedir al maestro y amigo, quien todas las mañanas nos bendecía con la temprana misa de 7 en esa parroquia miraflorina.

Es del caso también resaltar (y con el perdón familiar) que, mientras ella estuvo viva, Armando esperaba ávidamente la madrugadora llamada telefónica de su querida tía materna Olga María, quien prácticamente los crio a él y a su hermano Manuel (ya también fallecido). Esto debido a que sufrieron la temprana pérdida materna y a que las múltiples responsabilidades y altos cargos públicos de su padre, el contralmirante AP Manuel Ricardo Nieto Chipoco, lo obligaban a estar alejado del seno familiar.