
Los partidos que hoy son mayoría en el Congreso tienen importantes diferencias entre ellos, pero poseen un punto de acuerdo más importante todavía: quieren seguir en el poder a cualquier costo. En ese camino, sus bancadas coaligadas han invadido atribuciones de otros poderes, se han entrometido en el sistema de justicia, se protegen entre sí y están empeñadas en una campaña de inhabilitaciones contra todo opositor que pueda afectar el pacto reeleccionista.
La última semana, el Congreso aprobó, por mayoría y en primera votación, aumentar las penas por calumnia o difamación y acortar a solo un día el plazo de rectificación del medio o del periodista responsable de la supuesta difamación. A las bancadas coaligadas las tiene sin cuidado aquello de que “Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”, como lo dijo con lucidez Albert Camus, Nobel de Literatura de 1957.
Los congresistas han modificado también aspectos sustantivos de la ley sobre las ONG. Bajo amenaza de cierre, han impuesto la prohibición de denunciar abusos del Estado: un control que es, en la práctica, una censura. La propuesta fue exonerada de segunda votación y aprobada por 82 votos, con el apoyo de todas las bancadas coaligadas.
La andanada antidemocrática no va a cesar, aunque el pacto no impedirá la competencia electoral entre ellos. Cada agrupación presentará su candidatura a la presidencia, y la pugna será, seguramente, recia. Entonces, ¿qué los une? Otra argamasa que los une es su afán de eliminar antagonistas, porque los coaligados tienen, sobre todo, enemigos políticos comunes. Eso los moviliza, los activa. No obstante, la máxima aspiración común es reproducir su alianza actual en el próximo Congreso.
La apuesta primordial es, naturalmente, que gane uno u otro de sus candidatos. Al mismo tiempo, pueden estar calculando que quien gane no obtendrá mayoría absoluta en el Congreso y que, por lo tanto, las alianzas serán, otra vez, imprescindibles. De ahí la importancia de mantenerse de la mano, de reencontrarse: se conocen, han aprendido a pactar entre ellos y a distribuirse los espacios de poder. Calculan que las posibles nuevas bancadas, mientras sean minoritarias, serán controlables o invisibilizadas, como hoy.
Con la actual dispersión política -sumada a las “acciones preventivas” para apostar sobre seguro-, a la mayor parte de estos grupos no les es crucial cuál de ellos gana la Presidencia de la República. Saben que, manteniéndose coaligados, conservarán su alto poder de negociación.