Las elecciones regionales nos muestran un Perú fragmentado, agrupado políticamente en movimientos locales indiferentes a una visión de conjunto del país que, malo que bueno, finalmente somos. Signo de los tiempos donde los partidos políticos están alicaídos, siendo indispensable que se refresquen y sintonicen con el ciudadano de a pie.
Siguiendo la tendencia nacional, nos centraremos en el distrito de San Isidro, una de las localidades con mayor presupuesto del país. Pese a la bonanza se afirma que la gestión saliente dejará un desbalance y/o forado presupuestal. Teniendo en cuenta que el ganador, por dos puntos porcentuales, es del PPC, y la gestión anterior también lo fue muchos nos preguntamos si el nuevo alcalde abordará este tema con rectitud.
La pugna electoral en San Isidro ha sido intensa entre Manuel Velarde (PPC), el ganador, y Madeleine Osterling (fujimorismo), perdedora por un pelo. Las propuestas de la segunda chocaron a algunos (básicamente, la privatización del colegio Alfonso Ugarte, el resaltar que los sanisidrinos no son analfabetos y un ‘spot’ publicitario considerado irreal). Sin embargo, la apretada votación indica que al votante distrital no le afectó tantísimo.
A Velarde se le criticó su participación en el directorio de Parque Arauco, pujante constructora chilena, concentrada en edificar lo que fue el colegio Maristas (cuya venta aún se cuestiona) teniendo las tres cuartas partes del accionariado. Tal vez si el hoy elegido alcalde hubiera consignado ello en su hoja de vida, finalmente es un ingreso, y además, luego de su renuncia al directorio hace pocos meses, hubiera firmado un compromiso de asepsia frente a este grupo, tendría la total confianza de los vecinos.
Más aun cuando hace unos años los sufridos vecinos sanisidrinos protestaron por el proyecto en cuestión y quedó detenido. Hoy se quiere construir dos torres de oficinas de 18 pisos cada una y un centro comercial nada pequeño, además de conectar los escasos estacionamientos del centro comercial Camino Real con la nueva edificación.
Pero, siempre hay un pero cuando se mete un salchichón de cemento y movimiento en un lugar residencial, las vías de entrada y salida a la zona son calles enanas no preparadas para ello. El impacto vial será de terror.com porque las vías en cuestión son del San Isidro de antaño.
Adicionalmente, la gestión saliente del PPC aprobó siete decretos de alcaldía que generan áreas de excepción a la zonificación existente para siete proyectos inmobiliarios. Bajo criterios de tener más áreas verdes, azoteas libres se le permite mayor altura. Lo que debería ser una exigencia es un bono basado en un sofisma. Los decretos de alcaldía tienen menor jerarquía que las ordenanzas municipales.
Los primeros los aprueba el alcalde con su conciencia (algunos dicen con sus intereses), cual si fuera rey, los segundos los aprueba el concejo municipal en su conjunto. La lógica es clara: el perfil urbano de una comuna, la densificación, son decisiones que le competen al cuerpo edilicio, no a una persona. La pregunta cae de madura: ¿refrendará o revisará el nuevo alcalde del PPC estos decretos tan psicotrópicos por decir lo menos?